El virrey y el filibustero
Les encanta. Y hasta se encantan. Les gusta -a los dos- ser malos. Jugar a ser malos. Son como ni?os. Pero uno -Gustavo Villapalos, consejero de Educa-ci¨®n- es el que se queda al cargo de la clase cuando el maestro se ausenta. Y el otro -Franco Gonz¨¢lez, diputado de IU, portavoz de Educaci¨®n- es el espabilado de la ¨²ltima fila, una especie de Guillermo Brown de El Hornillo (?vila) que disfruta escandalizando a su compa?ero. Nunca ser¨¢n de la misma pandilla, pero, cuando crezcan, hasta presumir¨¢n de haber ido al mismo colegio.Villapalos lleva a la Asamblea un humor que, en ocasiones, se le desmanda en iron¨ªa cruel y que, luego, lamentar¨¢, seguro. No es que insulte a su oponente. Pero le encela y hasta le provoca desde su posici¨®n privilegiada. Como en el pleno del 7 de octubre. Gonz¨¢lez le pregunt¨® si conoc¨ªa por qu¨¦ hab¨ªan dimitido dos altos cargos de su consejer¨ªa. Y Villapalos, con cachaza, le contest¨®:
-Debo responderle que s¨ª, que conocemos los motivos por los que han pedido su cese ambos directores generales.
Y punto. Ni una palabra m¨¢s. Sus se?or¨ªas se rieron mucho con aquella salida. Pero si Villapalos utiliza la socarroner¨ªa, Gonz¨¢lez carga sus armas con un humor m¨¢s zumb¨®n. A lo mejor, no tan exquisito, pero no menos efectivo. A Villapalos, la verdad, le gusta agarrarse a las palabras. En la misma sesi¨®n dijo, muy fino, que el diputado, a lo mejor, ten¨ªa experiencia de filibusterismo por su paso por el Ayuntamiento de la capital. Se supone que se refer¨ªa al filibusterismo parlamentario -utilizar todas las argucias para bloquear iniciativas en la C¨¢mara-, algo de mucha tradici¨®n espa?ola. Pero al diputado de IU le hubiera gustado m¨¢s que se lo dijera en el sentido que ten¨ªa en origen: aquellos parlamentarios que luchaban por la emancipaci¨®n de las colonias americanas. Porque si ¨¦l fuese un filibustero, el consejero ser¨ªa el virrey. Y siempre, aun en la derrota, le quedar¨ªa el orgullo de levantar la bandera de los perseguidos.
Al consejero le gustan las citas. Un d¨ªa cit¨® a Calvino -"se consideraba incompleto y tan s¨®lo era joven"- para insinuar ?la escasa edad o la p¨¢rvula erudici¨®n de un diputado? A saber. Al consejero, tal vez por sus a?os de decano, a veces le asoma un retint¨ªn de se?orito culto.
Gonz¨¢lez no cita a los cl¨¢sicos. Pero una vez cit¨® el catecismo cat¨®lico, apost¨®lico y romano. Y tiene su m¨¦rito, sabida la religiosidad del consejero.
Fue el 8 de junio. La pregunta, aparentemente, era inocente. Pero era una pregunta saducea, nunca mejor dicho. El diputado quiso saber qu¨¦ opina el Gobierno de la asignatura de religi¨®n en los colegios p¨²blicos. Sali¨® Villapalos y dijo que el "Consejo de Gobierno no ten¨ªa por qu¨¦ tener opini¨®n colegiada sobre la metodolog¨ªa que los profesores utilizaban". Y poco m¨¢s, porque, a bote pronto, poco m¨¢s se pod¨ªa decir.
Gonz¨¢lez se la tra¨ªa preparada. A ¨¦l lo que le interesaba era el nuevo catecismo y lo que llam¨® las "perlas cultivadas" que conten¨ªan sus p¨¢ginas. A saber: la aceptaci¨®n cristiana de la pena de muerte, la ambig¨¹edad con que se trata el terrorismo o el rechazo a los anticonceptivos. Todo ello, explic¨® Gonz¨¢lez, es contrario a la Constituci¨®n. Y peor: cosas como ¨¦sa -uso del preservativo, un suponer- lleva a los j¨®venes al pecado, seg¨²n el catecismo.
-Est¨¢n en pecado y l¨®gicamente van a ir al infierno como la mayor parte de sus se?or¨ªas.
Lo que provoc¨® el jolgorio -venial, eso s¨ª- de la C¨¢mara. El consejero, con humildad franciscana, reconoci¨® que no conoc¨ªa el texto religioso y que en cuanto viera al cardenal le relatar¨ªa la preocupaci¨®n y el conocimiento que "don Franco Gonz¨¢lez tiene del catecismo".
El diputado, cuando coge la palabra, apura hasta el final, a veces incluso con varias preguntas que no tienen nada que ver. Y ¨¦l mismo lo reconoce:
-Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid -lleg¨® a decir-, quiero preguntar al consejero: ?para cu¨¢ndo el cese de los directores provinciales y los subdirectores heredados de la Administraci¨®n del Estado?
La pregunta la hizo en mitad de una intervenci¨®n y cuando, adem¨¢s, el origen de todo era otra pregunta presentada por ¨¦l sobre la construcci¨®n de unos barracones para dar clase. Villapalos dijo que no iba a contestar porque Gonz¨¢lez "aprovecha una pregunta para preguntar por todo". No le faltaba raz¨®n.
Pero, en el fondo, se quieren. Gonz¨¢lez lleg¨® a expresar su preocupaci¨®n por la salud del consejero. Hizo una pregunta un tanto oscura a la que, sin embargo, se hab¨ªa referido esa misma ma?ana en la radio. O sea, que la cosa lleg¨® ya sabida a la Asamblea. Pero lo hizo con buen fin.
-Como me enter¨¦ de que ten¨ªa un proceso gripal, pens¨¦ en decir algo en los medios para darle una pista.
El consejero le reconvino:
-Le rogar¨ªa que no tratara de curar mis gripes con esos tratamientos de shock.
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