Fujimori 3
La inauguraci¨®n por Alberto Fujimori de un tercer mandato de cinco a?os ha sido tan ca¨®tica y violenta como se esperaba. Algo sustancial no funciona cuando en una pretendida democracia, como el presidente peruano quiere calificar a su r¨¦gimen, tienen que desplegarse m¨¢s de 30.000 polic¨ªas en las calles para mantener una apariencia de orden durante la toma de posesi¨®n del presidente. Se ha impedido el acceso a la capital de autobuses de todo el pa¨ªs con partidarios del l¨ªder opositor, Alejandro Toledo, y prohibido filmar desde helic¨®pteros las manifestaciones contra Fujimori desarrolladas en Lima desde el mi¨¦rcoles y contra las que ayer se carg¨® con contundencia. El presidente peruano ha asumido de nuevo el poder tras unas elecciones fraudulentas, a cuya segunda vuelta concurri¨® en mayo como ¨²nico candidato, y en medio de un claro distanciamiento de la comunidad internacional. Pese a que pa¨ªses influyentes como M¨¦xico o Brasil no han sido capaces de condenar abiertamente en la Organizaci¨®n de Estados Americanos el enga?o electoral cometido en Per¨² -mediante la manipulaci¨®n de las urnas, el control de los medios informativos y el libre uso del dinero estatal en la campa?a de Fujimori-, la ceremonia de ayer se produjo con la ostentosa ausencia de mandatarios latinoamericanos, salvo los vecinos Ecuador y Bolivia. EE UU y la UE, con la excepci¨®n de Espa?a, no enviaron representantes a Lima.
La tercera y ¨²ltima etapa de Fujimori, en el poder desde 1990, promete ser turbulenta. El aut¨®crata peruano goza todav¨ªa de un apoyo consistente, en torno al 40% seg¨²n los sondeos. Pero se desvanece r¨¢pidamente el carisma logrado hace a?os con el control de la hiperinflaci¨®n y la aniquilaci¨®n de la guerrilla. Ahora el paro crece, y los salarios, no. Hasta los empresarios, un valor seguro, comienzan a desertar de un presidente que, en busca de una fachada presentable, ha designado primer ministro a un moderado opositor. Un gesto para la galer¨ªa, puesto que son m¨ªnimos los poderes del cargo.
En Per¨² permanecen los elementos fundamentales de un r¨¦gimen autoritario: un aparato legislativo y judicial obedientes, una informaci¨®n intervenida y el poder irrestricto de los servicios secretos. La docilidad del Parlamento ha sido asegurada esta semana por el simple procedimiento de la deserci¨®n engrasada; el partido oficialista ha transformado en mayor¨ªa absoluta sus 52 diputados originales mediante la incorporaci¨®n de casi una veintena que hab¨ªan obtenido su acta por formaciones opositoras. ?ste es el estado de cosas que vuelve a presidir Fujimori.
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