Asesinado el gobernador civil de Guip¨²zcoa del ¨²ltimo Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez
Juan Mar¨ªa J¨¢uregui, de 49 a?os, muri¨® despu¨¦s de recibir dos balazos en un bar de Tolosa
La banda terrorista ETA acab¨® ayer en Tolosa con la vida del militante socialista Juan Mar¨ªa J¨¢uregui, ex gobernador civil de Guip¨²zcoa y figura clave en la investigaci¨®n del caso Lasa-Zabala, que desemboc¨® en el encarcelamiento de su antecesor en el cargo Julen Elgorriaga y del general Enrique Rodr¨ªguez Galido.El asesinato se produjo hacia las 11.30. J¨¢uregui, de 49 a?os, casado y con una hija, conversaba con su amigo personal y director de informativos de la televisi¨®n vasca (ETB), Jaime Otamendi, en una c¨¦ntrica cafeter¨ªa de la localidad. Dos terroristas se le acercaron por la espalda y le dispararon dos tiros en la nuca. El ex gobernador, que no llevaba escolta, qued¨® tendido en el suelo. Fue atendido por una ambulancia en el mismo lugar del atentado y posteriormente trasladado a la cl¨ªnica de la Asunci¨®n, donde muri¨®.
Los terroristas vieron ayer su buscada oportunidad y supieron aprovecharla. J¨¢uregui, un hombre fiel a sus costumbres, no se preocup¨® en exceso por velar por su seguridad y acudi¨® a su cita con Otamendi en el Front¨®n, una cafeter¨ªa-restaurante de la calle San Francisco que frecuentaba con regularidad. El establecimiento estaba muy concurrido, como cualquier s¨¢bado a esa hora, y los clientes no sospechaban que compart¨ªan el local con dos pistoleros de ETA que hab¨ªan seguido los pasos del ex gobernador civil. "Entraron en el bar por la puerta principal sobre las 11.00", asegura un cliente, "y pidieron unas consumiciones en la barra". Mientras tanto, J¨¢uregui tuvo ocasi¨®n de hablar por tel¨¦fono con su mujer, Marixabel Lasa, para decidir qui¨¦n compraba los peri¨®dicos del d¨ªa y quedar poco despu¨¦s.
Los testigos presenciales aseguran que los terroristas ten¨ªan entre 30 y 35 a?os. "Uno era bajo y llevaba txapela y el otro alto, con perilla. Los dos hombres entraron a cara descubierta con gafas de sol". Entre sus se?as de identidad destacaba tambi¨¦n una asombrosa frialdad. Seg¨²n los clientes del local, "charlaron con tranquilidad, terminaron sus consumiciones" y una vez saciada la sed perpetraron el atentado.
Los asesinos sab¨ªan que no iban a llamar la atenci¨®n en el recorrido de la peque?a distancia que les separaba de la mesa en la que se encontraba sentado el ex gobernador porque el establecimiento tiene dos salidas, una principal y otra lateral, ¨¦sta se encontraba en su camino. ETA quiso que J¨¢uregui muriera precisamente cuando hablaba sobre la situaci¨®n pol¨ªtica del Pa¨ªs Vasco. Los terroristas se acercaron a ¨¦l por la espalda y le dispararon dos tiros en la nuca. J¨¢uregui, natural de Legorreta -localidad cercana a Tolosa- cay¨® tendido en el suelo y los etarras huyeron por la puerta principal, seg¨²n algunos testigos. A¨²n luchaba por salvar su vida cuando lleg¨® la ambulancia.
Los m¨¦dicos confirmaron la muerte de J¨¢uregui pasadas las 13.00 horas. Cuando le lleg¨® la noticia, su mujer apenas pudo contener su emoci¨®n. S¨®lo era capaz de decir a sus allegados: "Esta semana hemos celebrado las bodas de plata y ten¨ªamos que haber llegado a las de oro". Marixabel Lasa sabe lo que se sufre con la ausencia de un ser querido. Desde hace tres a?os ve¨ªa poco a su marido. Juan Mar¨ªa J¨¢uregui abandon¨® el Pa¨ªs Vasco a petici¨®n propia tras dejar el cargo de gobernador civil de Guip¨²zcoa en 1996, aunque volv¨ªa con cierta regularidad a la casa familiar que ambos comparten en Legorreta. Hac¨ªa doce d¨ªas que hab¨ªa hecho un alto en su trabajo como secretario general de Aldeasa para Latinoam¨¦rica para disfrutar de unas vacaciones.
J¨¢uregui se fue del Pa¨ªs Vasco porque ETA insist¨ªa en mantenerle en el centro de su diana, al menos desde 1995. Ya entonces, cuando todav¨ªa era gobernador, se descubri¨® que el comando Donosti planeaba hacer estallar un coche bomba al paso de su coche oficial. El atentado que pensaba perpetrarse en la salida de la variante de San Sebasti¨¢n, a la altura del barrio de Larratxo, se frustr¨® por la detenci¨®n de los componentes del comando.
Dos a?os despu¨¦s, la polic¨ªa supo que la organizaci¨®n terrorista hab¨ªa realizado seguimientos detallados de sus movimientos, tras la detenci¨®n del etarra Valent¨ªn Lasarte. Desde entonces, ETA no ha cesado en su empe?o. El Ministerio de Interior le busc¨® hace tres a?os una salida laboral en Canarias, como directivo de la cadena de tiendas de aeropuertos Aldeasa. Meses despu¨¦s fue nombrado jefe de esta empresa para Latinoam¨¦rica y se instal¨® en Chile.
La organizaci¨®n terrorista consigui¨® ayer su objetivo. Los activistas de la violencia callejera lo anunciaron hace diez d¨ªas cuando pintaron la fachada de su casa en Legorreta con frases amenazantes. J¨¢uregui no llevaba escolta en sus visitas a Espa?a. S¨®lo tuvo protecci¨®n policial cuando testific¨® en el jucio por el caso Lasa-Zabala. Su testimonio aval¨® la versi¨®n del testigo protegido Pedro Migueliz, Txofo, en el sentido de que fue presionado por la Guardia Civil para que no declarara en el juicio y cambiase sus declaraciones. Hace diez d¨ªas, cuando decoraron su casa con pintadas amenazantes, sus allegados solicitaron a la Ertzaintza que le dotara de un servicio de escolta, extremo que el departamento vasco de Interior desmiente. Ayer, cuando le mataron, no ten¨ªa m¨¢s protecci¨®n que su propia intuici¨®n. J¨¢uregui no tom¨® ninguna medida de seguridad. Personas cercanas aseguran que se desplaz¨® solo en coche desde su casa hasta el bar de Tolosa, donde se hab¨ªa dejado caer en m¨¢s de una ocasi¨®n durante sus vacaciones. Su mujer, natural de esta misma localidad y funcionaria del Gobierno vasco, estaba en casa cuando recibi¨® la noticia del atentado; su hija, de 19 a?os, se encontraba en el monte.
La esperanza de que J¨¢uregui lograra sobrevivir congreg¨® en el hospital, adem¨¢s de familiares, a numerosos pol¨ªticos y otros representantes institucionales. Entre ellos, el lehendakari, Juan Jos¨¦ Ibarretxe, el delegado del Gobierno en el Pa¨ªs Vasco, Enrique Villar, el secretario institucional de la Ejecutiva del PSE- EE de Euskadi y presidente de la Ejecutiva provincial de Guip¨²zcoa, Jes¨²s Eguiguren, el portavoz del Gobierno vasco, Josu Jon Imaz y cargos de otros partidos. De todos, salvo de Euskal Herritarrok (EH). Muchos de ellos, amenazados. Ayer, en la puerta del hospital, un concejal de una localidad del Pa¨ªs Vasco se lamentaba del suceso. Recib¨ªa las palabras de apoyo de un amigo que le insist¨ªa en que se fuera de vacaciones con su familia. Su reacci¨®n fue m¨¢s que esclarecedora: "Total", dijo con resignaci¨®n, "luego tengo que volver".
J¨¢uregui, que ten¨ªa previsto viajar a Buenos Aires el pr¨®ximo 4 de agosto por motivos laborales, iba a ser nombrado subdirector internacional de Aldeasa y ten¨ªa la intenci¨®n de establecerse en Madrid.
ETA frustr¨® todas estas expectativas y se encarg¨® de no dejar rastro. Los terroristas explosionaron en Billabona -localidad cercana a Tolosa- el coche utilizado en su hu¨ªda. El veh¨ªculo, robado el pasado 21 de julio en Elgoibar (Guip¨²zcoa) y conten¨ªa entre un kilo y kilo y medio de la dinamita robada en Breta?a en septiembre de 1999, seg¨²n fuentes policiales. La deflagraci¨®n se produjo gracias a un temporizador programado para hacer explosi¨®n a los diez minutos.
Gritos contra Ibarretxe
Los familiares, compa?eros de partido y otras autoridades velaron ayer a J¨¢uregui en la sede socialista de San Sebasti¨¢n, donde fue instalada la capilla ardiente. El lehendakari Juan Jos¨¦ Ibarretxe visit¨® la capilla y fue recibido con gritos de "dimisi¨®n" por el p¨²blico que hac¨ªa cola para despedir al ex gobernador.El cad¨¢ver ser¨¢ trasladado hoy a las 12.00 al Ayuntamiento de Legorreta, donde se celebrar¨¢ un acto c¨ªvico de despedida.
Las manifestaciones de apoyo se sucedieron ayer en forma de concentraciones en las tres capitales vascas y en Tolosa y continuar¨¢n hoy. El PSE-EE ha convocado para las 20.00 horas una manifestaci¨®n en repulsa del terrorismo, que partir¨¢ del Boulevard de San Sebasti¨¢n con el lema ETA no, basta ya.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.