Historia
Uno se hace persona a contrapelo, lo que incluye, entre otras cosas, crecer a contra Historia: la de los libros que le obligaron a estudiar, la de los cuentos que le hicieron escuchar. Uno se hace abriendo las orejas, desconfiando, buscando fuentes, contraponi¨¦ndolas, sopes¨¢ndolas y enter¨¢ndose, finalmente, de que todo es relativo y m¨¢s relativa que cualquier otra materia es la forma en que cada pueblo describe sus ayeres despu¨¦s de haberlos perpetrado. Mi generaci¨®n, entre otros asaltos, fue acosada hist¨®ricamente, y por ello, me parece, es una de las m¨¢s esc¨¦pticas respecto a cualquier tipo de haza?a protagonizada por cualquier clase de tribu. La Historia, saben, no es m¨¢s que esa secuencia del Un, dos, tres de Billy Wilder: cuando, al trepidante ritmo de un baile, van cayendo de la pared los retratos superpuestos de los sucesivos l¨ªderes de la URSS.Que me perdonen los doctos, pero creo que, en esta materia, a los ni?os habr¨ªa que ense?arles dos ¨²nicas asignaturas: la de desconfiar y la de conocer que nuestra ¨²nica oportunidad de escribir verdaderamente la Historia es influyendo mientras se gesta, es decir, en el presente. Veremos qu¨¦ nos dicen los sabios, dentro de unos a?os, de la Historia que estamos haciendo ahora. Puede que, en el futuro, no conste en ning¨²n lugar, pero deber¨ªamos ser conscientes, por ejemplo, de que ¨¦ste es el tiempo de la Segunda Expulsi¨®n de los Moros.
Dicho lo cual, me parece que este frenes¨ª humanitario que les ha entrado a los responsables de la ense?anza en el Gobierno central, en relaci¨®n con la Historia de Espa?a (ver¨¢n que la siguiente tem¨¢tica de la que se ocupan es la Geograf¨ªa) no es sino una manifestaci¨®n m¨¢s de la concepci¨®n imperial que impulsa a nuestros gobernantes. Una vez unificada la patria por la liberalizaci¨®n econ¨®mica (gesta que queremos exportar hasta a China), se consuma la segunda parte: unificar la Historia, liberando al todo del pensamiento de sus partes.
Una vez conseguida la Historia ¨²nica de Espa?a, podemos aspirar a que Europa adopte el modelo. Fraga Iribarne, al escribir el ep¨ªlogo del libro del fino historiador que niega el Holocausto, ya ha aportado su granito de arena. O su cucharadita de cal viva.
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