Manos arriba
1. Hace poco, mi casa fue asaltada. Los ladrones se dejaron una sierra (en el mango se lee: Facilitando su trabajo) y un reguero de cosas que tuvieron que abandonar en la estampida. Entre las cosas que pudieron llevarse estaba una computadora que yo acababa de comprar y que iba a ser la primera de mi vida. Mi progreso tecnol¨®gico ha sido interrumpido por la delincuencia.Yo bien s¨¦ que el episodio carece de importancia, y que, al fin y al cabo, forma parte de la rutina de la vida en el mundo de hoy, pero el hecho es que no he tenido m¨¢s remedio que agregar rejas a las rejas y que ahora mi casa parece, como todas, una jaula. Como a todos, una nueva dosis de veneno me ha sido inoculada: el veneno del miedo, el veneno de la desconfianza.
2. Es una antigua leyenda china. A la hora de irse a trabajar, un le?ador descubre que le falta el hacha. Observa a su vecino: tiene el aspecto t¨ªpico de un ladr¨®n de hachas, la mirada y los gestos y la manera de hablar de un ladr¨®n de hachas. Pero el le?ador encuentra su herramienta, que estaba ca¨ªda por ah¨ª. Y cuando vuelve a observar a su vecino, comprueba que no se parece para nada a un ladr¨®n de hachas, ni en la mirada ni en los gestos ni en la manera de hablar.
3. El fil¨®sofo brit¨¢nico Samuel Johnson dec¨ªa, a mediados del siglo XVIII: "La seguridad, d¨¦ lo que d¨¦, da lo mejor". Dos siglos despu¨¦s, dec¨ªa el fil¨®sofo italiano Benito Mussolini: "En la historia de la humanidad, el polic¨ªa ha precedido siempre al profesor". Y ahora, grandes carteles nos advierten, en los supermercados: "Sonr¨ªa: por su seguridad, lo estamos filmando y grabando".
4. Bien lo saben los pol¨ªticos y los demagogos de uniforme: la inseguridad es el p¨¢nico de nuestro tiempo. Y las estad¨ªsticas confirman que el mundo est¨¢ transpirando violencia por todos los poros.
Colombia es el pa¨ªs m¨¢s violento del mundo. Los asesinatos de todo un a?o en Noruega equivalen a un fin de semana en Cali o Medell¨ªn. Se supone que la violencia colombiana es obra del narcotr¨¢fico y de la guerra entre militares, paramilitares y guerrilleros. Pero la organizaci¨®n Justicia y Paz atribuye la mayor¨ªa de los cr¨ªmenes, siete de cada diez, a "la violencia estructural de la sociedad colombiana". Colombia es uno de los pa¨ªses m¨¢s injustos del mundo: 80% de pobres, 7% de ricos; de cada 100 adultos, 22 est¨¢n desempleados y 55 trabajan a la buena de Dios, en eso que los expertos llaman mercado informal.
5. En Brasil se roba un auto cada minuto y medio. Durante las horas m¨¢s peligrosas, que son las horas de la noche, los conductores de veh¨ªculos en R¨ªo de Janeiro est¨¢n autorizados a saltarse los sem¨¢foros en rojo. Y no s¨®lo se roban autos. Gran ¨¦xito est¨¢ teniendo un escultor de alegor¨ªas de carnaval, que est¨¢ fabricando guardias virtuales para las empresas de seguridad: son maniqu¨ªes de uniforme policial, hechos de fibra de vidrio, con microc¨¢maras en lugar de ojos. Otros guardias, de carne y hueso, disparan y matan y preguntan despu¨¦s. Muchas de sus v¨ªctimas son ni?os de la calle.
Brasil es, como Colombia, un pa¨ªs violento y un pa¨ªs injusto: el m¨¢s injusto del mundo, el que m¨¢s injustamente distribuye los panes y los peces. Veinti¨²n millones de ni?os viven, sobreviven, en la miseria.
H¨¦lio Luz, que hasta hace poco fue jefe de polic¨ªa en R¨ªo, record¨® recientemente, en una entrevista, que la polic¨ªa brasile?a no naci¨® para proteger a los ciudadanos: fue creada, en l808, para controlar a los esclavos.
Los esclavos eran negros, y negros son, hoy d¨ªa, la mayor¨ªa de sus v¨ªctimas.
6. Los polic¨ªas y los pol¨ªticos latinoamericanos acuden en peregrinaci¨®n a Nueva York. All¨ª aprenden la f¨®rmula m¨¢gica contra la delincuencia. La tolerancia cero se aplica hacia abajo, como la represi¨®n cero se aplica hacia arriba. Esta criminalizaci¨®n de la pobreza castiga al delincuente antes de que viole la ley. Hasta los graffitis merecen castigo porque delatan "una conducta protocriminal".
La delincuencia ha disminuido en Nueva York y en todo el territorio estadounidense. Pero no como resultado de la pol¨ªtica de intolerancia: la mano dura s¨®lo ha servido para multiplicar los horrores policiales contra los negros en el reino del alcalde Giuliani. Como bien dice el juez argentino Luis Ni?o, la tasa de criminalidad ha ca¨ªdo en Estados Unidos en la misma medida en que ha subido la tasa de ocupaci¨®n: hay menos delito porque hay pleno empleo.
El milagro del pleno empleo, o de algo que, en todo caso, se le parece bastante, ha sido posible en este pa¨ªs que tiene al mundo entero trabajando para ¨¦l. Pero la inseguridad es un buen negocio, y las c¨¢rceles privadas necesitan presos como los pulmones necesitan aire. M¨¢s vale prevenir que curar: cuantos menos delitos se cometen m¨¢s presos hay. En los ¨²ltimos 15 a?os, por poner un ejemplo, se ha multiplicado por tres la cantidad de menores de edad encerrados en c¨¢rceles de adultos, "para que los chicos se conviertan en adultos productivos", como explica James Gondles, vocero de las empresas privadas que se ocupan de encerrar gente en el pa¨ªs que tiene la mayor cantidad de presos en el mundo.
Eduardo Galeano es escritor y periodista uruguayo, autor de Las venas abiertas de Am¨¦rica Latina y Memorias del fuego. ? IPS / Comunica.
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