Un t¨¢ndem art¨ªstico consolidado

Cuesta entender que el montaje de Klaus Michael Gr¨¹ber y Eduardo Arroyo para este Trist¨¢n fuera tan severamente rechazado hace un a?o, pues es sumamente respetuoso con la partitura y no lleva a escena ning¨²n alarde rompedor. El primer acto transcurre en una gigantesca nave de cuerpo entero hecha con tubos que permite mantener en escena a todos los personajes aunque no intervengan en la acci¨®n. De hecho hay como dos comunidades: en proa Isolda y Bragane, en popa Trist¨¢n y Kurwenal. El segundo acto tiene lugar bajo dos imponentes ¨¢rboles de ramas entrelazas. La naturaleza como reflejo de las pasiones: muy rom¨¢ntico y a la vez un gui?o, tal vez no buscado, al c¨¦lebre montaje que Jean-Pierre Ponnelle realiz¨® de esta misma obra. En cuanto al tercer acto, un malec¨®n abandonado, con cierto aire de industria manchesteriana, es el refugio que Trist¨¢n ha buscado para morir. La puesta en escena juega con una iluminaci¨®n muy precisa y un buscado estatismo de los cantantes que acaso fuera la causa del rechazo inicial. Isolda no muere al final: tras su sobrecogedora aria queda como absorta.

Gr¨¹ber y Arroyo llevan tiempo colaborando en producciones teatrales, con un repertorio muy variado que va de Rossini a Alban Berg y de Verdi a Wagner. Su ¨²ltimo trabajo se present¨® en Amsterdam en junio: una Aida dirigida en el Concertgebow por Riccardo Chailly. Precisamente otro montaje del mismo t¨¢ndem art¨ªstico, en este caso de la ¨®pera de Janacek Desde la casa de los muertos, abri¨® hace ocho a?os lo que se conoce en Salzburgo como la era Mortier. El Trist¨¢n ahora en cartel representa el final de un ciclo, cargado de pol¨¦micas, pero que sin duda ha dado nueva vitalidad a un g¨¦nero que la reclamaba a gritos. La vuelta atr¨¢s ya no es posible.