Aviso para aventureros en Bolsa
La f¨®rmula del dinero, que Canal+ emite esta tarde (15.30), se podr¨ªa clasificar en el apartado de documental-vacuna, si tal cosa existiera. Porque se trata de un documental fascinante, pero constituye tambi¨¦n una saludable vacuna para todos los incautos que a estas alturas todav¨ªa creen que se pueden hacer ricos en Bolsa siendo m¨¢s listos que el com¨²n de los ciudadanos (dejando aparte, resulta obvio, a los incumplidores de la Constituci¨®n y dem¨¢s leyes que castigan el uso de informaci¨®n privilegiada, un debate particularmente candente estos d¨ªas).La historia arranca a mediados de los a?os setenta, cuando dos economistas, Myron Scholes y Fischer Black, ponen a punto una f¨®rmula que, simplificando mucho, permit¨ªa predecir, y por tanto cubrir, el riesgo que uno asume cuando invierte en Bolsa. ?Invertir en Bolsa sin riesgo? Fant¨¢stico. La f¨®rmula Scholes-Black se generaliz¨® con rapidez y contribuy¨® en los a?os siguientes al gigantesco desarrollo de los mercados de futuros y opciones, algo reservado a especialistas. Hasta que a alguien se le ocurri¨® que el invento pod¨ªa ser un poco m¨¢s ¨²til, y proporcionarle millones de d¨®lares sin riesgo alguno.
Ese alguien era Myron Scholes, ayudado por otro profesor de econom¨ªa, Robert Merton (Black hab¨ªa muerto entretanto). Junto con un limitado grupo de influyentes miembros de la ¨¦lite estadounidense, fundaron una compa?¨ªa, Long Term Capital Management (LTCM), con la intenci¨®n de que las ecuaciones que con tanta soltura manejaban en la pizarra se tradujesen en d¨®lares, cuantos m¨¢s mejor.
En 1997, dos a?os despu¨¦s de fundada la compa?¨ªa, Scholes y Merton recibieron el premio Nobel de Econom¨ªa por la f¨®rmula que lleva su nombre, lo que contribuy¨® de forma decisiva al despegue de LTCM. ?C¨®mo no confiarle el dinero a dos premios Nobel de Econom¨ªa? Los inversores, cuenta el documental, acud¨ªan a Scholes y Merton en fila de a uno a rogarles que aceptasen su dinero. Aquello iba a lo grande: s¨®lo se aceptaban socios que aportasen m¨¢s de 1.600 millones de pesetas por barba. A LTCM no le interesaba el beneficio y la solidez de una empresa, que es lo que le debe interesar a cualquier inversor con sentido com¨²n, un bien por lo visto peor distribuido todav¨ªa que la riqueza. Con sus f¨®rmulas m¨¢gicas, Scholes y Merton cre¨ªan estar a salvo de lo que consideraban la irracionalidad de los mercados financieros. Y comenzaron a repartir apuestas en la ruleta, sin mirar m¨¢s que sus programas inform¨¢ticos.
La crisis de Asia y la deuda de Rusia acabaron con ellos. Apenas un a?o despu¨¦s de recibir el Nobel, LTCM se convirti¨® en uno de los peores fiascos financieros de la historia, amenaz¨® con una crisis burs¨¢til mundial y oblig¨® a las autoridades a organizar una gigantesca y pol¨¦mica operaci¨®n de rescate. Decenas de bancos perdieron millones y LTCM acab¨® en una especie de quiebra al margen de los tribunales. Moraleja: la Bolsa no es un casino, sino un lugar donde las empresas consiguen dinero para invertir y crecer, y por tanto hay que prestar atenci¨®n a sus beneficios y a su gesti¨®n. Cualquier otra estrategia, por esot¨¦rica y atractiva que parezca, est¨¢ condenada al fracaso a largo plazo. Claro que, a largo plazo, como dec¨ªa el viejo John Maynard Keynes, todos muertos.
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