La amargura en Madagascar
Teresa Peinado descubri¨® en la isla africana que no todo son playas soleadas ni parques naturales
Qued¨® encantada de su viaje, pero asegura que no volver¨¢. "Es bastante duro estar all¨ª", dice. "Fue una experiencia magn¨ªfica, pero tambi¨¦n muy dura". Habla de Madagascar y se llama Teresa Peinado, una profesora de 41 a?os que trabaja como voluntaria en la La Casa del Agua de Coco, una ONG dedicada a realizar programas que erradiquen la marginaci¨®n tanto en Asia como en ?frica. Fue con esa ONG con la que descubri¨® la amargura en Madagascar.El proyecto en el que particip¨® Teresa Peinado el pasado a?o y que le llev¨® a su primer viaje a Madagascar estaba destinado a familias marginales de la isla que viv¨ªan literalmente en la calle. Durante nueve meses, la Casa del Agua de Coco les ofreci¨® un techo, ense?¨® un oficio a los padres para que pudieran ser autosuficientes y escolariz¨® a los ni?os. Al marcharse, los voluntarios de la organizaci¨®n les ayudaron a construirse sus propias casas y a abastecerse.
"Era un proyecto muy bonito y yo quer¨ªa verlo con mis propios ojos" comenta. "Lo que ve¨ªa en los papeles que gestionaba quer¨ªa verlo tambi¨¦n en realidad". De modo que invirti¨® algunos ahorros y se fue a la isla.
"Me encontr¨¦ mucha miseria, much¨ªsima", dice. "Pero al mismo tiempo descubr¨ª que el trabajo que est¨¢bamos realizando era como un oasis dentro de aquella miseria. Se trataba de recoger a familias enteras de la calle y devolverlas a la sociedad con un bagaje que pudiera hacerlas ya autosuficientes". De aquel proyecto se beneficiaron 150 personas.
"Recuerdo sobre todo el bullicio de los ni?os", comenta. "Nos recibieron con m¨²sica, cantando canciones. Para ellos un blanco, un europeo, es sin¨®nimo de alguien que viene a prestar su ayuda".
Apenas estuvo 15 d¨ªas en Madagascar. "Pero fueron suficientes para empaparte de toda una realidad social que es muy fuerte, y que existe". Madagascar no es esa isla paradis¨ªaca con enormes playas para descansar, sino un pa¨ªs malherido por la pobreza.
Cuando se le pregunta si Occidente, si Europa, puede hacer mucho m¨¢s de lo que hace para sacar al Tercer Mundo del hambre, es rotunda. "Por supuesto que podr¨ªa hacer mucho m¨¢s de lo que hace", dice. "Y habr¨ªa que empezar por la gente de la calle, concienciarla para que le exijan a los Gobiernos que se pringuen mucho m¨¢s". Luego, con cierta resignaci¨®n, agrega: "Se trata de un trabajo muy muy largo".
Como sucede con todos los pa¨ªses que pasan hambre, Madagascar es fruto del colonialismo occidental que, tras explotar todos los recursos para mayor riqueza de Europa, concedi¨® la independencia a Gobiernos corruptos que contrajeron una enorme deuda externa. "Eso ha hecho que el pa¨ªs, que tiene una enorme variedad de recursos", dice Teresa Peinado, "que tiene un clima muy variado, que tiene playas, que tiene monta?as, que tiene parques naturales, est¨¦ absolutamente empobrecido".
El ejemplo que pone es bien claro: basta echar un vistazo al paisaje para ver que es riqu¨ªsimo. "Y las ciudades, sin embargo, son suburbios constantes", dice.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.