Hannover, Expo 2000
Nuestro conocimiento crece a bastante menor velocidad que nuestra capacidad de destrucci¨®n. Sobre todo el saber econ¨®mico, entregado a un raudo huir hacia adelante que lo devasta. El modelo exclusivo de relaciones al que pertenecemos se aleja de una m¨ªnima comprensi¨®n de lo que es la vida, c¨®mo funciona y qu¨¦ necesita. Y necesita, en primer y destacado lugar, continuidad, renovaci¨®n a partir del buen uso de unos recursos escasos y limitados, pero que una lenta y vieja sabidur¨ªa ha sabido extender a lo largo de millones de a?os. Quiero decir que la herencia siempre tiende a ser hereditaria, menos ahora que podemos agotar hasta el ¨²ltimo de los paisajes, las fuentes de energ¨ªa, las materias primas, los mensajes y los apetitos. Porque nuestra actividad extractiva, que no otro es el modelo en el que estamos, agota el fil¨®n, pero tambi¨¦n el de las novedades, los ciclos de renovaci¨®n, los cimientos de todos los sucesos alcanzados y por llegar. El permanente saqueo de casi todo, en busca del imposible crecimiento eterno, vac¨ªa los silos del tiempo futuro. Pronto descubriremos que en un sistema cerrado como el planeta Tierra todo es importaci¨®n. Pronto nos percataremos que toda la riqueza la llev¨¢bamos puesta desde el primer d¨ªa. Por eso algunos se atreven a mirar al otro lado del puente. Y ven el pantano al que con tanto entusiasmo nos dirigimos. Tambi¨¦n hay otros enfoques: nuevas, sensatas, creativas y desafiantes propuestas.
La Expo 2000 dedica especial atenci¨®n a las formas actuales de administrar el tiempo y el espacio. Y se constata que son avasalladoras y ponen en serio peligro las oportunidades de los que pertenecen a otros espacios y a otros tiempos, ¨¦sos que ahora mismo est¨¢n en la incubadora de la historia. El desarrollo sostenible es la ideolog¨ªa de esta muestra universal. Es una forma de hacer que contempla a la vida m¨¢s como un ciclo que como una carrera en la que, tras saltar sobre ese p¨¦rfido obst¨¢culo que son los dem¨¢s, hay que llegar antes o m¨¢s alto que ellos.
La econom¨ªa sostenible es una apuesta por que las cosas sean eficientes, limpias y en consecuencia duraderas. Pero tambi¨¦n es una prolongaci¨®n, la m¨¢s l¨²cida y actual, de lo progresista. Lo que puede redefinir el sentido del humanismo de izquierdas, sobre todo desde el momento en que s¨®lo a trav¨¦s de que consideremos como patrimonio com¨²n a los principios b¨¢sicos de la renovaci¨®n de la vida y en consecuencia no menos de cualquier forma de desarrollo econ¨®mico, podremos evitar su despilfarro, desgaste, desaparici¨®n y colapso.
No son huecas especulaciones lo que se aborda a diario en Hannover a trav¨¦s de coloquios, conferencias, programas en los medios de comunicaci¨®n, reuniones y debates. El desarrollo sostenible mana de las recomendaciones de miles de congresos cient¨ªficos, sociol¨®gicos y hasta filos¨®ficos y religiosos. Figuran incluso los acuerdos en varias cumbres pol¨ªticas mundiales en las que han participado la casi totalidad de los Estados. Es m¨¢s, son las din¨¢micas aportaciones de los menos manipulados economistas.
La Expo de Hannover se centra con absoluta contundencia en la obviedad de que nuestro modelo econ¨®mico es insostenible desde el momento en que el crecimiento econ¨®mico tiene l¨ªmites precisos aunque no conocidos. Averiguar d¨®nde est¨¢n ser¨ªa la demostraci¨®n m¨¢s clara de la estupidez, desde el momento en que entonces no habr¨¢, como ahora, posibilidad de no acabarnos la realidad y de no consumir hasta la ¨²ltima brizna de porvenir.
Donde no arrasa la mentalidad de nuevos ricos, como aqu¨ª, Hannover se est¨¢ convirtiendo en un significativo evento. De alcance infinitamente mayor que las precedentes, en las que el futuro quedaba condenado a la condici¨®n de esclavo sin derechos. Mala cosa la de quitarle sus oportunidades al tiempo por llegar. Esperanzador que algunos creamos tener responsabilidades, incluso a largo plazo.
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