Ejecutados en Guatemala dos secuestradores ante las c¨¢maras de televisi¨®n
La ceremonia se cumpli¨® seg¨²n lo previsto. Al amanecer de ayer, jueves, una inyecci¨®n intravenosa acab¨® con la vida de Tom¨¢s Cerrate y Am¨ªlcar Cetino, miembros de una de las m¨¢s peligrosas bandas de secuestradores de Guatemala, conocida como Los Pasaco. Su agon¨ªa, retransmitida en directo por televisi¨®n, tuvo un car¨¢cter casi ritual: en su camilla, mientras el c¨®ctel de tranquilizantes flu¨ªa por sus venas y los introduc¨ªa en un letargo sin retorno, los reos se convert¨ªan ante las c¨¢maras en las v¨ªctimas propiciatorias para la catarsis de una poblaci¨®n fustigada por la criminalidad.
No hubo clemencia para Cerrate ni Cetino. Ni por parte de los tribunales, ni por parte del presidente, Alfonso Portillo, que deneg¨® el indulto, ni por parte de la sociedad guatemalteca, que clamaba por ver muertos a estos dos hombres. ?Pero qui¨¦n quer¨ªa compasi¨®n para unos hombres capaces de torturar, amputar y asesinar a sus v¨ªctimas, a menudo menores de edad, aun despu¨¦s de haber cobrado el rescate? ?Qui¨¦n pod¨ªa pedir p¨²blicamente el perd¨®n para unos sujetos que maltrataron y estrangularon en 1997 a la anciana Isabel de Botr¨¢n, miembro de una acaudalada familia de empresarios?Muy pocos. S¨®lo la Iglesia cat¨®lica, algunas organizaciones de derechos humanos y varios intelectuales se alzaron en contra de la ejecuci¨®n. En su momento, la Misi¨®n de Verificaci¨®n de las Naciones Unidas en Guatemala (Minugua) denunci¨® la violaci¨®n del derecho al debido proceso en el caso de Cerrate y Cetino, que fueron detenidos ilegalmente y sometidos a tortura.
Pero todas estas voces han quedado ahogadas por el clamor popular por que "se hiciera justicia". El contexto en el que vive la sociedad guatemalteca ofrece los argumentos. La proliferaci¨®n de secuestros por parte de bandas criminales que hacen alarde de una extrema crueldad con sus v¨ªctimas tiene conmocionada a la poblaci¨®n. Junto a ello, un inoperante sistema de justicia y unas c¨¢rceles que est¨¢n controladas por los propios delincuentes, que entran y salen cuando quieren, alimentan la sensaci¨®n de indefensi¨®n. Sin ir m¨¢s lejos, el jefe de Los Pasaco, Elver Alvarado, alias Lito, se fug¨® de la prisi¨®n el pasado 10 de enero.
El apoyo mayoritario a la ejecuci¨®n no ha librado al presidente Portillo de un nuevo esc¨¢ndalo. Despu¨¦s de rechazar el indulto, el mandatario envi¨® a su familia (madre, hermanos, cu?ados y sobrinos) a Canad¨¢, alegando el temor a represalias por parte del pr¨®fugo Lito. Si Portillo cre¨ªa que la poblaci¨®n iba a reconocerle el sacrificio, estaba equivocado. La avalancha de cr¨ªticas no se hizo esperar. ?Por qu¨¦ no ayudaba igualmente, a cuenta del erario p¨²blico, a todos los testigos, jueces y fiscales que se juegan la vida en cada uno de estos procesos? Y es que, si bien la muerte de los dos reos ha proporcionado alivio a una buena parte de los guatemaltecos, no ha logrado ocultar la incapacidad del Gobierno para hacer frente al crimen organizado. En los seis meses que lleva en el poder, Alfonso Portillo no ha presentado un plan concreto de lucha contra la inseguridad ciudadana, que fue el caballo de batalla de su campa?a electoral.
El proceso de Los Pasaco ha servido tambi¨¦n para recordar algunas paradojas que se han dado en este pa¨ªs. Algunos (pocos) comentaristas han recriminado a Portillo que deniegue indultos y se llene la boca con el cumplimiento de la ley cuando ¨¦l mismo huy¨® de la justicia mexicana despu¨¦s de matar a dos hombres en 1987. Y a la poblaci¨®n guatemalteca, que pida justicia cuando llev¨® al poder a un partido, el Frente Republicano Guatemalteco (FRG), fundado y presidido por un hombre, el ex general golpista Efra¨ªn R¨ªos Montt, acusado de genocidio en los tribunales. Guatemala es el ¨²nico pa¨ªs de Centroam¨¦rica donde la condena de muerte est¨¢ vigente para delitos comunes como los asesinatos y los secuestros. Estas dos ¨²ltimas muertes elevan a cinco las ejecuciones desde la firma de los acuerdos de paz, en 1996.
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