El salto al vac¨ªo de Coelho
"Si se demuestra que no valgo para entrenador, ser¨¦ el primero en reconocerlo". Hasta hace bien poco, Humberto Manuel de Jes¨²s Coelho, el seleccionador que ha igualado la mejor clasificaci¨®n portuguesa en una Eurocopa, no estaba convencido de su capacidad como t¨¦cnico. Ni mucho menos. Defensa de enorme rango en sus tiempos de jugador, el curr¨ªculo de Coelho como entrenador quiz¨¢ sea el m¨¢s insignificante en este campeonato en comparaci¨®n con el de sus colegas. Su palmar¨¦s se reduce a una temporada en el modesto Salgueiros (1985-86) y otra en el humilde Braga (1986-87), con un balance de 14 victorias en 48 partidos, poco m¨¢s del 30%. Unas cifras que le condenaron al ostracismo durante diez a?os. Jam¨¢s volvi¨® a sentarse en un banquillo hasta que, sorprendentemente, fue nombrado seleccionador en 1997.Durante esa d¨¦cada de traves¨ªa en el desierto, Coelho s¨®lo estuvo sentado en el despacho de su escuela de f¨²tbol y en las cabinas de la televisi¨®n portuguesa, para la que ha hecho de comentarista durante mucho tiempo. Dos oficios que le permitieron seguir enchufado al f¨²tbol, a los dirigentes y a los medios de comunicaci¨®n, perfilando una obra que ¨¦l consideraba inacabada. Desde el micr¨®fono, Humberto auscult¨® al f¨²tbol portugu¨¦s, las causas del arte sin remate que distingu¨ªa al equipo.
Muchas palabras y pocos hechos, hasta que la federaci¨®n le reclam¨®. Le lleg¨® la hora de ser juzgado. Dio un salto al vac¨ªo y acept¨® el reto de dirigir a una generaci¨®n de oro que nunca hab¨ªa mostrado pegada internacional. Coelho se ten¨ªa que enfrentar a una hilera de egos, a un grupo de jugadores acusados muchas veces de manejar a su antojo a todo el que desfilaba por el banquillo nacional. Y si alguno no se dejaba retorcer, caso de Artur Jorge, se llevaba un guantazo, como el que le propin¨® Sa Pinto en cierta ocasi¨®n.
Coelho expuso desde el inicio una partitura innegociable. Ofreci¨® p¨²blicamente a sus jugadores tranquilidad, di¨¢logo y sentido com¨²n. A cambio exigi¨® respeto, entrega y responsabilidad. Un credo sencillo que sirvi¨® para desterrar hasta la fecha cualquier brote escandaloso en el vestuario. T¨¢cticamente su manual se resume en conjugar la tradicional fantas¨ªa del f¨²tbol luso con una mayor agresividad en el centro del campo: "Si le quitamos la pelota al rival correremos menos". Los resultados le ayudaron, Portugal estuvo 13 partidos consecutivos sin perder y alcanz¨® la clasificaci¨®n para el europeo.
Coelho, por fin, tuvo la oportunidad de asomarse a un escaparate internacional, un hecho que la mala fortuna le hab¨ªa negado como jugador. Defensa de jerarqu¨ªa, con clase para distribuir y poderoso remate, sus compatriotas le comparaban con sus coet¨¢neos Beckenbauer y Krol. Su altura como futbolista la evidencian sus 64 internacionalidades, una cifra s¨®lo igualada por el mism¨ªsimo Eusebio. Marc¨® seis goles con Portugal y 56 en 423 partidos con sus clubes.
Nacido en Oporto hace 50 a?os, se inici¨® en el Ramaldense en 1965 y una temporada despu¨¦s comenz¨® una gloriosa aventura con el Benfica, con el que gan¨® ocho Ligas y seis Copas. Estuvo 16 a?os en el equipo lisboeta, con un par¨¦ntesis de dos temporadas en el Par¨ªs Saint Germain. Una carrera rutilante que el destino nunca quiso adornar con una presencia en un Mundial o una Eurocopa. Para colmo, su primera gran oportunidad le lleg¨® en 1984, justo cuando una grav¨ªsima lesi¨®n precipit¨® su retirada. Portugal viaj¨® a la Eurocopa de Francia sin su gran capit¨¢n de los a?os setenta y logr¨® alcanzar las semifinales frente al equipo local, luego campe¨®n. Fue la mejor clasificaci¨®n de Portugal en este torneo. Dieciseis a?os despu¨¦s el f¨²tbol ha saldado su deuda con Coelho, que tiene a su selecci¨®n en el mismo punto: en semifinales y frente a Francia. Todo un ¨¦xito para un t¨¦cnico que quer¨ªa probarse a s¨ª mismo. Resuelto el dilema profesional, a Coelho le queda por lidiar un asunto casero: su mujer es francesa.
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