El port¨®n de la pena
Adornos
El Pilar / Joselito, Juli, Marco
Toros de El Pilar, sin trap¨ªo. 3? y 6?, con problemas; resto, manejables. Joselito: estocada ca¨ªda (saludos); delantera y ca¨ªda (silencio). El Juli: dos pinchazos y estocada (aplausos); bajonazo y divisi¨®n de opiniones. Francisco Marco: un pinchazo, media estocada; un descabello (saludos); bajonazo (palmas). Plaza de Santander, 24 de julio. 3? de feria. Casi lleno.
Lo que hasta hace poco se conoc¨ªa como el port¨®n de los sustos y era el primer mal trago del torero se est¨¢ convirtiendo, de un tiempo ac¨¢, en el port¨®n de la pena. Ciertamente da pena ver lo que salta al ruedo cuando torean las figuras. Figuras hoy convertidas en sociedades an¨®nimas y que hacen suya la m¨¢xima de la banca; a m¨¢s dinero, menos riesgo. El encierro de El Pilar, sin trap¨ªo, sin raza, sin casta, sin clase, es todo un ejemplo del mal que sacude a la fiesta. Responsables: las figuras, por exigirlos, y los empresarios, por admitirlo.El defensor del aficionado taurino, el presidente, sobra, porque no defiende nada, admite todo, y a los veterinarios no estar¨ªa mal que les mandaran el sueldo a casa, y as¨ª se evitan asistir a los reconocimientos.
Estas corridas, y para dar alguna ventaja al toro, debieran picarse en ponis, y no las moles de los jamelgos que est¨¢n autorizados para corridas serias. Y asesorar a los se?ores del castore?o que arrasan con todo sin acierto a la hora de colocar la puya, sin medida a la hora de medir el castigo.
Joselito se fue del toro porque estaba perdido. Ha vuelto, pero sigue sin encontrarse; por no encontrar, no encontr¨® ni la distancia, ni el temple, ni el mando. Parec¨ªa intentarlo, dando la impresi¨®n de no saber ni lo que quer¨ªa ni lo que hac¨ªa. Y todo esto con el ruise?or que le toc¨® como primero. En el segundo de su lote se reencontr¨®, pero con la apat¨ªa y el mal humor. Cierto es que este pobre animal ten¨ªa alg¨²n problema, pero pr¨¢cticamente no lo quiso ver ni de salida. Para colmo, unas leves protestas hicieron que Joselito cerrara la faena con el portazo de la intransigencia, y¨¦ndose a por la espada.
El Juli, el ni?o precoz que dicen que conoce todos los saberes de la lidia, tambi¨¦n conoce lo que le gusta al p¨²blico, y se lo da: variedad, vistosidad, alegr¨ªa, movilidad, pero torear, lo que se dice torear, de eso muy poco. De hecho, las mayores ovaciones se las lleva con los adornos finales de la serie. Con ese poquito, la gente, que no el aficionado, queda enderezada. A nada que entierre la espada, no importando el sitio, el ¨¦xito est¨¢ asegurado. El Juli agrada, pero no emociona. Esto pas¨® en su primero, s¨®lo que hubo dos pinchazos antes de una entera. La bronca que se mont¨® con la aparici¨®n del quinto de la tarde, ¨²ltimo de su lote, un alev¨ªn de toro, quiso tornar el enfado en aplausos; incluso su toreo goz¨® de unos momentos de hondura, pero nada ten¨ªa importancia: aquello era un torito de festival, al que despach¨® de indigno espadazo.Francisco Marco ven¨ªa a por todas. Su triunfo en Pamplona le hac¨ªa albergar esperanzas de que otro ¨¦xito le apuntar¨ªa al circuito de los elegidos. No le fallaron los nervios, le hundi¨® la cuadrilla. Su lote fue el peor, acentu¨¢ndose los problemas por el desastre de la lidia de sus hombres, tanto de a pie como a caballo. Ni siquiera en esos momentos de desconcierto pudo esperar el joven espada una ayuda del director de lidia, que, escondido tras el capote, parec¨ªa sumido en los pensamientos de su reencuentro. En su haber el valor de la necesidad, lo intent¨® todo, pero la diosa Fortuna no estaba con ¨¦l; quiz¨¢ fue porque al brindar al p¨²blico su primer toro, la montera, caso curioso, no cay¨® ni para abajo ni para arriba, sino de costado. Su cruz sigue siendo la espada.
Esperemos que lo de esta tarde haya sido la excepci¨®n que confirma la regla, y por el port¨®n de la pena salga el toro de una feria que se quiere denominar "del norte", porque, de no ser as¨ª, ser¨¢ la desilusi¨®n de los aficionados de esta tierra y la feria ser¨¢ una m¨¢s de las del norte, no el titular que se la da a bombo y platillo.
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