Escalada asesina
La organizaci¨®n terrorista ETA ha decidido ampliar la intensidad y el ¨¢mbito geogr¨¢fico de su ofensiva. Tratar¨ªa de demostrar as¨ª que nadie est¨¢ seguro en ning¨²n sitio, con el prop¨®sito de lograr el desistimiento de la sociedad espa?ola para imponer luego sus pretensiones pol¨ªticas a los vascos. Antes de haberse apagado los ecos del coche bomba que hizo estallar en el centro de Madrid, los pistoleros etarras han asesinado a tiros en M¨¢laga, en presencia de su esposa y su hija, al concejal popular Jos¨¦ Mar¨ªa Mart¨ªn Carpena y, apenas unas horas despu¨¦s, colocado otro veh¨ªculo explosivo en el pueblo soriano de ?greda, esta vez junto a un cuartel de la Guardia Civil y con el afortunado resultado de un herido leve.La escalada del desaf¨ªo de la banda fascista, que en seis meses ha matado a seis personas y puesto en circulaci¨®n 2.000 kilos de explosivos, muestra claramente que su tregua, tan aireada por los partidos nacionalistas vascos como un hito irreversible que conducir¨ªa a la pacificaci¨®n, sirvi¨® a ETA b¨¢sicamente para reorganizar sus comandos y pertrecharse a gran escala. Desde diciembre, y de manera especial en la cadena de atrocidades de los ¨²ltimos d¨ªas, los terroristas han ampliado el punto de mira de sus armas con nuevos y antiguos enemigos: un teniente coronel, el portavoz del PSOE en el Parlamento vasco, un antifranquista y escritor de peri¨®dicos, dos atentados en Getxo y Ordizia dentro de la campa?a de intimidaci¨®n y chantaje contra los empresarios vascos, el ataque contra el domicilio del vicepresidente de UPN, nueva vuelta de tuerca sobre el partido del Gobierno al asesinar a uno de sus concejales en M¨¢laga y los coches bomba de Madrid y de Soria, tanto da a estas alturas si dirigidos espec¨ªficamente contra las fuerzas de seguridad o con la intenci¨®n de provocar una matanza indiscriminada.
La estrategia de tensar al l¨ªmite la situaci¨®n decidida por la banda de facinerosos no es ajena a la insostenible situaci¨®n del Partido Nacionalista Vasco. La progresiva indefinici¨®n del PNV, que por un lado sigue explorando la senda del soberanismo y rechaza cortar sus lazos con el brazo pol¨ªtico de ETA, mientras que por otro se distancia por etapas de Euskal Herritarrok buscando ganar tiempo para que los acontecimientos decidan por ellos, es vista por los terroristas como el comienzo de un eventual cuarteamiento del proyecto plasmado en el Pacto de Estella, su clave de b¨®veda. ETA pretende del PNV un compromiso m¨¢s s¨®lido con el so?ado escenario final.
Los pronunciamientos recientes de la patronal vasca Confebask exigiendo el mantenimiento del actual marco jur¨ªdico y la defensa abierta del Estatuto de Gernika, o el desusado por lo contundente del obispo de San Sebasti¨¢n, Juan Mar¨ªa Uriarte, condenando de forma expl¨ªcita y radical el terrorismo de ETA y su entorno, a?aden presi¨®n al PNV y Eusko Alkartasuna, los socios del Gobierno vasco, y ponen contra las cuerdas al lehendakari. Ibarretxe, a estas alturas, sigue obcecado en promover una mesa de di¨¢logo cada vez m¨¢s imposible en vez de hacer frente a la situaci¨®n de minor¨ªa de su Gobierno. El presidente vasco, que en un reciente sondeo auton¨®mico obtiene la puntuaci¨®n m¨¢s baja de los dos ¨²ltimos a?os, respondi¨® ayer con un mensaje ritual al acribillamiento del concejal Mart¨ªn Carpena, que calific¨® de "injusto y mezquino".
En su reciente asamblea nacional, el PNV ha intentado una vez m¨¢s hacer equilibrismo entre las ret¨®ricas declaraciones contra la violencia y su colaboraci¨®n con Euskal Herritarrok. Los ¨²ltimos acontecimientos demuestran una vez m¨¢s el car¨¢cter ilusorio de su pretensi¨®n de nadar y guardar la ropa. El obispo Uriarte, que actu¨® de mediador entre ETA y el Gobierno en la ¨²nica entrevista mantenida durante el alto el fuego de la organizaci¨®n terrorista, ha dado la respuesta que conviene a la situaci¨®n: el deber moral de adoptar posiciones inequ¨ªvocas en defensa de las v¨ªctimas ante este ataque frontal contra los fundamentos de la sociedad democr¨¢tica. El Gobierno de Juan Jos¨¦ Ibarretxe debe aplicarse la receta.
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