La transferencia del CSIC
L a constituci¨®n del nuevo Gobierno inclu¨ªa una sorpresa anunciada: la creaci¨®n por primera vez en nuestro pa¨ªs de un Ministerio de Ciencia y Tecnolog¨ªa. Inclu¨ªa tambi¨¦n la adscripci¨®n al nuevo Ministerio de los Organismos P¨²blicos de Investigaci¨®n con la excepci¨®n del Instituto Carlos III y del INTA. Todo ello crea un nuevo marco que se presta sin duda a la reflexi¨®n y deber¨ªa ser una oportunidad para plantearse cuestiones todav¨ªa no resueltas de nuestro sistema de Ciencia y Tecnolog¨ªa. Curiosamente, el tema que m¨¢s parece haber preocupado es una noticia desmentida sobre la posible transferencia del CSIC a las Comunidades Aut¨®nomas. Como un fantasma que aparece de forma recurrente, esta cuesti¨®n levanta pasiones.Quienes llevamos a?os trabajando en el CSIC podemos recordar con alg¨²n deje de nostalgia cuando todas las ¨®rdenes de viaje deb¨ªan ser firmadas por el Secretario General del CSIC. La visita al funcionario de Viajes y Dietas del Organismo Central era obligada cuando pasados los meses el investigador hab¨ªa avanzado en billetes y hoteles un dinero que pod¨ªa superar a su salario mensual. El abnegado funcionario escarbaba en las pilas de legajos y estadillos hasta rescatar los de uno. Hoy esta situaci¨®n ha cambiado radicalmente. Los tr¨¢mites de viajes en el CSIC se llevan en cada instituto y la gesti¨®n es correcta, incluso superior a la de organismos similares, por ejemplo el CNRS, equivalente franc¨¦s del CSIC. Ya que hablamos de Francia, habr¨ªa que mencionar que en la centralista Francia las n¨®minas de los investigadores del CNRS se pagan en las Delegaciones Regionales, junto con la gesti¨®n de proyectos o de las obras. Estas delegaciones tienen una funci¨®n importante en las acciones de transferencia de tecnolog¨ªa o a la hora de negociar con Universidades y Regiones las acciones de colaboraci¨®n que se plantean.
Por tanto, si miramos a la experiencia propia y ajena, una de las posibles conclusiones puede ser que acercar la gesti¨®n de la investigaci¨®n a los institutos y grupos de trabajo suele ser una acci¨®n positiva. Para ello, hay razones de eficacia y tambi¨¦n de colaboraci¨®n regional. Hay que recordar que en distintos lugares de Espa?a se est¨¢n creando centros de investigaci¨®n, que las Universidades est¨¢n transferidas a las comunidades aut¨®nomas y que la colaboraci¨®n entre distintos niveles de la administraci¨®n es muchas veces imprescindible. Pero es que, adem¨¢s, aligerar la administraci¨®n central de tareas administrativas puede permitir hacer algo que ahora se hace poco y es reflexi¨®n, discusi¨®n, prospecci¨®n y seguimiento de la actividad cient¨ªfica. Hoy, por ejemplo, en el CSIC no existe un flujo de informaci¨®n entre las instancias de direcci¨®n y la actividad cient¨ªfica que se realiza en los institutos. Es en este nivel de la reflexi¨®n y evaluaci¨®n cient¨ªfica, como ha demostrado la experiencia de la Agencia Nacional de Evaluaci¨®n, en el que una masa cr¨ªtica suficiente es importante.
El Ministerio de Ciencia y Tecnolog¨ªa al concentrar los Organismos P¨²blicos de Investigaci¨®n podr¨ªa contribuir a aumentar la masa cr¨ªtica, a suprimir duplicaciones y a reflexionar sobre las prioridades en las distintas ramas de la ciencia. Pero tambi¨¦n produce un desequilibrio territorial todav¨ªa superior al actual. Lo que queda del INIA o el CIEMAT (como por otra parte el Carlos III, el INTA o el Cedex) est¨¢n en un 100% en la Comunidad Aut¨®noma de Madrid. Vista la experiencia existente, no hay desde luego ninguna raz¨®n de eficacia para mantener este desequilibrio. El CSIC en los ¨²ltimos a?os ha corregido algo esta tendencia. Por ejemplo, en el ¨¢rea de Biolog¨ªa y Biomedicina que tiene un 65% de sus investigadores en Madrid, las ¨²ltimas plazas se han convocado en un 50% fuera de esta Comunidad. Hay que considerar que esto es un avance.
Un lector atento habr¨¢ podido observar que hasta el momento no se ha hablado de transferencia del CSIC a las autonom¨ªas lo que, estaremos todos de acuerdo, es una opci¨®n pol¨ªtica tan respetable como lo es su contraria. Pero la racionalizaci¨®n de la estructura del CSIC y los otros OPIs acercando la gesti¨®n a los institutos, creando v¨ªas de colaboraci¨®n real (a base de Patronatos, Consorcios, Contratos-Programa, Agencias Comunes de Gesti¨®n, Fundaciones, o lo que sea) que permitiera un mejor equilibrio territorial de las acciones de investigaci¨®n, no necesita de ello. Sin duda, todos ganar¨ªamos si trat¨¢semos de discutir esta cuesti¨®n en profundidad y busc¨¢semos soluciones razonables. Porque eliminar burocracia, estimular la colaboraci¨®n entre Administraciones o abrir la investigaci¨®n cient¨ªfica a nuestra sociedad es algo imprescindible. Si la reacci¨®n a alguna propuesta de reforma es encerrarse en una torre de marfil o en un b¨²nker, podemos acabar encontr¨¢ndonos con la peor situaci¨®n posible para nuestra ciencia: la indiferencia.
Pere Puigdom¨¨nech es profesor de investigaci¨®n del CSIC.
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