La voz de Am¨¦rica Latina
Alguien pidi¨® que bajaran el volumen de los instrumentos. Ten¨ªa raz¨®n quien as¨ª se quejaba: el acompa?amiento electrificado suena casi obsceno si se trata de Mercedes Sosa. No es nada contra los m¨²sicos: m¨¢s bien a favor de ella, de su canto profundo y desgarrador.Cogi¨® por primera vez el bombo para Al jard¨ªn de la Rep¨²blica, transmitiendo toda la fuerza que emana de su interior. Cuando esta mujer, que cumplir¨¢ 65 a?os dentro de unos d¨ªas, canta ¨²nicamente con una guitarra espa?ola, un piano ac¨²stico o su tambor, expresiones como "poner los pelos de punta" o "la piel de gallina" adquieren pleno sentido. Porque La Negra, como la llaman sus amigos, lleva en su voz un pedazo del alma de la humanidad.
Mercedes Sosa Mercedes Sosa (voz), Nicol¨¢s Brizuela (guitarras y coros), Popi Spatocco (piano y teclados), Rub¨¦n Lobo (percusi¨®n), Carlos Genoni (bajo y coros) y Beatriz Mu?oz (coros)
Patio Central del Conde Duque. Madrid, 30 de junio.
Volv¨ªa Mercedes Sosa a la que durante a?os fue su ciudad de exilio, y el p¨²blico la recibi¨® amorosamente: con los brazos abiertos, un gesto que ella repiti¨® varias veces durante el recital de hora y tres cuartos. Dio gusto escucharla, porque ha estado muy enferma: se pas¨® cinco meses en cama sin un diagn¨®stico correcto sobre la dolencia que la aquejaba; al borde de la muerte. Reconfort¨® verla de nuevo con su aire de pachamama, de madre tierra, sentada ante el atril.
En su actual repertorio hay algunas canciones que no parecen las m¨¢s adecuadas para la expresi¨®n de sus emociones. Son aquellas de corte m¨¢s pop. Probablemente las que m¨¢s se alejan de zambas o chacareras. No acaba de funcionar Un vestido y un amor, de su compatriota Fito P¨¢ez, dif¨ªcilmente versioneable desde que la bord¨® Caetano Veloso en su disco en espa?ol; ni tampoco su intento, en un inseguro portugu¨¦s, de interpretar Cora??o vagabundo, del artista brasile?o.
Entonces canta Gracias a la vida como s¨®lo ella puede hacerlo. Y emociona sin remedio. O se levanta para interpretar Alfonsina y el mar, que comparti¨® con la grada en los ¨²ltimos versos. O deja caer Los hermanos, de Atahualpa Yupanqui, o Palabras para Julia, de Goytisolo y Paco Ib¨¢?ez.
Y Mercedes Sosa demuestra que el paso del tiempo no ha hecho mella en su coraz¨®n ni en su garganta.
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