La investigaci¨®n de los accidentes J. ZAMORA TERR?S

En su momento, result¨® esperanzadora la rapidez y contundencia del Ministerio de Fomento al declarar una investigaci¨®n a fondo de las causas del hundimiento del puente de la carretera N-II entre Abrera y Esparreguera. Frente a los pol¨ªticos asustadizos, capaces de dominar la escena pero no el escenario, a quienes cualquier quiebra de la normalidad saca de quicio y afirman, inmediatamente despu¨¦s del accidente, que no es momento de hablar de investigaci¨®n de causas, y transcurrido un tiempo del accidente, cuando la opini¨®n p¨²blica ha olvidado los hechos, confiesan que no se puede estar removiendo el pasado; frente a los incompetentes especializados en levantar cortinas de humo para ocultar las causas de la tragedia, frente a tanta estulticia, alguien hab¨ªa puesto un poco de sentido com¨²n: investiguemos por qu¨¦ se ha roto el puente.Lo que se ha filtrado a la prensa sobre las conclusiones del estudio de aquel accidente hace temer que el informe podr¨ªa acabar convertido en una mera arma arrojadiza -una m¨¢s- entre las distintas administraciones p¨²blicas.

El objetivo de la investigaci¨®n t¨¦cnica no pretende encontrar culpas y culpables. Cuando se habla de investigar se est¨¢ hablando de conocer: saber d¨®nde, cu¨¢ndo y por qu¨¦ se produjo el error; y analizar las formas posibles -t¨¦cnicas, jur¨ªdicas, organizativas- de prevenir errores semejantes en el futuro. S¨®lo as¨ª resulta posible avanzar y mejorar. Si frente al accidente se adopta la castiza postura de echar balones fuera (?yo no he sido; ha sido ¨¦l!) o la no menos castiza de achacarlo a la fatalidad, se estar¨¢ sembrando de riesgos el futuro al encubrir errores que se repetir¨¢n.

Este pa¨ªs se ha caracterizado por la ligereza con que se contemplan los accidentes, que constituyen ocasiones ¨²nicas para auditar nuestra situaci¨®n y nuestras actividades. Ligereza e impotencia. Quienes tienen poder se esconden de la realidad porque saben, con raz¨®n, que la investigaci¨®n les va a confirmar errores y deficiencias que no quieren o¨ªr. A los dem¨¢s nos queda la impotencia y a veces la indignaci¨®n.

Desde estas p¨¢ginas he clamado en vano por la investigaci¨®n rigurosa y la transparencia de los resultados en los accidentes mar¨ªtimos que hemos sufrido. Desde la desgracia del Urquiola (1976), que caus¨® la mayor marea negra sufrida por nuestro pa¨ªs, hasta el naufragio de L'Oca (1998) en el lago de Banyoles, pasando por la varada del Aegean Sea (1993), la historia se ha repetido: no ha habido investigaci¨®n de las causas y estudio de las soluciones. Huelga decir que los accidentes menores, que el azar y la fortuna no han querido que pasaran a mayores, mucho m¨¢s frecuentes y cotidianos, se recubren con un manto de silencio que algunos confunden con la prudencia.

En el caso de L'Oca, el coraje del entonces alcalde de Banyoles, Joan Solana, haciendo p¨²blicas las conclusiones de un estudio t¨¦cnico de urgencia, le cost¨® inexplicables reproches de la juez encargada de la causa penal. En los dem¨¢s casos no tuvimos ni eso. Cuando se juzgue el hundimiento de la barca del lago de Banyoles -juicio penal que distribuir¨¢ responsabilidades y poco m¨¢s- los malos pol¨ªticos se escudar¨¢n en el respeto a las decisiones judiciales para continuar en el limbo. Adem¨¢s, ya no sentir¨¢n la presi¨®n de la opini¨®n p¨²blica para buscar soluciones. Dar¨¢n el asunto por zanjado. Dec¨ªa que en los otros accidentes mar¨ªtimos no tuvimos la suerte de contar con un alcalde dotado de sentido com¨²n que nos dijera al menos el porqu¨¦ inmediato de la tragedia. Y no s¨®lo eso: tuvimos la desdicha de tener unas autoridades, dependientes del ministerio que ahora se llama de Fomento, que despreciaban la verdad y volcaron todos sus esfuerzos en cegar cualquier investigaci¨®n decente. Si levant¨¢ramos la vista a las hemerotecas donde se conservan los textos y palabras que inundaron los medios de comunicaci¨®n en los dias posteriores a las mareas negras producidas por los accidentes del Urquiola y del Aegean Sea, y compar¨¢ramos lo que se dijo entonces con las sentencias judiciales de los casos respectivos (aun contando con la necesaria parcialidad cognitiva de la sentencia), se nos quedar¨ªan los ojos como platos por el asombro. Cu¨¢nta necedad y cu¨¢ntas mentiras tuvimos que soportar.

Ahora, el Ministerio de Fomento apuntaba a un loable cambio de rumbo prometiendo la imprescindible investigaci¨®n de las causas que produjeron el hundimiento de un puente construido hace tan s¨®lo 10 a?os. Debemos pedirle, adem¨¢s, que la investigaci¨®n sea transparente (autores, metodolog¨ªa utilizada, etc¨¦tera) y que los resultados, junto a las posibles medidas correctoras, se hagan p¨²blicos cuando los t¨¦cnicos finalicen su trabajo. Y, sobre todo, que el gesto no se convierta en una excepci¨®n ni que el informe elaborado se utilice como punta de lanza de las querellas entre partidos pol¨ªticos y / o instituciones. El ministro ?lvarez Cascos tiene aqu¨ª una oportunidad para demostrar que su imagen de doberman sectario no se corresponde con la realidad. Que no la tire por la borda.

J. Zamora Terr¨¦s es periodista y doctor en Marina Civil.