Empieza lo bueno
Disparate electr¨®nico
Se acabaron los pl¨¢cidos d¨ªas de concierto ¨²nico. En la tercera jornada, Vitoria plante¨® una densa sesi¨®n doble en el cartel principal, adem¨¢s de inaugurar su mimada secci¨®n Jazz del siglo XXI y de prolongar el disfrute con Jazz de medianoche en el hotel que hace de centro de operaciones. En total, m¨¢s de seis horas de m¨²sica.La violinista Regina Carter debut¨® al frente de su quinteto con un jazz de corte cl¨¢sico y complementos de dise?o. La estadounidense demostr¨® poseer una t¨¦cnica notable y un fraseo vigoroso y elegante, quiz¨¢ algo afeado por frecuentes citas m¨¢s bien t¨®picas: El vuelo del moscard¨®n, Indiana y cosas as¨ª.
Regina Carter Quintet, B¨¦la Fleck & The Flecktones y Lone-Star Shootout
Teatro Principal y Polideportivo de Mendizorrotza. Vitoria. 18 de julio.
Su atenci¨®n prioritaria a la historia remota de su instrumento asom¨® en un dulce Oh! lady be good dedicado a Eddie South, Stuff Smith y otros maestros antiguos, aunque no tuvo reparo en adoptar m¨¦todos modernos para amplificar su gr¨¢cil viol¨ªn con una horrenda pastilla; dio un poco de grima verlo sobrecargado como un colibr¨ª con pilas.
A B¨¦la Fleck y sus muchachos les pasa todo lo contrario. Para el banjo¨ªsta neoyorquino, los cl¨¢sicos son amigos esc¨¦pticos que invitan a experimentar; y los g¨¦neros cerrados, t¨¦tricas c¨¢rceles que conducen a la depresi¨®n.
Ya ha dado pruebas de que es capaz de tocar bluegrass ac¨²stico con exquisito sentido del matiz, aunque con sus Flecktones prefiera preparar una inefable macedonia con todas las frutas del tiempo y, si se tercia, tambi¨¦n con las de fuera de temporada. Su m¨²sica no se averg¨¹enza de oler a heno y hamburgueser¨ªa. As¨ª se gana el derecho a hacer las mezclas m¨¢s explosivas y a recurrir a toda suerte de artilugios para modificar los timbres naturales de los instrumentos.
En este aspecto, se llev¨® la palma el formidable Future Man, un percusionista sin tambores que hubiera causado asombro hasta en Mad Max. No es f¨¢cil describir el disparate electr¨®nico, llamado drumitar, que le colgaba del cuello. Seg¨²n c¨®mo se mirase, parec¨ªa un gran lagarto contrahecho con sarampi¨®n multicolor, un ave del para¨ªso cambiando de pluma o un cochecito de ni?o comprimido para la chatarra.Fuera lo que fuese, el delirante invento ya ha hecho famoso a este personaje futurista, que adem¨¢s conoce los hechos del pasado.
Fleck, un humilde virtuoso del banjo, pareci¨® m¨¢s complacido con las demostraciones de sus compa?eros que con las intervenciones propias, y cedi¨® espacio para que Jeff Coffin se acordase de Roland Kirk tocando dos saxos a la vez, y para que el prodigioso bajista Victor Lemonte Wooten proyectara imponentes notas graves que sonaron como si el Coloso de Rodas se estuviese dando de cabezazos contra la muralla china.
En calidad de invitado especial, el acordeonista Kepa Junquera acompas¨® su estilo nervioso -casi un calambre- al gorjeo met¨¢lico de Fleck en dos piezas ensayadas pocas horas antes en la habitaci¨®n del hotel.
La m¨²sica progresista del estadounidense dio paso despu¨¦s a ese blues a?ejo que todav¨ªa despierta pasiones celestialmente bajas. Citados de corrido, Lonnie Brooks, Long John Hunter y Phillip Walker parec¨ªan los propietarios de un consorcio de tabaqueras y destiler¨ªas. Y, en efecto, por su modo de cantar y tocar la guitarra dio la sensaci¨®n de que el tr¨ªo de veteranos, reunidos bajo el nombre de The Lone-Star Shootout, lo sab¨ªa todo del alcohol y el tabaco.
Cierto que el blues se basa en una estructura simple y r¨²stica, apenas un tronco mocho en medio de un pantano sure?o, pero tiene la grandeza de admitir infinitas variantes formales, y a ese grueso cabo se agarraron Brooks y compa?¨ªa para desarrollar una modalidad alta en nicotina y alquitr¨¢n, a cara de perro y extracruda. Justo el plato de blues al que a An¨ªbal el can¨ªbal le hubiera encantado hincar el diente.
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