Metamorfosis de los partidos
Despu¨¦s del 2 de julio, ning¨²n partido pol¨ªtico mexicano es lo que antes fue. Las tres formaciones mayores, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), el Partido de la Revoluci¨®n Democr¨¢tica (PRD) y el Partido de Acci¨®n Nacional (PAN) han obedecido a la perfecta clasificaci¨®n partidista formulada por Max Weber. El PRI ha sido un "Partido de Patronazgo" cuyos objetivos han consistido en alcanzar el poder para el jefe y ocupar los puestos administrativos en beneficio de sus propios cuadros. El PAN ha sido, en t¨¦rminos weberianos, un "Partido Clasista", dirigido por los intereses de sus estamentos. Y el PRD, siempre dentro de la clasificaci¨®n del autor de Econom¨ªa y sociedad, ha sido un "Partido Ideol¨®gico", guiado por fines concretos y principios abstractos.El PRD ha reivindicado desde su origen hace 20 a?os no s¨®lo una posici¨®n sino un liderazgo de izquierda. El PAN, m¨¢s flexible, tiene or¨ªgenes conservadores, clericalistas y de clase media. El PRI, en fin, ha reclamado una representatividad universal mexicana. El partido de las mil caras ha sido social-laborista en tiempos de L¨¢zaro C¨¢rdenas, Narciso Bassols y Lombardo Toledano. Ha reclamado la bandera de la unidad nacional con Manuel ?vila Camacho. Se institucionaliz¨® para convertirse en el partido de la industrializaci¨®n capitalista con Miguel Alem¨¢n. Se declar¨® de extrema izquierda dentro de la Constituci¨®n con Adolfo L¨®pez Mateos. Con Gustavo D¨ªaz Ordaz, perdi¨® su legitimidad revolucionaria y popular. Las caretas cayeron, ba?adas en sangre, en Tlaltelolco. A partir de Luis Echeverr¨ªa, el PRI ha sido formaci¨®n pol¨ªtica cada vez m¨¢s desdibujada, a medida que Echeverr¨ªa buscaba restaurar la legitimidad perdida con lemas de izquierda. Jos¨¦ L¨®pez Portillo daba importantes pasos -gracias a Jes¨²s Reyes Heroles- en el reconocimiento de la pluralidad minoritaria pero representativa. Carlos Salinas empleaba el arma de las concertacesiones pero instrumentaba instituciones electorales cre¨ªbles y una elecci¨®n limpia que llev¨® al poder a Ernesto Zedillo, art¨ªfice ¨²ltimo de la democratizaci¨®n que cedi¨® el poder a la oposici¨®n el 2 de julio.
Pero ideol¨®gicamente, el PRI lo ha sido todo, de acuerdo con las pol¨ªticas econ¨®micas en turno: socialismo, autarqu¨ªa, sustituci¨®n de importaciones, nacionalismo, desarrollo estabilizador, desarrollo compartido, capitalismo de Estado, rector¨ªa del sector p¨²blico, liberalismo social, neoliberalismo...
Este triunfo de los mimetismos que convirtieron al PRI en el Lon Chaney de los partidos pol¨ªticos, hoy s¨®lo tiene una cara: la de la derrota. Ning¨²n partido mexicano ha sido m¨¢s afectado por los resultados del 2 de julio que el PRI. De la noche a la ma?ana, su normalidad pas¨® a ser su anormalidad. De siete d¨¦cadas de poder al vac¨ªo de poder. ?C¨®mo negociar la derrota? Hay pri¨ªstas que se consuelan a s¨ª mismos. El PRI mantuvo el 38% del voto para la presidencia, controla las dos terceras partes de los congresos locales y, aunque sin mayor¨ªa absoluta, sigue siendo el mayor partido del Congreso. Es m¨¢s: controla organizaciones de gran peso y, sobre todo, permea la organizaci¨®n real del pa¨ªs.
Sin embargo, la p¨¦rdida de la presidencia es demasiado traum¨¢tica para que la consuelen estas consideraciones. El PRI ha dado el espect¨¢culo de una divisi¨®n por momentos grotesca, por momentos ingrata. Ver a los adalides burocr¨¢ticos y pol¨ªticos de los tres ¨²ltimos gobiernos renegar de las pol¨ªticas que en su momento apoyaron e implementaron con entusiasmo, es un espect¨¢culo deprimente para la naci¨®n y fatal para el PRI. ?De manera que s¨®lo la derrota nos devolvi¨® a nuestra convicciones nacionalistas y revolucionarias? ?De manera que ahora somos los flagelos del neoliberalismo? Que esta demagogia se extienda a renegar del presidente Zedillo porque le entreg¨® el poder a la oposici¨®n es no s¨®lo un acto de deslealtad sino de estupidez. El presidente se limit¨® a cumplir la ley. Si no lo hubiese hecho, s¨ª hubiese sido c¨®mplice de un fraude, M¨¦xico hoy estar¨ªa en llamas.
La derrota del PRI viene del seno del PRI y mientras m¨¢s pronto lo vea as¨ª, mejor para el PRI y para M¨¦xico. Zedillo les ha marcado la senda: organ¨ªcense para ganar la siguiente elecci¨®n. Aprovechen la traves¨ªa del desierto para estructurarse como verdadero partido, es decir, como parte, ya nunca m¨¢s como todo. Si los dinosaurios no entienden esta verdad, causar¨¢n estragos, ante todo, en su propio Parque Jur¨¢sico. Pero, ?d¨®nde est¨¢ el otro PRI, el que puede organizarse como parte y ya no como todo? Galileos, Corriente Renovadora, Colosistas: ?no es ¨¦sta su hora, no les correspond¨ªa tomar la iniciativa frente a los dinos rampantes?
All¨ª est¨¢ el problema. A fuerza de serlo todo para todos, izquierdista y derechista, revolucionario y conservador, populista y neoliberal, elitista y masivo, el PRI no encuentra su propio espacio. A la izquierda, el terreno lo ocupa el PRD. A la derecha, el PAN. Y uno y otro reclaman, tambi¨¦n, el centro-izquierda y el centro-derecha. El espacio del PRI se angosta y no hay lema, discurso o rabieta que lo devuelva a los anchos campos que fueron los suyos.
Sin embargo, con 21 gobernadores -nuevo centro de poder f¨¢ctico- y una importante presencia territorial y parlamentaria, el PRI tendr¨ªa tiempo de rehacerse. ?C¨®mo? Desde afuera es dif¨ªcil imaginarlo. Las relativas crisis de los otros dos partidos, sin embargo, nos otorgan pausas de reflexi¨®n y oportunidades de renovaci¨®n.
El PRD, el partido ideol¨®gico, controla la Ciudad de M¨¦xico, pero puede perder el control de s¨ª mismo. Su virtud -la de Cuauht¨¦moc C¨¢rdenas- ha sido la de mantener un espacio propio para la izquierda. Ahora le corresponde al PRD renovarse, no para abandonar sus principios sino para reforzarlos. No se gana mucho, por ejemplo, oponi¨¦ndose por principio al fen¨®meno globalizador. Lo que el PRD deber¨ªa hacer es utilizar la globalizaci¨®n para llamar la atenci¨®n sobre las oportunidades que las innovaciones econ¨®micas y t¨¦cnicas le ofrecen a la clase trabajadora. El Gobierno socialista franc¨¦s se ha dado cuenta de que la econom¨ªa moderna multiplica el destino del trabajo y las oportunidades de mejor¨ªa laboral fuera de la pobreza agracia, la miseria urbana y la ineficiencia industrial. El PRD debe ser la vanguardia de una lucha a favor de la modernizaci¨®n de la infraestructura regulatoria de la econom¨ªa, en favor de la primac¨ªa de la pol¨ªtica sobre el mercado, en favor del empleo que d¨¦ valor local al valor global. Y la izquierda, en fin, debe mantener el espacio en el que los m¨¢s d¨¦biles de la sociedad pueden combatir y negociar sus conquistas.
Los dogmas nost¨¢lgicos le sobran al PRD. Su corriente renovadora debe afirmar que no hay izquierda que no sepa proyectarse sin valores permanentes de igualdad junto con valores para escoger. Lo primero evita la nivelaci¨®n. Lo segundo, la fatalidad.
El PAN representa un caso llamativo pero no, en t¨¦rminos weberianos, novedoso ni excepcional. El jefe de la bancada panista en el Congreso, Francisco Paoli, puede silbar en la oscuridad y declarar que "Fox nunca ser¨¢ superior a la institucionalidad del Partido". El hecho es que el virtual presidente electo, por mucho que le deba al PAN, le debe m¨¢s a los Amigos de Fox y al voto masivo de una ciudadan¨ªa joven, idealista y harta del PRI. Un partido pol¨ªtico, escribe Weber, se debe en primer lugar a sus dirigentes, enseguida a sus miembros activos y en tercer lugar a sus simpatizantes. ?stos son sus factores visibles. Pero hay un factor invisible y es lo que Weber llama los "mecenas" del Partido, los que ponen la "lana" (el dinero) cuando se pasa la "charola". ?Qui¨¦nes son los mecenas de Fox? Pronto lo sabremos y lo veremos. Como en la d¨¦cada de los veinte, cuando todo el Norte se descolg¨® hacia la Ciudad de M¨¦xico, otra vez los mal llamados "b¨¢rbados del Norte" por la arrogancia "chilanga" capitalina, van a descender sobre la capital, transform¨¢ndolo todo, desde la asistencia a misa hasta los men¨²s de los restoranes.
Fox no ha tenido empacho en declararse parte de su partido pero m¨¢s que su partido. Sin embargo, con el 38% de la C¨¢mara de Diputados y el 41% del Senado, Fox deber¨¢ negociar no s¨®lo con las nuevas e in¨¦ditas oposiciones (PRI y PRD) sino con el propio PAN en la medida en que ¨¦ste le exija compromisos y lealtades al presidente. El dirigente panista, Felipe Calder¨®n, en un reciente art¨ªculo en Reforma, le ofrece con suavidad e inteligencia este camino al futuro presidente. Acaso, finalmente, sea el propio PAN el que limite la tentaci¨®n foxista (si es que la hay) de ser l¨ªder omn¨ªmodo o llanero solitario.
Vamos a observar demasiados movimientos partidistas imprevistos, sorpresas habr¨¢, derrotas insospechadas, victorias p¨ªrricas. Tambi¨¦n, ojal¨¢, como lo desea Alain Touraine, podr¨¢ haber un fortalecimiento de la capacidad de expresi¨®n de las demandas populares. El m¨¢s amargo satirista ingl¨¦s, Jonathan Swift, escribi¨® hace siglos que un partido es lo que une a muchos en beneficio de unos cuantos. As¨ª pens¨® por mucho tiempo el PRI y por eso, adormilado, perdi¨® el poder. Yo creo que las borrascas pol¨ªticas de nuestra transici¨®n ser¨¢n ben¨¦ficas, si mediante ensayo y error, by trial and error, llegamos al cabo a la organizaci¨®n partidista m¨¢s ¨²til y normal. A la derecha, una democracia cristiana abierta incluso para los que, gracias a Dios, son ateos. Y a la izquierda, una socialdemocracia moderna que, en palabras de Felipe Gonz¨¢lez, optimice el beneficio del ciudadano limitando el beneficio del mercado.
Carlos Fuentes es escritor mexicano
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