Ayudar por ego¨ªsmo
Marta Gallego se va la pr¨®xima semana de vacaciones a Brasil. Pero al regresar a Granada, un mes despu¨¦s, no traer¨¢ como recuerdo fotos de la playa de Ipanema, recetas de caipirinha ni la cintura dolorida de bailar samba. En su petate vendr¨¢ un informe de la situaci¨®n sanitaria de los ni?os de Abaitetuba -una aldea ind¨ªgena situada en la desembocadura del r¨ªo Amazonas, para¨ªso de mosquitos del tama?o de grajos- que servir¨¢ de referencia a una expedici¨®n de m¨¦dicos espa?oles que el pr¨®ximo a?o trabajar¨¢ en la zona.Esta granadina de 30 a?os, ingeniera t¨¦cnica agr¨ªcola, va al pa¨ªs carioca a echar una mano a gente que la necesita y a satisfacer su ego. Porque Marta opina que la gente colabora con las ONG por ego¨ªsmo. "Vas a satisfacerte, a sentirte menos ego¨ªsta. El resultado de tu beneficio, de sentirte mejor, es que ayudas a otra gente, pero no se sabe qu¨¦ es primero, la gallina o el huevo".
Eligi¨® Brasil como destino de sus primeras vacaciones solidarias porque all¨ª trabaja Alfonso, un granadino amigo de su familia que en 1986 creo la ONG Asociaci¨®n de Amigos para el Brasil. La organizaci¨®n tiene varios centros cerca de la ciudad de Belem, una de las m¨¢s industriales del pa¨ªs.
En Abaitetuba, a 80 kil¨®metros de all¨ª, Marta no sabe muy bien qu¨¦ va a encontrar. "Est¨¢ en plena selva amaz¨®nica. S¨¦ que es una aldea muy pobre, con una poblaci¨®n malnutrida, ni?os sin escolarizar y agobiados por innumerables enfermedades transmitidas por los mosquitos". Ella, de hecho, ha tenido que vacunarse, entre otros males, contra el tifus, la malaria y la fiebre amarilla.
Su tarea, y la de otros siete j¨®venes granadinos que tambi¨¦n van a Abaitetuba, ser¨¢ hacer el informe para los m¨¦dicos y ayudar en lo que puedan. Adem¨¢s, el grupo lleva tantas maletas con medicinas, alimentos, instrumental m¨¦dico y repelente de mosquitos que temen que no se las dejen meter todas en el avi¨®n.
Marta reconoce que nunca ha estado tan ilusionada ante un viaje. Ni tan siquiera el verano pasado, cuando recorri¨® Escocia de vacaciones normales. "Las disfrut¨¦, pero me di cuenta de que quer¨ªa hacer algo distinto", recuerda. Aunque, como ocurre este a?o, el viaje le salga m¨¢s caro. "La ONG de Brasil s¨®lo nos da comida y alojamiento, todo lo dem¨¢s, incluido el caro billete de avi¨®n, lo pagamos nosotros". Adem¨¢s, la ingeniera ha tenido problemas para convencer a la empresa donde trabaja para que la deje tomarse 35 d¨ªas de vacaciones. "Han visto que es una causa social y, al final, me han dejado, aunque tendr¨¦ que hacer horas extras en septiembre para recuperar esos cinco d¨ªas".
Su familia ha sido m¨¢s comprensiva con su decisi¨®n, aunque a su madre le hubiera gustado que no se marchara tan lejos. Algunos conocidos tampoco la entienden. "Me dicen que c¨®mo puedo pasar las vacaciones trabajando cuando no paro el resto del a?o. Y yo les comprendo. ?sta es una opci¨®n personal y no todo el mundo tiene que hacer algo as¨ª. Entiendo que la mayor¨ªa prefiera irse a las playas de Almu?¨¦car y tumbarse al sol", explica.
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