La Mesa por Colombia.
En opini¨®n de la autora, el problema del tr¨¢fico de drogas es consecuencia de la depauperaci¨®n de sociedades marginadas.
El tema del narcotr¨¢fico es un asunto complejo; no es la expresi¨®n, ni mucho menos, de una sociedad delictiva, y sin embargo es la consecuencia de un proceso de depauperaci¨®n y criminalizaci¨®n progresiva de sociedades apartadas de los beneficios de la globalizaci¨®n. ?Por qu¨¦ ahora el narcotr¨¢fico es tan importante para la Gran Potencia como para ser vital a su seguridad nacional y qu¨¦ supone la coca¨ªna en el conjunto del tr¨¢fico il¨ªcito de drogas?La coca¨ªna s¨®lo significa el 17% de las drogas que se producen en todo el mundo. Mientras que la Am¨¦rica profunda, donde se cultiva la coca, se queda con tan s¨®lo el 0,63% de los beneficios del narcotr¨¢fico, el mundo desarrollado, el comercio al por mayor y menor en los pa¨ªses occidentales, recibe un 88,22% de las plusval¨ªas de este astron¨®mico negocio de la coca¨ªna. El hecho de que coca y coca¨ªna se produzcan en su totalidad en Am¨¦rica, en la Am¨¦rica del Sur, en los espacios m¨¢s remotos, en las comunidades menos aculturadas, es lo que confiere a la situaci¨®n un excepcional car¨¢cter geopol¨ªtico. De ah¨ª que la guerra de las drogas hoy d¨ªa sea realmente la guerra de la coca¨ªna.
Colombia, nuestra querida Colombia, no es un productor tradicional de hoja de coca. Nunca lo ha sido. Hasta hace 20 a?os, en Colombia no hab¨ªa ni una sola hect¨¢rea de coca y, sin embargo, hoy ha superado en producci¨®n de materia prima a los pa¨ªses tradicionales.
Debemos ser conscientes de todo el proceso hist¨®rico que ha zambullido a toda Colombia en una guerra civil desde La Violencia de los cuarenta, y en una creciente producci¨®n de narc¨®ticos y criminalizaci¨®n de gran parte de la sociedad, para no seguir cometiendo los mismos errores que han llevado a lo que en ecolog¨ªa se denomina circuito de retroalimentaci¨®n positiva: esta lucha sin cuartel entre "especies competidoras" sin que se vea un final probable o esperanzador. Las "especies competidoras" son, en este caso, los narcotraficantes, los uniformados legales (el Ej¨¦rcito), los uniformados ilegales (la guerrilla), los uniformados a medias (paramilitares); de tal manera que la propia guerra alimenta el tr¨¢fico, y ahora, tambi¨¦n, la producci¨®n en grandes cantidades de hoja de coca y de amapola.
Colombia, por su ubicaci¨®n geogr¨¢fica entre dos oc¨¦anos, el istmo centroamericano y la Amazonia, ha sido tradicionalmente una naci¨®n bien dotada para el contrabando. Hist¨®ricamente, los espa?oles, con su mercantilismo monopolista, estimularon con su ineficiencia y desabastecimiento la formaci¨®n de los primeros contrabandistas. Ya en tiempos m¨¢s recientes, Colombia era la principal exportadora de la marihuana de la Guajira a EE UU. Una marihuana muy codiciada por su sabor y por ser un cultivo ecol¨®gico. Pero la represi¨®n a la Guajira con las primeras operaciones antidroga en los a?os setenta condujeron a los contrabandistas vocacionales a perfeccionar su oficio y hacerlo mucho m¨¢s rentable con una sustancia de menor peso y mayor facilidad de camuflar, el clorohidrato de coca¨ªna, soluble en agua. Cuando en los a?os setenta se hizo efectivo el control sobre las anfetaminas, que tienen efectos estimulantes parecidos a la coca¨ªna, el potente mercado consumidor de EE UU se abri¨® de narices a la coca¨ªna, cuya distribuci¨®n en EE UU estaba en manos de los contrarrevolucionarios cubanos de Miami, que eran quienes, con la supervisi¨®n de la CIA y para financiar su oposici¨®n al castrismo, se hab¨ªan puesto en contacto con las c¨²pulas militares bolivianas y quienes introduc¨ªan la coca¨ªna en EE UU desde los tiempos de Fulgencio Batista.
La represi¨®n sobre la Guajira estimul¨® el narcotr¨¢fico desde la regi¨®n de Antioquia, en recesi¨®n durante los setenta. La extensi¨®n posterior, tanto del narcotr¨¢fico como de la producci¨®n de hoja de coca, es formidable, alimentada por un pa¨ªs en guerra civil que ha asesinado a m¨¢s de 5.000 militantes izquierdistas desde los ochenta y por una pol¨ªtica contra las drogas nefasta, que ha dado prioridad a la erradicaci¨®n forzosa mediante fumigaci¨®n a¨¦rea y que ha producido muertes, contaminaci¨®n, un mill¨®n de desplazados, una contrarreforma agraria que ha devuelto a los terratenientes m¨¢s de cinco millones de hect¨¢reas de las mejores tierras, y el concurso de diversas fuerzas al margen de la ley (guerrillas, paramilitares narcotraficantes y delincuentes comunes) que controlan importantes partes del territorio nacional de un Estado permanentemente deslegitimado.
Si en 1970 no hab¨ªa ni una sola hect¨¢rea de hoja de coca, en 1980 ya hab¨ªa 27.230 hect¨¢reas; en 1998, 80.000 hect¨¢reas, y en 2000 se han contabilizado hasta 160.000 hect¨¢reas.
Es el efecto globo el que ha generado este desplazamiento formidable de cultivos. El tr¨¢fico il¨ªcito de drogas es, con mucho, el negocio m¨¢s rentable del planeta, que, seg¨²n la ONU, supone 500.000 millones de d¨®lares, y tambi¨¦n el m¨¢s flexible y r¨¢pido de adaptarse al entorno m¨¢s favorable. Si en la d¨¦cada de los ochenta Per¨² era el principal productor de hoja de coca, sigui¨¦ndole Bolivia, ahora es Colombia, tanto el principal transformador como el principal productor de la hoja de coca. Otro pa¨ªs con muchas ventajas para el desarrollo de este fen¨®meno, por el monstruoso desarrollo de la corrupci¨®n, es M¨¦xico, cuyos carteles y su frontera de m¨¢s de 3.000 kil¨®metros al gran mercado consumidor norteamericano han ido sustituyendo a los colombianos en eso de la distribuci¨®n.
Si esto ha ocurrido en los ¨²ltimos a?os es porque la estrategia de enfrentar el problema del narcotr¨¢fico, el desarrollo social y econ¨®mico y el fortalecimiento de las instituciones ha sido francamente nula. La tutela y franca intromisi¨®n de EE UU en la pol¨ªtica interior de Colombia desertificando a esta naci¨®n entre 1996 y 1998, impidiendo que fortaleciera su judicatura y su legitimidad interna y alentando el fuego de militares y paramilitares, adem¨¢s de la presi¨®n contra guerrilla y contra los campesinos cultivadores de la hoja de coca con esas insensatas fumigaciones con glifosatos, han sido y son muestra de ese actual clima de retroalimentaci¨®n positiva que pretende alimentarse a¨²n m¨¢s con el Plan Colombia, dise?ado desde EE UU y con la aquiescencia de ¨¦stos y una importante financiaci¨®n de los mismos. En toda Europa, y Espa?a como anfitriona, se ha establecido una Mesa de Donantes, una mesa petitoria como las de anta?o, para financiar parte de ese Plan Colombia, que tiene un alto componente militar y que va a utilizar el material b¨¦lico de la guerra antidroga para atacar a la guerrilla porque ¨¦sta domina las zonas que est¨¢n fuera del control del Estado donde se cultiva la coca. Si Europa siempre ha dado prioridad al desarrollo alternativo y ha huido de la dimensi¨®n militar del problema, Espa?a debe ser a¨²n m¨¢s firme para que se resuelva esta compleja situaci¨®n mediante una inteligente pol¨ªtica de sustituci¨®n de cultivos, tal como propone el Transnational Institute junto con las ONG andinas en la Mesa Alternativa de Madrid, que supondr¨ªa un enfoque socioecon¨®mico y una modificaci¨®n del Estatuto de Estupefacientes colombiano, que desde 1986 criminaliza al campesino productor, poni¨¦ndolo en manos de la guerrilla, y hace la vista gorda sobre ese creciente sector de paramilitares y delincuentes de toda condici¨®n, haciendo de Colombia el pa¨ªs m¨¢s violento de todo el continente. Si somos verdaderos anfitriones de Colombia, que ¨¦sta sea una Mesa de Paz para todo tipo de comensales y no una mesa petitoria donde se hacen caridad y relaciones p¨²blicas.dio ambiente. Ed. Debate.
Bel¨¦n Boville Luca de Tena es escritora y periodista. Autora de La guerra de la coca¨ªna. Drogas, geopol¨ªtica y me
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