Recuperar la voz
El PSOE llega hoy a un congreso decisivo con cuatro candidatos a la secretar¨ªa general y sin consenso suficiente sobre el propio m¨¦todo de elecci¨®n. Una situaci¨®n desconcertante para los que han vivido en un universo tan jer¨¢rquico como es el de los partidos pol¨ªticos. Y, sin embargo, la reuni¨®n es trascendental para el partido, que se juega su futuro inmediato, y para la propia salud del sistema democr¨¢tico, que necesita contar con una alternativa cre¨ªble al Gobierno en ejercicio. Urge que el PSOE recupere la voz.Los problemas de este pa¨ªs no permiten mantenerle por m¨¢s tiempo sin una oposici¨®n fuerte y organizada, que vigile y sea contrapeso de un Gobierno con mayor¨ªa absoluta. Ser¨ªa dram¨¢tico que los socialistas entrasen en estado de crisis permanente. Toda instituci¨®n necesita renovarse si no quiere perderse en la endogamia, la ausencia de sentido de la realidad y la incapacidad de responder a una sociedad muy cambiante. Y cuando las renovaciones se aplazan porque no se manifiesta n¨ªtidamente su necesidad o porque los equipos dirigentes tienen miedo a perder poder, la realidad se impone y el grupo dirigente se ve desbordado o directamente abandonado por los votantes.
El PSOE ha perdido cuatro a?os, desde que encontr¨® en la fantas¨ªa de la derrota dulce la coartada para no afrontar el cambio. Lo que vino despu¨¦s, incluidas las primarias, fue improvisaci¨®n que los electores saldaron con una mayor¨ªa absoluta del PP. La derrota de marzo fue el detonante que hizo que lo que deb¨ªa ser una renovaci¨®n controlada se convirtiera en explosi¨®n. Y as¨ª se llega al congreso: con cuatro candidatos a la secretar¨ªa general.
En estas circunstancias, lo m¨¢s sensato es dejar que el congreso se exprese. Habr¨¢ de reconocerse al menos que en cuesti¨®n de democracia interna est¨¢ a a?os luz del m¨¦todo seguido por Fraga para administrar su segunda sucesi¨®n, mediante un concili¨¢bulo de notables en Perbes que dio con el nombre de Aznar. La comisi¨®n pol¨ªtica que ha gobernado el PSOE desde la dimisi¨®n de Almunia ha administrado la interinidad sin imposiciones. En la recta final ha propuesto que el secretario general sea elegido en primera vuelta, con una segunda votaci¨®n de la nueva ejecutiva. Es verdad que el m¨¦todo elegido por la Comisi¨®n Pol¨ªtica puede producir un secretario general m¨¢s d¨¦bil que su ejecutiva. Pero una segunda vuelta entre los dos candidatos m¨¢s votados se prestar¨ªa a una eventual coalici¨®n de perdedores que restar¨ªa autoridad al nuevo secretario general: por las facturas que habr¨ªa de pagar, pero sobre todo porque el ganador de la primera vuelta se erigir¨ªa en un poder f¨¢ctico alternativo. Para bicefalias, ya tuvo el PSOE una negra experiencia.
En la medida en que algunos dirigentes interpretan el procedimiento de elecci¨®n del secretario general como un m¨¦todo lesivo para ellos est¨¢n reconociendo que la candidatura que apoyan como propia es s¨®lo un instrumento para medir fuerzas y negociar cuotas en la nueva ejecutiva. La batalla por el procedimiento electoral se anticipa, pues, muy enconada. Ser¨ªa un p¨¦simo augurio. Los ciudadanos no entender¨ªan que con la gravedad de los problemas que tiene el PSOE, fundamentalmente para conectar de nuevo con la sociedad, se enfrascara en una lucha cainita por cuotas internas de poder, ya sea en raz¨®n de baron¨ªas territoriales o de tendencias.
Sobre el 35? Congreso socialista planea la figura de Felipe Gonz¨¢lez, que muchos socialistas quisieran situar en la presidencia del partido. Sea cual sea el resultado, habr¨¢ interpretaciones que le atribuir¨¢n cuanto acontezca. Y, sin embargo, ni por capacidad pol¨ªtica ni por edad parece que esta funci¨®n, entre honor¨ªfica y arbitral -como la que ejerci¨® Ram¨®n Rubial-, sea la mejor para Gonz¨¢lez, que, sin duda, tiene un lugar central en la historia socialista.
El nuevo secretario general tiene ante s¨ª la ingente tarea de levantar al PSOE, empezando por la defensa de sus ocho millones de votantes, hoy abandonados a su suerte. La ¨²nica manera de hacerlo es construir una alternativa al Gobierno de la derecha, dando respuestas a los nuevos y viejos problemas de la sociedad y preparando al partido para disputar el espacio central al PP. Tan importante como la elecci¨®n del nuevo l¨ªder es que pueda nombrar una ejecutiva nueva, con capacidad para lanzar nuevas propuestas -ausentes de la campa?a previa- desde la reivindicaci¨®n de lo mejor de los 13 a?os de gobierno socialista, que es lo que quieren enterrar sus oponentes con la ayuda de una camarilla medi¨¢tica subalterna. Un partido de felipistas, guerristas, borrellistas o renovadores enfrentados entre s¨ª es lo que desean perpetuar quienes quieren evitar que haya una alternativa al PP. La obligaci¨®n de los socialistas es evitar que las viejas etiquetas produzcan nuevas clonaciones. El PSOE debe recuperar la voz. Para ello necesita un liderazgo integrador, claro y fuerte, capaz de superar las guerras intestinas. De no hacerlo, podr¨ªa entrar en la peligrosa senda de UCD.
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