Entre la tinta y la sangre
Las elecciones mexicanas que se llevan a cabo hoy ser¨¢n una prueba dif¨ªcil para la fatigosa transici¨®n a la democracia y pueden conducir a un enfrentamiento entre lo que llamo la cultura de la tinta y la cultura de la sangre. Estas im¨¢genes pueden dejar de ser met¨¢foras para transformarse en expresiones literales: ?prevalecer¨¢ la tinta impresa de las boletas electorales frente a las peligrosas confrontaciones?La cultura de la sangre ha encarnado en la exaltaci¨®n de la lucha revolucionaria y en la institucionalizaci¨®n del nacionalismo; es la cultura que ilustra los m¨¢s de setenta a?os del poder autoritario del Partido Revolucionario Institucional (PRI), pero es tambi¨¦n la que ilumina al subcomandante Marcos y a una parte de la izquierda. La cultura de la tinta exalta la pluralidad de escrituras e impulsa los argumentos impresos en papel y no en los campos de batalla: es la cultura de la democracia representativa, que ha auspiciado el crecimiento de una oposici¨®n pol¨ªtica que ya es mayoritaria y que se ha colado en los intersticios de los partidos pol¨ªticos, tanto los de izquierda como los de derecha. Es mayoritaria, pero est¨¢ fragmentada.
La izquierda, encabezada simb¨®licamente por Cuauht¨¦moc C¨¢rdenas, que cobr¨® gran fuerza hace doce a?os, lamentablemente ha recogido gran parte de la basura patriotera y de los lastres populistas que ha desechado el partido oficial. Ello ha contribuido a su debilitamiento. Adem¨¢s, su partido, el Partido de la Revoluci¨®n Democr¨¢tica (PRD), ha sido incapaz de deslindarse creativamente de los modelos caducos que se vinieron abajo con la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn y de rechazar claramente las tentaciones guerrilleras o los movimientos de inspiraci¨®n dogm¨¢tica. Por estas razones, el PRD recibir¨¢ una porci¨®n muy reducida de los votos que tuvo hace doce a?os, a pesar de que Cuauht¨¦moc C¨¢rdenas es el gran s¨ªmbolo moral de la transici¨®n democr¨¢tica.
El partido de la derecha tradicional, el Partido de Acci¨®n Nacional (PAN), tambi¨¦n recibi¨® una vigorosa sacudida hace doce a?os. En esa ¨¦poca s¨®lo un inmenso fraude electoral impidi¨® el triunfo de la izquierda, y el PAN comenz¨® a comprender que deb¨ªa abandonar el marchito discurso conservador que emanaba de un partido peque?o que se resignaba a ser el gestor de algunos grupos de la peque?a burgues¨ªa reaccionaria. Fue avanzando una derecha pragm¨¢tica y agresiva, dispuesta a desplazarse hacia el centro del espectro pol¨ªtico y aun a retomar ideas de la izquierda. El resultado ha sido la vigorosa candidatura presidencial de Vicente Fox, que ha acumulado una considerable fuerza electoral y que pone al PRI en peligro de perder las elecciones.
Por su parte, el PRI tambi¨¦n ha cambiado: cada vez es m¨¢s un partido moderno y menos un aparato de gobierno. ?sa es la raz¨®n que permite comprender por qu¨¦ no se ha desplomado: combina con gran habilidad la capacidad de maniobra de un partido de centro con el peso de una maquinaria estatal que le garantiza enormes recursos (financieros y organizativos). No s¨®lo no se ha desmoronado: la mayor parte de las encuestas ubican al PRI en un empate t¨¦cnico con el PAN, o con una peque?a ventaja.
El pragmatismo pasional con habilidades mercadot¨¦cnicas de Vicente Fox ha atra¨ªdo a una gran parte del electorado. Pero ha cometido un error que le puede costar caro: emprendi¨® una cruzada para captar los votos de la exang¨¹e izquierda, en nombre del "voto ¨²til", pero descuid¨® la captaci¨®n de votos procedentes de los espacios dominados por el PRI. Ello tom¨® en un mal momento al PRD, que alberga corrientes poderosas que han escenificado un descomunal berrinche fundamentalista, en busca de la identidad perdida, ante la posibilidad de apoyar electoralmente a Vicente Fox. El resultado es que s¨®lo unos pocos dirigentes e intelectuales de izquierda, en general de dudoso prestigio, han llamado a votar por Fox.
La consecuencia de todo esto es que la cultura de la sangre se ha fortalecido. Ante la eventualidad, probable, de que el PRI gane por un estrecho margen, es posible que diversas fuerzas enciendan los motores del rencor acumulado. El humor sangu¨ªneo de Fox puede inflamarse, puede estallar la histeria de sectores de clase media conservadora, facciones de la ¨¦lite gubernamental pueden aprovechar la confusi¨®n para forzar un reacomodo de posiciones, los altos mandos del gobierno pueden ser atra¨ªdos por soluciones duras o grupos armados podr¨ªan aprovechar la coyuntura para dar sorpresas desagradables.
Es curioso: hay m¨¢s posibilidades de que nos enfrentemos a fuertes tensiones, o incluso a una crisis pol¨ªtica, si gana el partido del gobierno que si gana la oposici¨®n, pues el pa¨ªs tal vez no resista f¨¢cilmente la continuaci¨®n de la a?eja dictadura. A pesar de todo, espero que mi pesimismo se ahogue en la tinta de la democracia y podamos vivir tranquilamente el fin de la dictadura.
Roger Bartra es soci¨®logo, autor de La democracia ausente. El pasado de una ilusi¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.