Campa?as partidas por 400 metros
'S¨¦ptima y octava' presiden la sede de Sanz; en la de P¨¦rez s¨®lo hay sitio para las anteriores
Madrid, un d¨ªa cualquiera del mes de julio de 2000. En el centro comercial conocido como La Esquina del Bernab¨¦u, el candidato Sanz recibe el vigoroso abrazo de un aficionado de edad avanzada, que le recomienda "que siga as¨ª, que el Madrid es lo m¨¢s grande y que Bernab¨¦u estar¨ªa orgulloso de ¨¦l". Sanz, en cuyo libro de campa?a figura escrito con may¨²sculas que ning¨²n socio molesta, y que no hay conversaci¨®n con la prensa que posponga un abrazo con quien lo desee, sonr¨ªe y regresa a una de sus oficinas electorales -tiene dos-, adornadas con 16 enormes fotograf¨ªas, en 10 de las cuales aparece su imagen, a menudo con alguna de las dos ¨²ltimas Copas de Europa. De las seis anteriores, a nivel decorativo, no se tienen noticias.Aproximadamente a la misma hora, Florentino P¨¦rez abandona el estrado de su carpa electoral, ubicada en la explanada del Palacio de Congresos, a la vera del Bernab¨¦u, en el que acaba de hablar a los periodistas de la nueva grada del estadio que quiere construir, del c¨®digo ¨¦tico que quiere imponer, de la Ciudad Deportiva que quiere edificar o de la deuda del club de 42.000 millones de pesetas, seg¨²n su versi¨®n,que quiere derribar, los cuatro pilares de su programa. El candidato P¨¦rez ha le¨ªdo su discurso y ha contestado a las preguntas de la prensa, antes de que un socio tomara la palabra y le explicara, cariacontecido, que no puede votarle porque ha perdido el carnet. P¨¦rez se coloca las gafas, saca la mejor de sus sonrisas, y le tranquiliza dici¨¦ndole que mientras est¨¦ al d¨ªa en el pago de la cuota, no debe haber problema.
Una semana se lleva de campa?a y Lorenzo Sanz y Florentino P¨¦rez, los dos candidatos a la presidencia del Real Madrid, "no descansan, est¨¢n las 24 horas pendientes de los votantes y van a ganar", seg¨²n explican sus asesores. En los aproximadamente 400 metros que separan la sede de uno de la del rival, no s¨®lo cabe un fondo del Bernab¨¦u y el ancho de la Castellana. Tambi¨¦n cabe la revisi¨®n de la historia del Madrid. En el decorado de la oficina electoral de Sanz s¨®lo hay noticias de las dos Copas de Europa levantadas bajo su mandato; en la de P¨¦rez, s¨®lo las hay de las otras seis, las conseguidas cuando Sanz era un mozalbete. "Por lo menos, entre ambas suman ocho", dice Antonio, de 34 a?os, socio del Madrid desde los nueve, que acaba de visitar ambas oficinas. "He estado en la esquina y la carpa y menudo panorama nos espera. Sanz se cree que las Copas de Europa son suyas y a Florentino le ha dado por jugar a las maquetas, con Ciudad Deportiva incluida. El ¨²nico momento del d¨ªa en que aciertan es cuando se ponen a parir".
Fuera de la carpa de P¨¦rez, Jos¨¦ Antonio, una de las personas encargadas del mantenimiento de la misma, que en un momento de pausa se tuesta con el torso desnudo al sol de Madrid, responde al periodista que "metros cuadrados, lo que se dice metros cuadrados no sabr¨ªa decirle, pero s¨ª que es grande esta carpa, s¨ª". Entonces observa de reojo c¨®mo un coche se sube a la acerca m¨¢s cercana. Un coche llamativo en su mezcla de tonos verdes y blancos, y llamativo, sobre todo, porque en sus laterales se puede leer la siguiente leyenda: "El cobrador de blanco". "Se ha equivocado de sitio", dice un compa?ero de fatigas de Jos¨¦ Antonio. "Los morosos est¨¢n en la esquina del Bernab¨¦u".
Precisamente all¨ª, Layla lee un libro, lo que no tendr¨ªa nada de particular si no fuera porque es la empleada de la tienda de zapatos a cuya vera, pared con pared, ha situado el candidato Sanz su centro de operaciones. Y la tienda est¨¢ abierta. Y vac¨ªa. "Pens¨¢bamos que entre las rebajas y esta historia de Sanz se animar¨ªan las ventas. Pero aqu¨ª me tiene, leyendo un ratito".
A diferencia de lo que ocurre en la de su adversario, en la sede de Florentino P¨¦rez s¨®lo hay una foto del candidato, enorme eso s¨ª, a la que rodean planos de las reformas que quiere introducir en el estadio e im¨¢genes de decenas de futbolistas, de antes y de ahora, aunque las dos Ligas de Campeones m¨¢s recientes no aparecen por ning¨²n sitio. "?Ah!, pues ahora que lo dice...", comenta un contertulio que presta atenci¨®n a las explicaciones de Laura, una de las cinco azafatas. "Una casualidad" explica el aficionado. "Lo que s¨ª tiene usted escribir es que aqu¨ª no viene Ocha¨ªta ". A esa misma hora, en La Esquina del Bernab¨¦u, tampoco es posible encontrar a Ocha¨ªta. Se puede encontrar al candidato Sanz recibiendo el abrazo de alg¨²n socio, a Onieva declarando de nuevo que menudo disparate eso de la deuda - su versi¨®n no pasa de los 17.000 millones-, a Layla, la de la zapater¨ªa, leyendo, y a decenas de periodistas que salen a toda velocidad hacia la otra sede, para ver c¨®mo el candidato P¨¦rez dice que ndie se enga?e, que son 42.000, c¨®mo Laura, la azafata, le cuenta las excelencias de la nueva Ciudad Deportiva a aquel socio que perdi¨® su carnet y a Jos¨¦ Antonio, el de mantenimiento, tost¨¢ndose al sol de Madrid.
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