Los transg¨¦nicos no son todo Jos¨¦ Olivares Pascual
Se est¨¢ celebrando a trav¨¦s de Internet y organizado por la FAO un Foro sobre biotecnolog¨ªa en alimentaci¨®n y agricultura. El tema de la primera ponencia, que fue enviada el pasado 20 de marzo a los que se hab¨ªan subscrito era: ?Son las biotecnolog¨ªas disponibles actualmente apropiadas para la alimentaci¨®n en los pa¨ªses en desarrollo? A lo largo de dos meses, se ha producido una amplia discusi¨®n entre el moderador y los participantes cuyas aportaciones han sido conocidas por todos. La mayor¨ªa de las intervenciones han provenido, como era de esperar, de personas de los pa¨ªses en desarrollo y salvo alguna salida de tono, como acusar a la FAO de que su inter¨¦s en el cultivo de plantas modificadas gen¨¦ticamente es perverso, en el sentido de que subyace favorecer los beneficios de las multinacionales, toda la discusi¨®n, h¨¢bilmente moderada, ha puesto sobre el tapete una serie de conceptos y ha intentado desmontar un conjunto de falacias. Se presentan varios hechos reales, lejos de la pol¨¦mica ad nausean que nos inunda, sobre las ganancias de las multinacionales y los peligros que el uso de transg¨¦nicos supone para la salud y el ambiente.Aunque todos reconocen la utilidad de las plantas modificadas gen¨¦ticamente (MG), no todos consideran que sea la soluci¨®n para los problemas de los pa¨ªses en desarrollo. Una de las razones principales es que pocas modificaciones se dirigen a incrementar la producci¨®n del cultivo, sino su productividad, calidad o, como mucho, con menor impacto ambiental. De hecho, la producci¨®n global de alimentos no ha crecido a pesar de los cientos de miles de hect¨¢reas de ma¨ªz o soja MG cultivadas en EE UU, Argentina o Brasil. Para un incremento de poblaci¨®n estimado en los pa¨ªses menos favorecidos para las dos pr¨®ximas d¨¦cadas de 90 millones de nuevos habitantes por a?o, las modificaciones al uso son poco. Especies vegetales propias de esos lugares no han sido objeto de modificaci¨®n, a no ser que tengan inter¨¦s para el primer mundo.
Se ha ofrecido casi como un axioma que la biotecnolog¨ªa, o mejor que las plantas MG, pueden ser la soluci¨®n para el hambre en el mundo. Como una panacea. Pero esta asunci¨®n emana bien del desconocimiento de las causas reales de la pobreza y falta de alimentos, as¨ª como de los sistemas complejos de la agricultura en los pa¨ªses en desarrollo o, bien, del deseo intencionado de promover el protagonismo de las empresas implicadas en su obtenci¨®n. Esto lo dice el Dr. Yibrah, de Addis Abeba (Etiop¨ªa), como tambi¨¦n afirma que es de todos conocido que hay superproducci¨®n en los pa¨ªses desarrollados antes de la entrada de los nuevos cultivos modificados, sin embargo, el hambre en el mundo en desarrollo todav¨ªa existe porque hay unas relaciones comerciales totalmente desfavorables. La causa real de la desnutrici¨®n y pobreza en estos momentos es principalmente falta de justicia.
Esta situaci¨®n injusta y los problemas creados por la presi¨®n demogr¨¢fica, el minifundio, la p¨¦rdida de fertilidad de los suelos, etc., nunca pueden ser resueltos con los cultivos MG. El mismo Dr. Yibrah se pregunta: ?son estos problemas resultado de la falta de cultivos adecuados o m¨¢s bien de la carencia de las pr¨¢cticas agr¨ªcolas necesarias y de una buena infraestructura (investigaci¨®n b¨¢sica, servicios de extensi¨®n, comunicaciones, accesos a mercados, etc.) adem¨¢s de pol¨ªticas de desarrollo?
Los usuarios potenciales no se convencen de las ventajas relativas de los cultivos MG en comparaci¨®n con las variedades locales mejoradas de forma cl¨¢sica. Es posible que los cultivos MG tengan ventajas en las grandes extensiones mecanizadas de Am¨¦rica, pero son muy dudosas y dif¨ªcilmente justificables en la escala peque?a de los agricultores que viven en las ¨¢reas marginales del tercer mundo, y que son la mayor¨ªa.
La respuesta al reto la conocemos: Biotecnolog¨ªa s¨ª, transg¨¦nicos s¨ª, pero junto con acciones dirigidas al mejor aprovechamiento de los recursos propios de cada pa¨ªs y del intercambio o, m¨¢s bien, reparto, Norte-Sur.
Jos¨¦ Olivares Pascual es profesor de investigaci¨®n del Consejo Superior de investigaciones Cient¨ªficas.
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