Saint-Exup¨¦ry

Por un descuido imperdonable en mi art¨ªculo "El Peque?o Pr¨ªncipe y Peter Pan" (Babelia, 24 de junio), no dije expl¨ªcitamente lo que era casi lo m¨¢s importante, aunque supongo que se podr¨ªa deducir de mis comentarios: que en modo alguno la obra de Saint-Exup¨¦ry considero que sea un libro para ni?os. Nunca lo fue en realidad, al menos en Espa?a, hasta que la eficaz mercadotecnia de la literatura infantil nos lo convirti¨® en tal cosa. Hasta los a?os ochenta, o por ah¨ª, fue un texto magistralmente escrito en un franc¨¦s sencillo y sugerente donde muchos estudiantes de la lengua de Moli¨¨re batimos nuestro aprendizaje. Y quien haya profundizado en ¨¦l sabr¨¢ que se trata de un relato tambi¨¦n profundamente equ¨ªvoco, que se debate entre la cr¨ªtica al esp¨ªritu burgu¨¦s y ciertas tendencias nihilistas, que hacen que su lectura sea muy compleja y a ratos depresiva. Tampoco le falta un sesgo religioso, ambiguamente mesi¨¢nico.

Curiosamente, entre la redacci¨®n de mi art¨ªculo y su publicaci¨®n tuvo lugar un debate muy interesante sobre este particular. Fue el pasado d¨ªa 18, en Guadalajara, con motivo de la marat¨®n de cuentos, y en el coloquio que sigui¨® a una perspicaz conferencia que pronunci¨® Carlo Frabetti, muy desmitificadora de ciertos textos presuntamente infantiles, uno de los cuales es, sin duda, el que nos ocupa. Otro ser¨ªa, por poner un ejemplo m¨¢s cercano, el de Juan Ram¨®n Jim¨¦nez Platero y yo. L¨¢stima que no sea posible reproducir la gran cantidad de aportaciones que all¨ª se hicieron a un asunto de tanta importancia como es saber qu¨¦ les estamos dando exactamente a los ni?os como lectura adecuada para ellos.- Sevilla.