Mi amiga
Cuando hoy me despert¨¦ y abr¨ª la ventana, el cielo estaba limpio y el sol abrillantaba los verdes de mi jard¨ªn c¨¢ntabro. Respir¨¦ hondo. "Un d¨ªa ganado", pens¨¦, recordando el anuncio de lluvias inminentes. Mi hija entr¨® en mi cuarto y me mir¨® de un modo extra?o. "Mira qu¨¦ d¨ªa", le dije. Y ella me cogi¨® del brazo, me dijo: "Si¨¦ntate. Tengo que darte una mala noticia... Acabo de hablar con Juby Bustamante... Ha muerto Carmi?a...". Y sigui¨® hablando: "Anoche nos llamaron, no nos localizaron...". Yo no dije nada. No llor¨¦. Estoy llorando ahora. Creo que pens¨¦: "No puede ser. Carmi?a me parec¨ªa indestructible. Muchas veces habl¨¢bamos de la muerte, de nuestra muerte. Habl¨¢bamos de que a nuestra edad no nos pod¨ªa quedar mucho tiempo. Pero lo dec¨ªamos tranquilamente, como quien alude a un plazo en una prisi¨®n de la que inexorablemente saldr¨¢ un d¨ªa. Eso ocurr¨ªa algunos d¨ªas en que los rercuerdos nos asaltaban y hab¨ªa que ahuyentar la emoci¨®n con un quiebro. No le recordaba el verso de Walt Whitman: "La vejez floreciendo libre con la deliciosa seguridad de la muerte".Carmen Mart¨ªn Gaite no s¨®lo era una amiga desde hace muchos a?os, era el principal testigo de la parte m¨¢s importante de mi vida. Desde los 24 a los 74 a?os que ambas hemos cumplido, cada una ha podido dar fe de los momentos estelares y de los momentos dram¨¢ticos que a una y otra nos han tocado vivir.
Hace unos a?os escrib¨ª: "Ella, que dice estar a la b¨²squeda de interlocutor, es en realidad el m¨¢s generoso interlocutor para sus amigos. Con el m¨¦rito a?adido de que a Carmen le gusta la soledad. Necesita pasear, andar, caminar en soledad. Necesita escapar y ocultarse en alg¨²n rinc¨®n lejano, en soledad. O encerrarse, en soledad, con sus silencios y sus folios, entre los muros viscontianos del Ritz, para reaparecer despu¨¦s con un nuevo libro en las manos, dispuesta a dedicar a los que quiere tiempo y tiempo".
Carmen y yo charl¨¢bamos durante horas cuando nos encontr¨¢bamos, y por tel¨¦fono, cuando hac¨ªa tiempo que no nos ve¨ªamos. Nos apasionaba dar vueltas a las cosas, divagar sobre "vida y literatura", que era una broma de los viejos tiempos para definir el contenido de las conversaciones con los amigos de nuestra juventud. Nos recomend¨¢bamos libros y pel¨ªculas, pas¨¢bamos revista a los amigos comunes que nos quedan y nos perd¨ªamos en la melancol¨ªa del recuerdo de los ya idos.
Carmi?a me parec¨ªa indestructible. Era fuerte, valiente, luchadora, vital. Quer¨ªa vivir porque hab¨ªa dos cosas a las que se entregaba con pasi¨®n: la literatura y la amistad. O la amistad y la literatura. Una de las ¨²ltimas veces que habl¨¦ con ella estaba muy preocupada por la salud de Jos¨¦ ?ngel Valente, amigo querido. Parec¨ªa cansada y un poco deprimida. Pero despu¨¦s de un rato de hablar por tel¨¦fono, volvi¨® a su jovialidad irresistible y dijo: "Nos veremos enseguida...". Yo la esperaba el 8 de agosto en Santander, donde ten¨ªa anunciada una conferencia. Pens¨¢bamos que pasar¨ªa con Susana y conmigo un d¨ªa entero, como sol¨ªa hacer cada verano que se acercaba a la universidad. Pero ya no vendr¨¢.
Y ahora, con el dolor de su ausencia que me acongoja, sigo pensando que Carmen Mart¨ªn Gaite es indestructible. Porque siempre habr¨¢ alguien que lea un libro suyo, como ella quer¨ªa, como un interlocutor apasionado, a quien ofrece en su literatura el resultado de sus indagaciones en lo m¨¢s profundo del ser humano. ?sa es la grandeza de la literatura.
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