Rebeli¨®n de te¨®logos contra el arzobispo de Pamplona por ordenar la censura de dos libros
"No soy integrista ni intransigente", se defiende el prelado de las cr¨ªticas en los peri¨®dicos
El arzobispo de Pamplona, Fernando Sebasti¨¢n, ha ordenado retirar de las librer¨ªas diocesanas dos libros sobre los sacramentos de la penitencia y la eucarist¨ªa, que el prelado sit¨²a "en terrenos peligrosos". Entre los censurados se encuentran varios te¨®logos de gran prestigio acad¨¦mico. "Inquisici¨®n en Navarra", "quema de libros", dicen los detractores del prelado. "Trato de cumplir con mis obligaciones sin amedrentarme por los ataques o acusaciones que me puedan venir", replica el arzobispo. Tan infrecuente trifulca se est¨¢ librando en los medios de comunicaci¨®n.
La teolog¨ªa era la emperatriz de las ciencias en tiempos de Tom¨¢s de Aquino, pero hoy todo aparece decidido por una autoridad suprema. Eso, al menos, pensaba el arzobispo Fernando Sebasti¨¢n cuando el 20 de mayo pasado public¨® en La Verdad, el bolet¨ªn del arzobispado de Pamplona, la carta pastoral 'Ante dos libros recientes'. El prelado se refer¨ªa a La eucarist¨ªa, ?privilegio del clero o derecho de la comunidad?, escrito por Jes¨²s Equiza y editado por Nueva Utop¨ªa, y a Para celebrar el sacramento de la penitencia, un libro colectivo de la editorial Verbo Divino, editora tambi¨¦n de la prestigiosa revista Concilium, en el que seis importantes te¨®logos reflexionan sobre un tema candente entre la comunidad cat¨®lica, las confesiones colectivas y la absoluci¨®n general, una pr¨¢ctica penitencial que ha provocado en los ¨²ltimos meses importantes conflictos entre eclesi¨¢sticos en el arzobispado de Oviedo y en la di¨®cesis de Girona.En su primera execraci¨®n contra ambos libros, el arzobispo Sebasti¨¢n, sin citar a los autores, dice tener "la obligaci¨®n de presentar al pueblo de Dios la fe que hay que creer", y pide a los sacerdotes y fieles que "no se dejen llevar por estas falsas doctrinas". Las editoriales han ignorado esas advertencias y dicen que los libros siguen una vida normal en el mercado.
"Estupor y sorpresa"
La inesperada reprimenda p¨²blica del prelado produjo "estupor y sorpresa" a algunos de los te¨®logos censurados, seg¨²n sus propias palabras, pero no les hizo callar. Y la r¨¦plica colectiva se produjo inmediatamente, tambi¨¦n en los medios de comunicaci¨®n navarros, en los que siguen apareciendo opiniones de otros te¨®logos y decenas de cartas de sacerdotes y laicos, algunas con muy duros calificativos contra el arzobispo, que se ha visto obligado a explicarse por escrito en otras dos ocasiones, el 20 de junio y el pasado d¨ªa 17 de julio.Entre los te¨®logos censurados se encuentran profesores de varias universidades espa?olas, como el ya citado Jes¨²s Equiza y Jos¨¦ Arregui, ambos de la Facultad de Teolog¨ªa de Vitoria; Xavier Pikaza, de la Universidad Pontificia de Salamanca; Casiano Florist¨¢n, em¨¦rito del Centro Superior de Teolog¨ªa, en Madrid; Jes¨²s Mar¨ªa Asurmendi, profesor de Antiguo Testamento en el Centro Superior de Estudios Teol¨®gicos de Pamplona y en el Instituto Cat¨®lico de Par¨ªs; Guillermo M¨²gica, promotor de la Escuela de Teolog¨ªa-Escuela Social de Tudela, y F¨¦lix Funke, em¨¦rito del Collegium Damianeum de Sinpelveld (Pa¨ªses Bajos).
"No soy integrista ni intransigente", se defiende ahora Fernando Sebast¨ªan. El arzobispo de Pamplona, ex vicepresidente de la Conferencia Episcopal Espa?ola y uno de los te¨®logos m¨¢s importantes de Espa?a -fue rector de la Universidad Pontificia de Salamanca y fundador y director de la revista Iglesia Viva- se siente contra las cuerdas. Pero ha acentuado su anatema contra los libros a pesar de que, en su segunda salida a la prensa, el 20 de junio, iniciaba el art¨ªculo, titulado Comuni¨®n y libertad en la Iglesia cat¨®lica, con un reconocimiento de las "cartas de queja o de protesta" que hab¨ªa provocado su primera censura. El pasado lunes 17 de julio, en otro art¨ªculo titulado Aclaraciones y precisiones del arzobispo a la carta de varios sacerdotes, que ocupaba casi una p¨¢gina de el Diario de Navarra, se queja amargamente del alcance p¨²blico de la pol¨¦mica entre eclesi¨¢sticos e intenta defenderse de las severas acusaciones que le hacen las comunidades de base, muy pujantes en Navarra desde hace 35 a?os.
"Seguramente algunas de las cosas que digo en esta carta parecer¨¢n fruto de una postura integrista e intransigente. Nunca lo he sido ni lo quiero ser. Me gusta ser libre en la fidelidad. Fuera de la fidelidad no me interesa nada", escribe el arzobispo a un grupo de 34 sacerdotes que le critic¨® en p¨²blico y ante los que expresa su esperanza de encontrar todav¨ªa una soluci¨®n.Pero ya parece imposible reconducir el debate a las v¨ªas meramente teol¨®gicas. "Los libros censurados son intachables y muy documentados. Ni rozan siquiera lo que el arzobispo dice ver. Parece como si no los hubiera le¨ªdo", afirma uno de los editores.
Hay quien piensa que la trifulca es un ajuste de cuentas por viejas rencillas entre te¨®logos. De hecho, la editorial Nueva Utop¨ªa, que publica el libro de Jes¨²s Equiza, est¨¢ dirigida por Benjam¨ªn Forcano, que perteneci¨® a la misma congregaci¨®n que el arzobispo Sebasti¨¢n, la claretiana, hasta que, despu¨¦s de un proceso interno, fue obligado a abandonarla. Hoy, Forcano, tambi¨¦n un importante te¨®logo, est¨¢ adscrito como sacerdote a la di¨®cesis brasile?a de S?o Felix do Araguaia, cuyo obispo es el catal¨¢n Pere Casald¨¤liga, uno de los pocos te¨®logos de la liberaci¨®n que sobrevivi¨® a los procesos de depuraci¨®n promovidos desde el Vaticano por la Congregaci¨®n para la Doctrina de la Fe, que preside el cardenal Joseph Ratzinger.
Los te¨®logos censurados, ni afirman ni desmienten el que sean v¨ªctimas de ese ajuste de cuentas tard¨ªo. Pero dicen sentirse traicionados, enga?ados y maltratados por el arzobispo. Equiza, con documentos en la mano, explica que dialog¨® y acord¨® una soluci¨®n aceptable con el prelado, pero que se encontr¨® con todo lo contrario. "Usted no quiere cumplir su compromiso. Es muy grave conculcar lo que se acaba de prometer", escribi¨® Equiza al arzobispo cuando el conflicto parec¨ªa ya irremediable. Y el prelado le contest¨®: "Tu escrito es contundente. Resulta impositivo y hasta un poco altanero".
Todo lo dem¨¢s se lo han dicho desde los peri¨®dicos.
Dos versiones de Sebasti¨¢n
P¨ªo Baroja callar¨ªa sus bromas sobre el pensamiento navarro si pudiera leer los peri¨®dicos de Pamplona de los dos ¨²ltimos meses. Alta teolog¨ªa, sin duda, y a p¨¢gina completa en muchas ocasiones. Pocas veces se habr¨¢ visto en medios de comunicaci¨®n seglares una discusi¨®n de ese calibre ni con menos cuidados de etiqueta a pesar de la presencia entre los contrincantes de un prelado como Fernando Sebasti¨¢n, uno de los grandes pensadores del episcopado espa?ol, el te¨®logo preferido del cardenal Taranc¨®n.
Pero los te¨®logos censurados y los editores de los libros, de largo prestigio y tradici¨®n, esgrimen munici¨®n de calibre en defensa de sus teor¨ªas y contra las del arzobispo, poniendo, incluso, sobre la mesa un libro, Para renovar la penitencia y la confesi¨®n, de 1969, en el que el te¨®logo Fernando Sebasti¨¢n, prologado por Jos¨¦ Mar¨ªa Mart¨ªn Patino, sosten¨ªa con brillantez lo que ahora execra sin tapujos.
"El hombre moderno vive de otra manera su propia culpabilidad, y necesita expresar de otro modo su conversi¨®n y penitencia", escribi¨® hace 31 a?os en la p¨¢gina 23 de ese libro. Y en la p¨¢gina 50 a?adi¨® sobre ese sacramento: "Es necesario ir a un rito que recoja y exprese las complejidades de la penitencia cristiana: esta penitencia es a la vez personal y comunitaria. Por lo cual, el rito deber¨ªa tener la suficiente flexibilidad para recoger todos los aspectos".
Quiz¨¢s por eso el arzobispo Sebasti¨¢n escribe ahora dos veces la palabra "hoy" en su primera execraci¨®n de los dos libros, el pasado 20 de mayo. "Es evidente que hoy la Iglesia exige la confesi¨®n personal de los pecados como parte del sacramento", dice. Matiza despu¨¦s "los casos de necesidad" en los que puede haber excepciones, pero retrocede inmediatamente a la doctrina. "De lo cual se deduce que hoy no es l¨ªcito a nadie celebrar el sacramento de la penitencia mediante el recurso a la absoluci¨®n general", proclama.
Pero la frase que ha disparado las alarmas de quienes ejercen y defienden la libertad y la necesidad de una investigaci¨®n teol¨®gica permanente es esa en la que el arzobispo se adjudica la obligaci¨®n de decidir ante sus fieles "la fe que hay que creer".
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