El desempate MIQUEL CAMINAL
El comportamiento voluntario de los grandes liderazgos consiste en no retirarse de la pol¨ªtica activa si no es para ascender a un poder superior. Y ?a qu¨¦ podr¨¢ aspirar Jordi Pujol despu¨¦s de 24 a?os al frente de la Generalitat de Catalu?a? No le veo en Madrid, tampoco en Bruselas, aunque ya le gustar¨ªa ser el peque?o Bismarck de Espa?a o de Europa despu¨¦s de simular ser el gran Bol¨ªvar de Catalu?a. El modelo de la bicefalia del PNV no sirve, y menos cuando hay una alta probabilidad de perder las elecciones auton¨®micas si el candidato no es Pujol. Se presentar¨¢ sin arrastrarse. Los retos le van. En Catalu?a ya estamos algo acostumbrados a ver al presidente de la Generalitat como el avi dels catalans.Es verdad que los tiempos son importantes en la pol¨ªtica democr¨¢tica y uno debe tener la sabidur¨ªa de retirarse antes de que sean los electores quienes lo decidan. Pero los pol¨ªticos, especialmente los llamados carism¨¢ticos, son m¨¢s vanidosos que sabios. Mueren de ¨¦xito. En el caso de Jordi Pujol vamos a suponer lo contrario: que es m¨¢s sabio que vanidoso. En un sue?o propio se imagina una reuni¨®n con personas de su m¨¢s absoluta confianza. Les dice: "No me presentar¨¦ a la reelecci¨®n como presidente de la Generalitat". Entre las personas que le escuchan hay de tres tipos: los aduladores, los ambiciosos y los astutos. Los aduladores no se atreven a contradecir las palabras de su dios, pero les caen las l¨¢grimas y ruegan a los dioses del catalanismo que intervengan para hacerle cambiar de opini¨®n. Los ambiciosos le dan la raz¨®n y opinan que ha llegado el momento de preparar la sucesi¨®n para que se puedan afrontar las pr¨®ximas elecciones con la garant¨ªa de ganarlas. Los astutos le dicen lo siguiente: "Por supuesto, presidente, vivimos ya el tiempo de tu retirada, pero tienes que prestar un ¨²ltimo servicio al partido: ll¨¦vate contigo a Pasqual Maragall". El ego de Pujol comprende el mensaje. No habr¨¢ gloria para ¨¦l si la coalici¨®n queda en la miseria de la derrota y de la divisi¨®n. Otro candidato, sea cual fuere, significar¨ªa dar ventaja al adversario, incluso ponerle en bandeja la presidencia de la Generalitat. S¨®lo ¨¦l puede ganar a Maragall y arrastrarlo en su retirada. Ser¨¢ vanidad o ser¨¢ la necesidad de ganar para CiU, pero casi todo indica que habr¨¢ una segunda parte en el duelo Pujol-Maragall.
El PSC tiene que plantear la estrategia electoral a partir de esta base porque incluso en la remota hip¨®tesis de que Pujol renunciara a presentar su candidatura, la sombra de su personaje es tan grande que se necesitar¨ªa un telescopio para localizar al Ibarretxe catal¨¢n. Pujol est¨¢ en forma y no lo est¨¢n los que se postulan como sus sucesores. Lo mejor para alguien que duda o que no quiere retirarse de la primera l¨ªnea pol¨ªtica es que sean dos o m¨¢s los aspirantes a sucederle. La inmadurez pol¨ªtica de Artur Mas es todav¨ªa notoria y no se ha visto en ninguna parte que el l¨ªder del partido peque?o de una coalici¨®n sea l'hereu. Y si en alg¨²n momento se lo ha podido creer le han salido cu?adas y pellerols como enanos. Pujol no tiene un sucesor en su partido con posibilidades, y esto es bueno para quien no tiene ninguna prisa en que lo haya. Ahora bien, la persistencia de la duda sobre si se presentar¨¢ o no tiene la mala imagen de quien ha dejado que circulara la idea de que se present¨® por ¨²ltima vez en las auton¨®micas de 1999. Roca i Junyent lo dijo a su manera en la presentaci¨®n electoral de un libro de Jordi Pujol; Llu¨ªs Prenafeta tambi¨¦n dijo en su d¨ªa que un pol¨ªtico de la talla y significaci¨®n de Jordi Pujol deb¨ªa retirarse por decisi¨®n propia y no arriesgarse a perder unas elecciones. Quedar¨ªa feo que el rumor hubiera sido solamente una baza electoral. Esto s¨®lo lo hacen los que se arrastran por y para el poder, como Fraga.
Tendremos desempate. Maragall puede ganar en unas elecciones que ser¨¢n tambi¨¦n muy igualadas y en las que el PP y ERC volver¨¢n a decidir mayor¨ªas. El ¨²ltimo congreso del PSC se hizo casi exclusivamente para preparar la victoria y conseguir por fin el Gobierno de la Generalitat. Estos congresos tan organizados al detalle, donde no se deja nada a la improvisaci¨®n, siempre van seg¨²n el gui¨®n previsto. Son congresos plebiscitarios. Los delegados ratifican lo que unos cuantos han decidido y aclaman a su l¨ªder. Maragall-Montilla-Manuela de Madre son, por tanto, m¨¢s reflejo de un pacto de intereses que expresi¨®n de un proyecto renovador. Los grandes triunfadores del congreso son los de siempre: los alcaldes han subido un pelda?o m¨¢s en el gobierno del partido. Narc¨ªs Serra, en su estilo, lo ha hecho bien, pero de ah¨ª a intentar engatusarnos con debates y renovaciones imaginarias hay un abismo. Los partidos se renuevan cuando pierden las elecciones y a veces ni as¨ª. Pero cuando ganan o esperan ganar nadie baja del tren por propia voluntad. Es natural, porque la pol¨ªtica es para ellos, ante todo, una profesi¨®n. Por eso, la pregunta fundamental de un profesional de la pol¨ªtica es ?c¨®mo ganar las elecciones? Muchos cargos p¨²blicos, asesores y puestos de trabajo est¨¢n en juego. Las ideas son para los fil¨®sofos de la pol¨ªtica, que pueden gastar el tiempo debatiendo sobre el gobierno justo. Montilla no es un fil¨®sofo y por eso contesta a la gallega. ?Jospin o Blair? Qu¨¦ m¨¢s da uno u otro si cazan ratones.
Este es el precio que los dirigentes territoriales ponen a Maragall a cambio de su liderazgo indiscutido, pero todav¨ªa no indiscutible. A cazar ratones y a ganar en el desempate. Porque de lo contrario tendr¨¢ que buscarse la vida dentro de cuatro a?os. A los l¨ªderes carism¨¢ticos s¨®lo les est¨¢ permitido vivir en dos mundos: la gloria o el infierno.
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