Principio de autoridad
La plaza de La Merced, que resucit¨® de entre las ruinas, presenta una rica policrom¨ªa en ocre, rojo y azul. Hasta sus alguacilillos han cambiado la negra severidad de las ropillas por un vino tinto no menos serio, pero s¨ª m¨¢s pintoresco. El ambiente, movido por el aleteo de mil abanicos, era de lujo; era el momento apropiado para una corrida de toros, pero no la hubo, porque los taurinos, cuando se les deja sueltos son peligrosos.El camarote de los Hermanos Marx estaba ocupado por apoderados, ganaderos y padres, todos ellos mandados por don Alfonso Garrido, presidente prebostal, antiguo alto y medio cargo, que vino a demostrar que tanto monta el presidente de oficio, como el seglar, siempre que representen a los poderes f¨¢cticos y acudan r¨¢pidamente en socorro de la grey taurina, tan necesitada de protecci¨®n ante los que pasan por taquilla; hab¨ªa que proteger, en primer lugar a los toros: el primero recortadito y de poco cuello, tom¨® un puyazo en el que apret¨® m¨¢s que el picador y sali¨® perdiendo las manos. Lo del segundo fue importante: un novillete patiabierto que no podr¨ªa haberse mantenido si el presidente no hace un ¨ªmprobo esfuerzo, se salta el reglamento y la rechifla general y permite que siga en la plaza peg¨¢ndose costaladas. El tercero, de cabeza miserable, estaba tocado de atr¨¢s, mientras que el cuarto, m¨¢s cuajada, se fue al suelo con s¨®lo sentir el filo de la puya. El quinto se tap¨® y el sexto se dio dos costaladas de espanto. Hac¨ªa falta mucha autoridad en el palco para mantener el desafuero y la hubo. Tambi¨¦n hab¨ªa que oficiar de repartidor de orejas; sobresaliente.
Dehesilla / Ponce, Tom¨¢s, Juli
Toros de La Dehesilla, desiguales de estampa, con muy poca fuerza, inv¨¢lido el segundo y mejor el quinto. Enrique Ponce: estocada ca¨ªda atravesada (ovaci¨®n y saludos); estocada honda trasera (dos orejas). Jos¨¦ Tom¨¢s: estocada atravesada que sale, estocada (oreja con protestas); estocada honda trasera (oreja). El Juli: media trasera, descabello (oreja); media estocada (oreja).Plaza de La Merced, 3 de agosto. 1? de feria. No hay billetes.
Enrique Ponce nos mostr¨® ayer las dos caras de su momento actual: la mala y la peor. En su primero, se dedic¨® a tomarlo de lejos para despedirlo m¨¢s lejos todav¨ªa, brazo en alto. Todo ello por una gran profusi¨®n de paseos y tiempos muertos que acentuaban el destoreo, obligando tan poco a la res en el remate, que la lleg¨® a hacer peligrosa, pues cuando intentaba mandarla, se le revolv¨ªa con malas ideas. En el cuarto vino el triunfo grande y all¨ª se vio a un Ponce descoordinado, sin acertar en la velocidad ni en los terrenos, aqu¨ª te pillo, aqu¨ª te mato, que unas veces sal¨ªa andando, otras trompicado y con prisas, siempre por debajo del toro.
Yo no he visto a Jos¨¦ Tom¨¢s en bat¨ªn y zapatillas de pa?o, pero ya desde el hotel debe ser mejor y distinto. Ayer pudo ahorrarse el viaje; lo del segundo fue una faena desperdiciada y lo del quinto una sobreexposici¨®n si lo ponemos en relaci¨®n con lo que consigui¨®. El Juli banderille¨® con espectacularidad a toro pasado, con profusi¨®n de juegos y recortes. En el tercero dio dos series de naturales con enjundia, pero se empe?¨® en la derecha y la faena se vino abajo, justo lo contrario que en el sexto, donde perdi¨® con la zurda lo que hab¨ªa ganado por el pit¨®n derecho.
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