Ingenier¨ªa y pol¨ªtica
Los juegos de asociaci¨®n verbal entre ingenier¨ªa y pol¨ªtica no s¨®lo permiten evocar los compromisos p¨²blicos de ilustres constructores de Caminos, Canales y Puertos que fueron adem¨¢s escritores, como el para siempre inolvidable Juan Benet o el desde siempre amortizado Jos¨¦ Echegaray (otro memorable Premio Nobel espa?ol). La expresi¨®n ingenier¨ªa pol¨ªtica tambi¨¦n remite al dise?o de los procedimientos ideados por sus fabricantes para producir resultados favorables o evitar efectos perversos; Giovanni Sartori justifica la met¨¢fora ingenier¨ªa constitucional precisamente por la existencia de esos mecanismos que promueven, modifican o proh¨ªben conductas de los actores pol¨ªticos.La competici¨®n electoral es un campo especialmente id¨®neo para ese tipo de artilugios. En Estados Unidos, las circunscripciones electorales muchas veces son configuradas desde el poder en funci¨®n de resultados previsibles; el imaginativo gobernador de Massachusets que invent¨® un distrito en forma de salamandra para garantizarse la victoria inmortaliz¨® su apellido como ra¨ªz del t¨¦rmino (gerrymandering) englobador de esas ventajistas pr¨¢cticas. Y los expertos siguen discutiendo sin pausa acerca de la influencia de los reg¨ªmenes electorales sobre la estructura del sistema de partidos, la formaci¨®n de las mayor¨ªas parlamentarias y la estabilidad de los gobiernos.
Resulta razonable, as¨ª pues, analizar los procedimientos electorales del 35? Congreso del PSOE que hoy se inaugura desde el punto de vista de sus previsibles consecuencias -beneficiosas o perjudiciales- para cada uno de los cuatro candidatos. La comisi¨®n gestora ha propuesto designar -primero- al futuro secretario general en votaci¨®n ¨²nica (sea con mayor¨ªa absoluta o relativa) y celebrar -despu¨¦s- otra votaci¨®n independiente sobre la Comisi¨®n Ejecutiva formada y propuesta por el candidato previamente investido. Mientras que Bono y Zapatero aceptan esa f¨®rmula (el presidente de Castilla-La Mancha amenaz¨® incluso con retirarse caso de no salir a la primera), Matilde Fern¨¢ndez y Rosa D¨ªez son partidarias de realizar una segunda vuelta entre los dos primeros clasificados en el escrutinio inicial si ning¨²n aspirante obtiene la mayor¨ªa absoluta. La concurrencia de cuatro candidaturas crea la hipot¨¦tica posibilidad de que el ganador alcance la secretar¨ªa general con el 25,01% de los votos si los otros tres candidatos se reparten por partes casi al¨ªcuotas el 74,9% restante. Parece probable, sin embargo, que las papeletas se distribuyan desigualmente entre los cuatro candidatos de forma tal que el vencedor aventaje claramente a los corredores peor situados y saque una discreta distancia -una mayor¨ªa suficiente- respecto al segundo clasificado aunque no logre la mayor¨ªa absoluta.
Matilde Fern¨¢ndez y Rosa D¨ªez justifican su apuesta por la segunda vuelta con el argumento de que s¨®lo la mayor¨ªa absoluta legitimar¨ªa al secretario general; la comisi¨®n gestora responde que ese respaldo mayoritario se producir¨¢ necesariamente (salvo una elevad¨ªsima abstenci¨®n) cuando el Congreso vote al ya investido secretario general dentro de la Ejecutiva de la que formar¨¢ parte. La ingenier¨ªa pol¨ªtica comparada de los sistemas electorales poco tiene que decir a este respecto: de un lado, es indiscutible la legitimidad del diputado brit¨¢nico elegido por mayor¨ªa relativa en ¨²nica vuelta cuando se presentan varios candidatos en su distrito; de otra, la segunda vuelta no se utiliza s¨®lo para que los dos primeros clasificados en la votaci¨®n anterior luchen por la mayor¨ªa absoluta: tambi¨¦n se emplea para que los candidatos situados por encima de un umbral m¨ªnimo en la anterior convocatoria (el 12%, por ejemplo) peleen para ganar aunque sea por mayor¨ªa relativa.
Pero la neutralidad de las t¨¦cnicas no implica que su utilizaci¨®n en este caso sea inocente. La f¨®rmula de la gestora perjudica desde luego a los guerristas, que no apostaban tanto por las posibilidades de Matilde Fern¨¢ndez en la primera vuelta como por negociar sus votos con los eventuales finalistas de la segunda vuelta a cambio de puestos en la Ejecutiva; y tampoco beneficia a Rosa D¨ªez, cuya ¨²nica oportunidad hubiese sido conquistar en la segunda vuelta el apoyo de los delegados que la designaran como segunda preferencia.
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