'Fumata' blanca
Conviene leer el 35? congreso del PSOE desde dos perspectivas distintas. Una: ?ha sido bueno lo ocurrido, con independencia del talento, ideas y hasta orientaci¨®n pol¨ªtica de Zapatero? Dos: ?es Zapatero el l¨ªder que realmente estaban necesitando los socialistas? A lo ¨²ltimo, es evidente, s¨®lo se puede contestar con una conjetura. Pero lo primero no es conjetural. Hay que felicitarse del desenlace del congreso por una raz¨®n al menos. Y es la aparici¨®n de un l¨ªder no hipotecado. Imaginen que hubiese vencido un hombre del aparato. Pues tendr¨ªamos tambi¨¦n un hombre que habr¨ªa heredado las hipotecas del aparato. O imaginen que el cuasi empate se hubiera producido con los guerristas, y no con Bono. La Ejecutiva se habr¨ªa dividido en dos, y la desuni¨®n interna de los socialistas habr¨ªa perdurado en la fase posfelipista. Pero no, tenemos a Zapatero. Ignoramos qu¨¦ era antes, o si toma cereales durante el desayuno. Esto, sin embargo, importa menos que una serie de consideraciones negativas: Zapatero "no" est¨¢ enfeudado a nadie; Zapatero "no" representa a facci¨®n alguna; Zapatero "no" ha dicho, hasta el momento, tonter¨ªas memorables. Este rosario de exclusiones dibuja, en hueco, lo que puede ser un liderazgo fuerte, y es ya un liderazgo nuevo. Noticias positivas, se sea socialista o no.Vayamos ahora a la parte prospectiva o conjetural. ?Qu¨¦ har¨¢ Zapatero? ?En qu¨¦ direcci¨®n impulsar¨¢ al partido? Est¨¢ claro que Zapatero va a intentar ganar las elecciones, y que va a intentar ganarlas buscando el bulto, desde el principio, a las cuestiones pr¨¢cticas. Esto es bueno tambi¨¦n. Una oposici¨®n que no se dedique a afilar el pico contra el hueso de jibia de la pol¨ªtica real ser¨¢ una oposici¨®n de vocaci¨®n ret¨®rica y, por tanto, poco apta para gobernar cuando le llegue la hora de hacerlo. Parece, adem¨¢s, que a Zapatero le tientan las f¨®rmulas liberales, en la l¨ªnea alemana y brit¨¢nica. ?Denota este presunto liberalismo de Zapatero falta de fibra ideol¨®gica, o lo que sea?
No lo s¨¦. Y adem¨¢s, no me interesa. Los ciudadanos se dividen en dos categor¨ªas fundamentales: la de quienes esperan que la pol¨ªtica cambie el mundo y la de quienes se contentan con que no lo estropee demasiado. Yo me incluyo entre los ¨²ltimos. Estimo que, en t¨¦rminos objetivos, no existen alternativas razonables a lo que ha hecho Blair, o est¨¢ haciendo Schr?der. Cierto, las mismas cosas se pueden hacer peor o mejor, con retraso o en su momento, con decoro o sin ¨¦l. Pero existen alabeos, vicios de la madera en el macizo de la realidad, contra los que no es prudente ir. La aventura, las haza?as de H¨¦rcules, tan necesarias para que la vida sea apasionante, es mejor fiarlas a la esfera de lo privado, donde el naufragio glorioso no arrastra a terceros. El alcance aut¨¦ntico de la pol¨ªtica es limitado. Lo es porque, precisamente, involucra a muchos.
Ha llegado el momento de que les hable de la cola del pavo real, un enigma a¨²n por despejar dentro de la teor¨ªa de la evoluci¨®n. Seg¨²n es conocido, los pavos macho han desarrollado colas aparatosamente largas, cuya sola utilidad discernible es que gustan a los pavos hembra. ?Por qu¨¦ tienden ¨¦stas a elegir a unos tipos cuyo ap¨¦ndice zaguero no sirve para nada? Una explicaci¨®n posible -y la m¨¢s divertida- es la de la masa cr¨ªtica: bastar¨¢ que la mayor¨ªa de las pavas prefieran las colas largas para que una pava individual, por heterodoxa que sea en su fuero interno, elija tambi¨¦n al portador de una cola larga. Los pavos habidos ostentar¨¢n colas largas, gustar¨¢n m¨¢s a las hembras y difundir¨¢n eficazmente los genes familiares.
En el terreno de la pol¨ªtica, nos enfrentamos a constricciones semejantes. En un mundo global, de movilidad de capitales y econom¨ªas abiertas, no es posible enfilar un sendero propio. Por supuesto, la ¨²ltima palabra la tiene el medio ambiente. Unas colas largas incompatibles con el vuelo devolver¨¢n su prestigio a las colas breves. Si la globalizaci¨®n sale mal oiremos hablar otra vez de experimentos locales. En el ¨ªnterin, s¨®lo cabe pedir sentido com¨²n, capacidad de adaptaci¨®n y rigor a fanegadas en lo que toca a unos pocos asuntos fundamentales.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.