Medea y los b¨¢rbaros
En alg¨²n lugar dej¨® escrito la gran madre Oscar Wilde: "La escena es el refugio de la gente demasiado hermosa". Completamente de acuerdo cuando se trata de Nuria Espert, que acaba de recibir en M¨¦rida la pleites¨ªa de las nobles ruinas, testigos de su prestigio teatral, edificado a base de oficio mantenido d¨ªa a d¨ªa, a?o tras a?o, a sangre y fuego. No es el caso de la televisi¨®n, ese invento prodigioso que se pretend¨ªa heredero del cine y el teatro y est¨¢ acabando, como mucho, en letrina de cuartel. Lo que este verano estamos viendo en los programas de famoseo excede a la mierda, a la cretinez, a la estulticia y aun al crimen. S¨®lo unas palabras dedicadas al homenaje a Espert en M¨¦rida, cuatro o cinco noticias sobre la muerte de Carmi?a Mart¨ªn Gaite, y, mientras, esa tropa del Gran Hermano se pasea llenando programas infectos s¨®lo para demostrar lo que ya se vio cuando viv¨ªan en la casa: son el reflejo de una Espa?a alucinante, vac¨ªa, vulgar, pobre de lenguaje y de ideas. As¨ª las cosas, no es de extra?ar que el ¨²nico hermano que no se prodiga sea el inteligente Koldo, el que le¨ªa a Kafka, autor de escaso predicamento en la inmensa geograf¨ªa del horterismo (la definici¨®n de Historia que dio el llamado Pisha era como para dejar de creer en el pueblo soberano).Volviendo a M¨¦rida. Ese teatro, tan hermoso como quer¨ªa la madre Oscar que fuesen los seres que lo pueblan, record¨® los tiempos en que una juvenil Espert fue Medea y, m¨¢s adelante, Salom¨¦. Como yo traduje esta ¨²ltima obra, como adem¨¢s considero a Espert tan hermana como Ana Mar¨ªa, redact¨¦ gustoso unas palabras que ley¨® la Galiana, esa mujer maravillosa de Solas, otro de esos productos que hacen pensar en lo grande que puede ser el testimonio espa?ol cuando est¨¢ en manos de gente que piensa, aunque no cuente con el apoyo de las revistas, ese nuevo Gotha de las peluquer¨ªas.
Santayana escribi¨®: "Ya que los b¨¢rbaros tienen sus placeres, han de tener tambi¨¦n sus apologistas". Justa definici¨®n de lo que est¨¢ ocurriendo ahora en Espa?a, donde hay gente que gana mucho dinero comentando durante horas enteras las andanzas de personajes completamente impresentables: fregonas venidas a m¨¢s, pendones de discoteca y chulos de playa con ¨ªnfulas de artista.
Es sintom¨¢tico que mientras segu¨ªamos las andanzas de este personal, Espert enriquec¨ªa su curr¨ªculo con una temporada prodigiosa. Estaba interpretando, junto a Flotats, La gaviota chejoviana y ensayaba Master-Class, con el dif¨ªcil embolado de personificar a Mar¨ªa Callas; en plenas representaciones de esta obra, se puso a ensayar Qui¨¦n teme a Virginia Woolf y, entre funci¨®n y funci¨®n, dirig¨ªa la Turandot de la reapertura del Liceo.
Mi devoci¨®n no es, pues, gratuita. Recuerdo siempre horas impagables junto a Espert, y me considero afortunado por haber podido pasar una a una las hojas del almanaque de su grandeza. Al igual que Irene Papas -a quien dirigi¨® en otra Medea hist¨®rica- al igual que la Galiana o la pel¨ªcula Solas, nunca ser¨¢ material de los veranos televisivos, esa estaci¨®n que, invirtiendo la frase de la madre de Oscar, se est¨¢ convirtiendo en el refugio de la gente demasiado hortera. Y que no deje de sonar La Bomba porque el desastre no ha hecho mucho m¨¢s que empezar y quiere m¨²sica. O lo que ellos entienden como tal.com
lectores@terencimoix.
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