Por favor, ?alguien lo sabe?
Reconozco que la experiencia por la que pas¨¦ fue terrible. Pero bueno, ya pas¨® y tengo que aceptar que le pod¨ªa haber ocurrido a cualquiera. Pero tuvo que pasarme precisamente a m¨ª, con lo nervioso que me pone enfrentarme a la angustia de los dem¨¢s. Ver¨¢n lo que me sucedi¨®.Estaba paseando hace unos d¨ªas por los alrededores de mi domicilio, intentando compensar un poco los prolongados encierros que practico, cuando observ¨¦ que un individuo me miraba disimuladamente desde el otro lado de la calle y, de pronto, comenz¨® a caminar indeciso hacia m¨ª. Estaba claro que no lo conoc¨ªa, pens¨¦. Por su aspecto vacilante y la mirada un poco angustiada, supuse que andaba desesperadamente perdido y quer¨ªa preguntarme por una direcci¨®n. Pues va dado, me dije, porque nunca consigo aprenderme m¨¢s de media docena de calles y casi siempre me pierdo si no me orienta alguien. Pero la cosa fue mucho peor de lo que pensaba.
Estaba ya frente a m¨ª y ten¨ªa la cara un poco descompuesta. Ensay¨¦ una sonrisa amable, dispuesto a reconocer mi propia ignorancia.
-Perdone, me dijo, ?sabe usted d¨®nde est¨¢ el gobierno Zaplana?
Me qued¨¦ perplejo y mi labio inferior descendi¨® un par de cent¨ªmetros. ?Se refiere usted a las oficinas de alguna Consejer¨ªa en particular? ?Quiz¨¢ pregunta por la Generalitat?
-No, no. Me refiero al gobierno de Zaplana.
Pero c¨®mo, dije cambiando la sonrisa amable por la de est¨²pido, ?ha habido un secuestro, un asalto? No me alarme m¨¢s, ?qu¨¦ pasa?
-No sea absurdo, me solt¨® de forma poco correcta, ya s¨¦ que est¨¢n en sus despachos. Le hablo del gobierno, de acciones pol¨ªticas, del hecho de tomar decisiones. Por favor, ?usted sabe algo?
Esto me pasa por salir de casa, pens¨¦. Intent¨¦ calmarle, argumentando que no suced¨ªa nada. Le record¨¦ que hab¨ªa actividad con el tema de las listas de espera, que algo se hablaba de la Academia de la Lengua, que el trazado del AVE no parec¨ªa definitivo. En fin, que hab¨ªa actividad, que gobernaban, al margen de la mejor o peor opini¨®n que pudiera tener sobre lo que estaban haciendo.
Me miro con desprecio y directamente me llam¨® ingenuo. Pero no se da usted cuenta que todos esos temas, y algunos m¨¢s que nos intentan colar, son de hace m¨¢s de un a?o. Mire, continu¨®, los tengo todos recortados de peri¨®dicos atrasados y son calcados a los de ahora. Es evidente que los repiten para que no nos demos cuenta que pasa algo, que no gobiernan, que no practican. Y no es que a m¨ª me importe mucho la pol¨ªtica, pero me gusta saber que todo est¨¢ en su sitio. Los m¨¦dicos intentan sanar, los profesores educan como pueden, la polic¨ªa persigue a los malos. Ya s¨¦ que es muy discutible el ¨¦xito de todo esto. Pero necesito saber que todo est¨¢ en regla, de lo contrario me siento perdido y desamparado. Mi mujer, contagiada por m¨ª, tiene ataques de p¨¢nico y ya no se atreve a salir de casa. Temo que los vecinos se est¨¦n dando cuenta y se extienda la alarma. D¨ªgamelo, no sea cruel, ?d¨®nde est¨¢ el gobierno Zaplana?
Sal¨ª corriendo despavorido, mientras tomaba dos decisiones. Primero, no salir de casa en una buena temporada. Y segundo, pedirles a ustedes que se lo digan, antes de que la cosa vaya a m¨¢s.
jseoane@attica.es
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