Calar hondo

En el mundo de la m¨²sica existen personajes, muy pocos, que irradian un halo especial, casi m¨¢gico, y cuya sola presencia sirve ya para transformar cualquier ocasi¨®n en un verdadero acontecimiento. Uno de ellos es Jo?o Gilberto; su paso por Barcelona ser¨¢ de los que se recuerdan.Sentado en su silla con la guitarra entre las manos, casi inm¨®vil, vestido con un traje oscuro y zapatillas deportivas, diminuto en el enorme escenario de un Teatre Grec con el suelo plagado de partituras con las letras de los temas en gran tama?o, Jo?o Gilberto recorri¨® toda la historia de la bossa nova. Una voz susurrante, una guitarra casi inaudible y la magia, a contracorriente, inund¨¢ndolo todo. Dos horas de contacto directo, ¨ªntimo, con la descarnada desnudez de la belleza.

Un silencio catedralicio acompa?¨® cada interpretaci¨®n. Una ovaci¨®n atronadora puntu¨® el final, siempre marcado por un tarareo susurrante, de cada melod¨ªa. Un Teatre Grec puesto en pie despidi¨® al mago que acababa de hechizarles. Un recital que entrar¨¢ en los anales como el ejemplo m¨¢s descarado de la vitalidad del minimalismo musical: escuchando a Jo?o Gilberto con su guitarra se aprecia en toda su profundidad la afirmaci¨®n de que menos es m¨¢s, ?mucho m¨¢s! Nada falta, sus susurros acariciantes est¨¢n plagados de sensaciones expl¨ªcitas e impl¨ªcitas que se sobran para llenarlo todo.

Por el escenario del Grec desfilaron desde los temas m¨¢s antiguos hasta otros menos conocidos, posiblemente m¨¢s recientes. Ritmos sinuosos, que dichos al o¨ªdo sin ning¨²n derroche de medios, ni vocales ni instrumentales, calan hasta lo m¨¢s hondo.

Hasta una suave brisa refresc¨® el t¨®rrido ambiente estival para convertir la noche en un aut¨¦ntico regalo.