La cremallera del sue?o
Espai pel somni Textos y poes¨ªas de Miquel Mart¨ª i Pol. Selecci¨®n: Jordi Bosch. M¨²sica: Angel Pereira. Int¨¦rpretes: Jordi Bosch, Nina, Angel Pereira. Sonidos: Ferran Conangia. Iluminaci¨®n: Xavi Clot. Fotograf¨ªa proyectada: Pere Formiguera. Teatre Lliure. Barcelona, 29 de junio.
Un recital de poes¨ªa es siempre algo dif¨ªcil. Lo dif¨ªcil es ver al poeta realmente representado a trav¨¦s de los int¨¦rpretes que hacen de intermediarios, sin distorsiones, n¨ªtido, dejando que su palabra atraviese naturalmente, en ¨®smosis, la piel de aquellos que, esta vez, no lo est¨¢n leyendo, sino escuchando. Un recital es llevar m¨¢s all¨¢, penetr¨¢ndolas, las intenciones y las intuiciones del poeta. Espai pel somni, con textos y poes¨ªas de Miquel Mart¨ª i Pol seleccionados por Jordi Bosch y con m¨²sica de Angel Pereira, trata de penetrar la sonoridad de sus versos llev¨¢ndola m¨¢s all¨¢ a trav¨¦s de la sonoridad pura de los instrumentos de percusi¨®n y de la voz de Nina.
Lo dif¨ªcil de un recital de poes¨ªa es hacer cre¨ªble que quien lo est¨¢ interpretando, en este caso a trav¨¦s de la m¨²sica y de la voz, ha hecho una inmersi¨®n profunda en la obra del poeta para reemerger con los tesoros que ha hallado y que pongan al descubierto algo nuevo, personal, una relaci¨®n ¨ªntima, sensible, con la obra. En Espai pel somni, ni Jordi Bosch, ni Angel Pereira ni Nina dan esta sensaci¨®n. No es que el recital ofrezca una imagen de superficialidad, pero s¨ª da la sensaci¨®n de que pasan por encima de sus versos y sus palabras sin atreverse a hac¨¦rselos suyos. Los ilustran, los interpretan, pero en ning¨²n momento parecen estar sinti¨¦ndolos.
Espacio esencial, despojado, elegante, ocupado por el arsenal sonoro de Angel Pereira, gongs, xil¨®fonos, timbales, al fondo se proyectan, en un recurso que empieza a ser demasiado frecuente y apenas significativo, el rostro fragmentado del poeta, sus ojos, su sonrisa. Jordi Bosch, Nina, Angel Pereira habitan ese espacio del sue?o, cada cual con su instrumento para acercarse a la palabra de Miquel Mart¨ª i Pol. Bosch recita, y recita bien, pero interpretando, es decir, sin convicci¨®n, de forma externa. Nina recita y canta, a veces sin acompa?amiento alguno, su presencia es distante. Pereira genera un espacio sonoro, a veces en solitario, y a menudo se limita a traducir en sonidos lo que el poeta ya dice con palabras.
De Mart¨ª i Pol sabremos su relaci¨®n po¨¦tica consigo mismo y su profesi¨®n de invalidez, su vicio de pensar, su horror a sentirse patrimonio nacional en boca de pol¨ªticos no mal intencionados, pero absurdos, su extra?a relaci¨®n con sus lectores que le usurpan poemas para ilustrar recordatorios f¨²nebres o estampas de primera comuni¨®n, su viaje imaginario a un Par¨ªs de ensue?o, la tempestad de la vida. Emerge del espect¨¢culo una imagen amable, rota a veces por la premonici¨®n de la muerte. Pero emerge de entre los intersticios de una pieza fr¨ªa, que se limita a recorrer los versos como quien abre la cremellera de un vestido de noche colgado en el armario. Lo que falta es el cuerpo, la curva de la espalda.
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