'Techos' consumados
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Los asentamientos clandestinos ocupan 1.250 hect¨¢reas del t¨¦rmino municipal de Carmona
La hilera de chal¨¦s, a ambos lados del camino rural llamado Osa Mayor, es una galer¨ªa variopinta. Los hay modestos, coquetos, pobres y ostentosos. A imagen y semejanza del bolsillo y del gusto de sus propietarios, pero incluso las viviendas edificadas con gran alarde arquitect¨®nico carecen de los servicios b¨¢sicos de un humilde piso, como la red de alcantarillado o el alumbrado p¨²blico. La Osa Mayor, un camino rural que aspira a convertirse en una lustrosa calle asfaltada, es una de las v¨ªas que cruza La Celada, una urbanizaci¨®n ilegal que comenz¨® a construirse en Carmona (Sevilla) entre la d¨¦cada de los 70 y 80."Lo m¨¢s duro debe ser el invierno, cuando se encharca el camino de agua, aqu¨ª no hay qui¨¦n entre", dice Jos¨¦ Bernab¨¦. Su vivienda, construida en 1996, cuenta con las mismas deficiencias que las dem¨¢s, pero Bernab¨¦, de 40 a?os, casado, dos hijos, s¨®lo ocupa la casa durante las vacaciones. El resto del a?o vive en Sevilla.
En las urbanizaciones ilegales erguidas en zonas rurales abundan las segundas residencias. Gentes que adquieren una parcela r¨²stica, a un precio barato, y pueden dise?ar la casa de sus sue?os, aunque sea a costa de carecer de una urbanizaci¨®n m¨ªnima.
Para los moradores habituales, la situaci¨®n difiere. En ocasiones es una cuesti¨®n de mera necesidad, como el caso de Encarnaci¨®n Mendoza y Rafael Pozo, un matrimonio con cinco hijos de 14, 8, 7, 5 y 2 a?os, que no dispon¨ªan de vivienda propia -ni grandes medios para adquirirla- hasta que compraron una parcela en las afueras de Utrera y, ladrillo a ladrillo, levantaron su casa, una m¨¢s de la larga lista de viviendas que salpican los olivares de Casablanca, una urbanizaci¨®n ilegal de Utrera.
Tanto el caso de las segundas como el de las primeras residencias responden a una estrategia de techos consumados. Llegados a este extremo, los ayuntamientos acaban sufriendo los efectos de su propia pasividad a la hora de atajar las edificaciones clandestinas. Los nuevos n¨²cleos de poblaci¨®n nacen de un modo an¨¢rquico y deficitario. Y con ellos nacen las paradojas. Tanto los vecinos de La Celada, en Carmona, como los de Casablanca, en Utrera, pagan sus respectivas contribuciones urbanas y est¨¢n censados en sus ayuntamientos en calles de urbanizaciones que formalmente no existen.
Vivir en la ilegalidad urban¨ªstica tiene su coste en el d¨ªa a d¨ªa. Encarnaci¨®n Mendoza camina dos horas diarias, entre ida y vuelta, para llevar a sus ni?os hasta la parada del autob¨²s escolar. Hasta su casa no llega el butano ni el cartero, as¨ª que recibe la correspondencia en un apartado de correos que comparten con otros dos vecinos. En el exterior de vivienda conviven el pozo de agua potable y la fosa s¨¦ptica a pocos metros de distancia.
Casablanca es una de las 48 urbanizaciones ilegales de Utrera, uno de los municipios sevillanos donde el caos urban¨ªstico prolifera m¨¢s. Otro es Carmona, que cuenta con 1.250 hect¨¢reas de su territorio ocupadas por urbanizaciones ilegales. Unas 5.000 parcelas clandestinas, como las que delimitan el camino de la Osa Mayor en La Celada.
Para poner coto a este desparrame urban¨ªstico, que surgi¨® en la d¨¦cada de los setenta, el Ayuntamiento de Carmona ha dise?ado un plan de intervenci¨®n, apoyado por la Consejer¨ªa de Obras P¨²blicas y Transportes, para regularizar la situaci¨®n de forma consensuada con los parcelistas, que tendr¨¢n que sufragar los costes de la urbanizaci¨®n. "Es el primer programa que tiene una visi¨®n global planificada y concertada", explica el alcalde Sebasti¨¢n Mart¨ªn Recio (IU).
La urbanizaci¨®n de La Celada, por ejemplo, costar¨¢ alrededor de 620 millones de pesetas. El Ayuntamiento exige para regularizar la situaci¨®n, que culminar¨¢ en una reforma de las normas subsidiarias, que acometan, entre otras, las obras de abastecimiento de agua, saneamiento y depuraci¨®n.
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