'Maketos' y moros
Maketo es el t¨¦rmino despectivo con el que Sabino Arana y los nacionalistas vascos de la primera mitad del siglo XX designaban a los numerosos inmigrantes atra¨ªdos al Pa¨ªs Vasco por una acelerada y brutal industrializaci¨®n. Mejor dicho, se llamaba maketos a los inmigrantes pobres, a los trabajadores de otras regiones de Espa?a que llegaron masivamente para ser explotados de forma inmisericorde por la burgues¨ªa vasca, pues nadie llam¨® nunca maketos a los europeos ricos que, al amparo del mismo proceso de desarrollo capitalista, se establecieron en tierra vasca y estrecharon v¨ªnculos empresariales y familiares con los nuevos ricos nativos de inmaculado apellido eusk¨¦rico.La ideolog¨ªa del nacionalismo vasco anterior a la guerra civil postulaba que la diferencia entre vascos y maketos era de car¨¢cter racial: para Sabino Arana, la "invasi¨®n maketa" amenazaba la pureza racial, religiosa y moral del pueblo vasco, que necesitaba, para poder preservarla, la independencia pol¨ªtica que supuestamente hab¨ªa tenido hasta la abolici¨®n de los Fueros. La derrota del nazismo y el consiguiente descr¨¦dito pol¨ªtico y cient¨ªfico del racismo y de las teor¨ªas raciales silenci¨®, tras la Segunda Guerra Mundial, las pasadas apelaciones abertzales a una supuesta raza vasca diferenciada desde la prehistoria hasta hoy, hizo pasar a primer plano los planteamientos etnistas que enfatizaban y exageraban las diferencias ling¨¹¨ªsticas y culturales entre euskaldunes y "espa?oles" y difumin¨® la inicial maketofobia racista bajo un antiespa?olismo de car¨¢cter ¨¦tnico-pol¨ªtico. Aunque todav¨ªa reaparezcan ocasionalmente -bajo la cobertura cient¨ªfica de ambiguos y muy discutibles estudios de ciertos sociobi¨®logos y genetistas de poblaciones- confusas referencias al Rh negativo y a otras supuestas diferencias gen¨¦ticas de los vascos, lo cierto es que raza y racismo han dejado de ser hace tiempo ingredientes ideol¨®gicos importantes del nacionalismo vasco. Lo cual no priva de inter¨¦s a la reflexi¨®n sobre la genealog¨ªa del racismo sabiniano y de la figura del maketo como paradigma del "otro" para el nacionalismo vasco. Pues esa reflexi¨®n sobre los or¨ªgenes del maketo puede depararle una sorpresa a quien se indigna contra el racismo o el etnismo abertzale desde posiciones acr¨ªticas con el nacionalismo espa?ol. Suele creerse que el racismo ideol¨®gico-pol¨ªtico (es decir, la discriminaci¨®n jerarquizadora, en el terreno social y legal, entre distintos grupos humanos en virtud de sus supuestas caracter¨ªsticas biol¨®gicas distintivas, supuestamente correlacionadas con sus capacidades intelectuales y morales) remite siempre necesariamente a teor¨ªas previas de car¨¢cter cient¨ªfico o pseudocient¨ªfico que constituyen su fundamento ideol¨®gico. El caso del racismo vasco, entre otros muchos que no vienen al caso, desmiente esa presunci¨®n y muestra que, de modo an¨¢logo a c¨®mo son los nacionalismos los que crean las naciones (que no preexisten a aqu¨¦llos), es el racismo el que crea las razas, unas razas que s¨®lo llegan a adquirir reconocimiento cient¨ªfico como resultado a posteriori de la legitimaci¨®n ideol¨®gica de una previa discriminaci¨®n ¨¦tnica.
Mucho antes de que Telesforo de Aranzadi ofreciera cobertura arqueol¨®gica, prehist¨®rica y craneom¨¦trica a la "raza vasca" como descendiente in situ de la "raza pirenaica"; mucho antes de que una legi¨®n de antrop¨®logos f¨ªsicos europeos especularan sobre sus misteriosos or¨ªgenes y caracter¨ªsticas; mucho antes de que Sabino Arana, sin conocimiento ni preocupaci¨®n alguna por esos estudios antropol¨®gicos, fundamentara su ideolog¨ªa nacionalista sobre la raza y la religi¨®n de los vascos, la raza vasca era ya un constructo ideol¨®gico que hab¨ªa ido adquiriendo realidad social efectiva en el Pa¨ªs Vasco desde el siglo XVI en virtud de una legislaci¨®n foral que inclu¨ªa algo muy parecido a una "ley de extranjer¨ªa" calificada por Caro Baroja como "anticipo de leyes racistas". Tanto en Vizcaya y Guip¨²zcoa como en varias zonas de ?lava y Navarra que conquistaron durante los siglos XV-XVI la hidalgu¨ªa colectiva de todos sus pobladores, con los privilegios "igualitarios" consiguientes, se produjo un doble y complementario proceso socio-econ¨®mico e ideol¨®gico. Las condiciones ecol¨®gico-demogr¨¢ficas y la estructura socio-econ¨®mica del Pa¨ªs Vasco durante el Antiguo R¨¦gimen hicieron que la sociedad vasca fuera durante cuatro siglos una sociedad cerrada, condenada a una fuerte emigraci¨®n y decidida a conservar su precaria cohesi¨®n y su privilegiada situaci¨®n en el marco de la monarqu¨ªa espa?ola mediante el expeditivo procedimiento de impedir el establecimiento en su territorio de quien fuera "extranjero", es decir de quien no fuera hidalgo, cristiano viejo y limpio de sangre, como todos los vascos lo eran seg¨²n la legislaci¨®n foral. Para los ide¨®logos del particularismo foral vasco, hidalgu¨ªa colectiva equival¨ªa a nobleza universal: el fundamento ideol¨®gico de que todos los vascos eran nobles era la postulaci¨®n de su com¨²n genealog¨ªa desde T¨²bal, primer poblador de Espa?a, de quien toda nobleza proced¨ªa, y el modo de probar esa genealog¨ªa hidalga era probar la descendencia de una Casa-Solar en tierra vasca, puesto que en ella todos los Solares eran nobles. La consecuencia, muy pronto sacada por los apologistas de los Fueros y de la nobleza universal vasca, no pod¨ªa ser otra que la categorizaci¨®n del territorio vasco como un ¨²nico Solar reivindicado como el origen de un ¨²nico linaje, de una sola "gran familia" o de una sola parentela: en definitiva, como el suelo originario y nutricio de una comunidad de individuos y grupos vinculados entre s¨ª por su descendencia de un tronco geneal¨®gico com¨²n, es decir, de una raza aut¨®ctona. ?se y no otro es el origen social e ideol¨®gico de la "misteriosa" raza vasca. Cuyo "otro" frente al cual se define aparece claramente dibujado en el modo como la legislaci¨®n foral especifica las caracter¨ªsticas del "extranjero" al que proh¨ªbe instalarse en tierra vasca: el "otro" es aquel que no puede probar la limpieza de sangre que a todo vasco se le presupone por el mero hecho de haber nacido en tierra vasca; es decir, aquel que no puede probar su condici¨®n de cristiano viejo y resulta sospechoso de tener mezcla de sangre mora o jud¨ªa, es decir, de pertenecer a una raza impura. ?sa y no otra es la genealog¨ªa de la figura del maketo: el moro y el jud¨ªo (y por derivaci¨®n, el espa?ol nacido fuera del Pa¨ªs Vasco, en tanto que sospechoso de tener sangre mora o jud¨ªa y de no ser por tanto ni noble ni cristiano viejo ni limpio de sangre).
Lo que hicieron los vascos de los siglos XVI a XIX fue convertir en criterio de discriminaci¨®n ¨¦tnica lo que para el resto de los espa?oles era un criterio estamental de jerarquizaci¨®n social: la posesi¨®n de nobleza, la probanza de hidalgu¨ªa. Y las implicaciones racistas de la legislaci¨®n foral que sancionaba esa temprana discriminaci¨®n ¨¦tnica entre vascos y no vascos no eran sino una derivaci¨®n del fundamentalismo cat¨®lico-racista, antisemita y antimusulm¨¢n, en cuyo marco surgi¨® y se desarroll¨®, desde los Reyes Cat¨®licos hasta el franquismo, la identidad nacional espa?ola. La etnicidad espa?ola, la autoconciencia diferencial de la nacionalidad es-
pa?ola tiene sus ra¨ªces en el mito de la Reconquista cristiana frente al islam "invasor" y en la unificaci¨®n pol¨ªtico-religiosa del pueblo espa?ol bajo una Monarqu¨ªa Imperial Cristiana sobre la base de un nacional-catolicismo xen¨®fobo, excluyente de moros y jud¨ªos. En Espa?a, cuya unidad y cohesi¨®n nacional se ciment¨® inicialmente sobre la expulsi¨®n de los jud¨ªos y moriscos, el antisemitismo y, sobre todo, la configuraci¨®n del moro (tanto el ¨¢rabe como el musulm¨¢n) como el "otro" paradigm¨¢tico y el enemigo eterno, han sido siempre ingredientes b¨¢sicos, m¨¢s o menos dormidos o despiertos, de la identidad nacional.
Y hasta el siglo XIX, hasta que la abolici¨®n foral, la industrializaci¨®n y la emigraci¨®n transformaron radicalmente la sociedad vasca, la etnicidad vasca no era sino espa?olidad al cuadrado: tan espa?oles eran los vascos (tan hidalgos, tan viejos cristianos, tan puros de sangre, tan libres de mezcla con moros o jud¨ªos) que hasta los espa?oles no vascos les resultaban sospechosos de impureza y se les imped¨ªa por ello instalarse en tierra vasca.
Hasta que la supresi¨®n de esa "ley de extranjer¨ªa" racista que eran los Fueros permiti¨® la libre instalaci¨®n de espa?oles "impuros" en tierra vasca y provoc¨® que los tradicionalistas vascos, convertidos en nacionalistas antiespa?oles, estigmatizaran esa emigraci¨®n como "invasi¨®n maketa", causante del aumento de criminalidad, la degeneraci¨®n moral y el incremento de conflictividad en la sociedad vasca. Unas quejas que vuelven a o¨ªrse un siglo despu¨¦s en Espa?a, pero referidas ahora a moros, negros y dem¨¢s extranjeros pobres, y salidas de bocas de espa?oles cuyos parientes quiz¨¢ fueron estigmatizados, hace s¨®lo una o dos generaciones, como maketos en el Pa¨ªs Vasco. La reciente coincidencia de las declaraciones de Arzalluz sobre los "emigrantes", del pogrom racista de El Ejido contra los moros de origen marroqu¨ª y del incremento de la xenofobia en la Ley de Extranjer¨ªa, sugieren que el com¨²n s¨ªndrome racista de nacionalistas vascos y nacionalistas espa?oles no es, en modo alguno, cosa del pasado.
Juan Aranzadi es escritor y profesor de Antropolog¨ªa de la UNED.
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