A los que no se resignan
Hace poco m¨¢s de dos meses, un grupo de socialistas preocupados por la crisis del partido suscribimos un manifiesto bajo el nombre de Colectivo Mayo. No se trata de otra tendencia m¨¢s. Ni queremos serlo. Ni pensamos concurrir con una candidatura propia al congreso. Ni la intenci¨®n de apoyar, como colectivo, a una u otra de las diversas que puedan presentarse.Nos anima el haber militado juntos, muchos de nosotros, desde hace m¨¢s de 25 a?os, con grados de compromiso muy diversos, desde la dedicaci¨®n plena hasta la militancia de base y en varios lugares de Espa?a. Otros sentimos afinidad con alguna de las corrientes del PSOE e incluso los hay que apoyan individualmente a distintos candidatos/as a la secretar¨ªa general.
Adem¨¢s, compartimos un lenguaje muy pr¨®ximo: el de aquellos j¨®venes comprometidos con el proyecto socialista a mediados de los a?os 70, lenguaje que facilita el debate, el flujo de ideas, el acuerdo y la concreci¨®n de las propuestas. Tambi¨¦n coincidimos en el an¨¢lisis de la situaci¨®n de nuestro partido y del resultado de las pasadas elecciones, que para nosotros no se explica ¨²nicamente por la dimisi¨®n de Felipe Gonz¨¢lez y la imposibilidad de sustituirlo, sino que debe entenderse analizando un amplio periodo durante el cual se consumi¨® una parte importante del inmenso capital pol¨ªtico acumulado por el PSOE entre 1974 y 1982.
A partir de 1987, el PSOE sufre un intenso proceso de deslegitimaci¨®n social como resultado, entre otros, del dur¨ªsimo enfrentamiento con el movimiento sindical y de la implacable campa?a de los medios de comunicaci¨®n afines a la derecha. El partido no pudo o no supo aprovechar una buena gesti¨®n socialdem¨®crata, cl¨¢sica, con importantes avances sociales, logrados en el periodo 1988-1993, despu¨¦s de una larga d¨¦cada de crisis econ¨®mica. Y, lo que es peor, tampoco logr¨® construir una respuesta, consensuada con los interlocutores sociales, a las necesidades derivadas del ciclo recesivo del trienio 1993-1995, asumiendo as¨ª un importante coste pol¨ªtico como consecuencia de alguna de las medidas adoptadas en el ¨¢mbito econ¨®mico y sociolaboral.
En aquellos a?os, adem¨¢s, se consolidaban unos esquemas de financiaci¨®n de los partidos que conced¨ªan fuertes est¨ªmulos a las pr¨¢cticas corruptas en ciertas parcelas de la gesti¨®n p¨²blica, especialmente el urbanismo. Por m¨¢s que existiera la convicci¨®n generalizada de que tales pr¨¢cticas no eran ajenas a ning¨²n partido, la opini¨®n p¨²blica penaliz¨® en especial al PSOE. La prevalencia de los intereses personales distorsiona e impide la discusi¨®n libre de las propuestas pol¨ªticas y las alternativas de vanguardia que demanda la sociedad y niega toda oportunidad a la audacia, a la imaginaci¨®n y al tipo de organizaci¨®n capaz de anticiparse para erradicar las grandes y peque?as corruptelas que insultan a nuestra tradici¨®n de ¨¦tica y honradez.
Despu¨¦s de ganar las elecciones en 1993, el PSOE sufr¨ªa internamente un importante deterioro por las divisiones y enfrentamientos en su direcci¨®n y en buena parte de sus organizaciones territoriales, entreg¨¢ndose a un proceso, mal llamado de renovaci¨®n, que, adem¨¢s de agudizar los desequilibrios org¨¢nicos, debilitaba una ya muy deteriorada convivencia, dejando sin resolver los dif¨ªciles retos sociales y pol¨ªticos con los que se enfrentaba.
En 1996, con la llegada al Gobierno del PP, los socialistas nos instal¨¢bamos en un an¨¢lisis est¨¦ril, hablando de dulces derrotas; insistiendo, equivocadamente, en que el Gobierno no ser¨ªa capaz de consolidar una mayor¨ªa parlamentaria estable cuando era el propio PSOE el que no consegu¨ªa desarrollar una eficaz acci¨®n de oposici¨®n, dirigida casi exclusivamente por miembros de gobiernos anteriores y reiterando durante toda la legislatura que ambos partidos estaban en un empate t¨¦cnico. Con todo ello favorec¨ªamos, sin duda, la mayor¨ªa absoluta de la derecha en las elecciones de 2000.
Como militantes de muchos a?os, quiz¨¢s lo m¨¢s doloroso sea tener que reconocer que el partido, con su estructura, sus proyectos y su funcionamiento, no fue soporte suficiente para un programa y un candidato m¨¢s que solventes. Y es muy probable que hubiera ocurrido lo mismo de haberse presentado el candidato elegido en las primarias de abril de 1998.
Durante casi todo el periodo democr¨¢tico, el estilo de hacer pol¨ªtica, con fuertes liderazgos, ha ido alejando al partido de la sociedad y de las reivindicaciones sociales, en especial entre los colectivos tradicionalmente m¨¢s receptivos hacia nuestras propuestas: sanidad, ense?anza, juventud, mundo del trabajo... Lo que ha hecho crisis es un partido basado en clientelas pol¨ªticas y en intereses, m¨¢s pendientes de la conservaci¨®n del poder interno e institucional obtenido que en su ampliaci¨®n y renovaci¨®n por medio del trabajo y la presencia social.
Creemos que no es posible separar nuestro modelo de partido de nuestro modelo de sociedad, porque queremos una sociedad m¨¢s democr¨¢tica, m¨¢s participativa y tolerante, m¨¢s libre y m¨¢s solidaria; queremos un partido capaz de transmitir esos mensajes y de mostrar que en su interior los ha convertido en su pr¨¢ctica diaria. Por eso proponemos crear nuevos mecanismos para dinamizar la organizaci¨®n del partido, en l¨ªnea con lo que parece es el sentir mayoritario entre las bases del PSOE: limitaci¨®n de mandatos, listas abiertas, incompatibilidades, elecciones primarias...
Para llevar adelante este proceso es necesaria una direcci¨®n legitimada democr¨¢ticamente, elegida por voto individual y secreto de los delegados en el Congreso. Una direcci¨®n capaz de afrontar los retos planteados desde una visi¨®n no vinculada a los poderes regionales, que por definici¨®n aspirar¨¢n, leg¨ªtimamente, al mayor grado de independencia e influencia posible.
Lo que proponemos, en definitiva, es un movimiento de integraci¨®n y s¨ªntesis, para dar un nuevo impulso al socialismo espa?ol, fomentando una nueva actitud ante la pr¨¢ctica pol¨ªtica, invitando a todos los que no se resignan ante la situaci¨®n actual a compartir nuestras propuestas, sin sentir por ello que renuncian a sus leg¨ªtimas afinidades hacia una u otra de las sensibilidades o corrientes que conviven hoy en el PSOE.
Los firmantes del Manifiesto del Colectivo de Mayo son: Agust¨ªn Dom¨ªnguez Lobat¨®n, Alfredo Li¨¦bana, Ana In¨¦s L¨®pez Acotto, ?ngel Sancha, Antonio Humada, Carlos de la Serna, Celia G¨®mez Gonz¨¢lez, Cristina Valera, Daniel Yates, Elena Valenciano, Emilio Garrido, Eva Cremades, Francisco Javier L¨®pez Mart¨ªnez, Francisco Gordillo, Francisco Vel¨¢zquez, Germ¨¢n Jurado, Gonzalo Bercero, Ignacio M¨¢rtil, Javier Ledesma, Jes¨²s de la Lama, Jes¨²s Vaca, Joaqu¨ªn Segura, Jos¨¦ Antonio Espejo, Jos¨¦ Carlos Molina, Juan Jos¨¦ Barrera, Julio Alberto, Justo Manuel Al¨¦s, Magdy Mart¨ªnez Soliman, Manuel Ayll¨®n, Mar¨ªa Mu?oz Fern¨¢ndez, Marisa ?lvarez Durante, Marta Manrique, Miguel de Juli¨¢n, Miguel Valls, Pedro Gonz¨¢lez Guti¨¦rrez-Barqu¨ªn, Rafael Gim¨¦nez Chicharro, Ram¨®n Jim¨¦nez de Mu?ana, Reyes Vellilla, Sebasti¨¢n Reyna, Valeriano G¨®mez S¨¢nchez y Victoriano L¨®pez Rodr¨ªguez.
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