Hacer real lo que es legal
La transici¨®n a la democracia en M¨¦xico que ahora culmina ha sido extraordinariamente larga. El tradicional modelo econ¨®mico intervencionista y proteccionista que se estableci¨® desde los a?os treinta se agot¨® hace ya a?os, en 1982, mientras que la situaci¨®n de crisis pol¨ªtica abierta data al menos de 1988, una fecha situada casi en el apogeo de una oleada mundial de democratizaciones que ha tenido efectos muy retardados en aquel pa¨ªs. El r¨¦gimen del PRI fue capaz de resistir el cambio en mayor medida que otras dictaduras precisamente por su relativa blandura e inclusividad. Junto a la persecuci¨®n de los disidentes y opositores y el sistem¨¢tico fraude electoral, el PRI tambi¨¦n se sostuvo en el poder gracias a los resultados econ¨®micos y sociales de sus Gobiernos, los cuales incluyeron una tasa media anual de crecimiento del seis por ciento durante cuarenta a?os, el reparto de tierras a los campesinos y una amplia red de clientelas, corporatismos y favores oficiales. El PRI consigui¨® durante muchos a?os la aquiescencia pasiva de sus s¨²bditos y la adhesi¨®n activa de algunos de ellos, a¨²n sin democracia, mediante los logros sustantivos de su gesti¨®n.El r¨¦gimen pri¨ªsta ha sido un hiperpresidencialismo con una enorme concentraci¨®n de poder en manos de los sucesivos dictadores unipersonales temporales. Por ello, completar la democratizaci¨®n requer¨ªa en este caso m¨¢s un cambio de actores que de leyes. Mientras que legalmente la Rep¨²blica de los Estados Unidos Mexicanos est¨¢ organizada seg¨²n un esquema de amplia divisi¨®n de poderes propio de un r¨¦gimen pluralista y federal, en los hechos el presidente era el ¨²nico legislador y el m¨¢ximo ejecutivo; desde la ¨¦poca de L¨¢zaro C¨¢rdenas era tambi¨¦n jefe del partido con poderes para nombrar personalmente hasta 18.000 cargos p¨²blicos con sueldo y 25.000 cargos electivos con victoria asegurada; como es sabido, hasta que el presidente saliente, Ernesto Zedillo, "se cort¨® el dedo" ejerc¨ªa incluso el poder de nombrar a su sucesor.
Todas las v¨ªas t¨ªpicas de transici¨®n pac¨ªfica a la democracia fueron ensayadas en M¨¦xico, con poco ¨¦xito, en los ¨²ltimos doce a?os. Primero, la elecci¨®n presidencial de 1988 estuvo a punto de provocar el colapso s¨²bito del r¨¦gimen por victoria de la oposici¨®n encabezada por Cuauht¨¦moc C¨¢rdenas. Pero el esc¨¢ndalo por el fraudulento recuento de votos fue sofocado mediante la difusi¨®n del miedo a un choque civil y los apropiados sobornos a los diversos partidos de la oposici¨®n. Despu¨¦s, el presidente Carlos Salinas (1988-1994) impuls¨® una reforma gradual que incluy¨® la liberalizaci¨®n y la apertura exterior de la econom¨ªa, as¨ª como nuevas medidas de divisi¨®n y captaci¨®n de sectores de la oposici¨®n. Pero el intento de reforma pol¨ªtica desde arriba, al tiempo que debilitaba internamente al PRI, exacerbaba a¨²n m¨¢s el poder del presidente, el cual acab¨® siendo v¨ªctima de ataques violentos desde los dos lados del espectro pol¨ªtico: la nueva guerrilla chiape?a y los propios inmovilistas del r¨¦gimen.
Finalmente, el proceso de los ¨²ltimos seis a?os, que ha llevado a la elecci¨®n con alternancia del 2 de julio, se ha basado en gran medida en negociaciones permanentes entre el PRI y los partidos de la oposici¨®n, de un modo comparable a las experiencias de mesa redonda en otros pa¨ªses. Fue precisamente a ra¨ªz del levantamiento armado y los asesinatos pol¨ªticos de 1994 que el PRI suscribi¨® con todos los dem¨¢s partidos una serie de compromisos y pactos que inclu¨ªan la creaci¨®n de nuevos ¨®rganos electorales de composici¨®n "imparcial, honesta y apta". La criatura m¨¢s importante de estos acuerdos fue la designaci¨®n de una mayor¨ªa de consejeros "ciudadanos" del Instituto Federal Electoral (IFE) por consenso entre los partidos. El IFE, que ha tenido a su cargo la organizaci¨®n de las elecciones en los ¨²ltimos a?os, ha sido una especie de mesa redonda camuflada que ha conseguido que los diversos partidos participaran en los sucesivos comicios seg¨²n unas reglas del juego previamente definidas, reemplazando as¨ª la alquimia y las componendas poselectorales de periodos anteriores. Jos¨¦ Woldenberg y los dem¨¢s consejeros del IFE han introducido nuevas normas y usos electorales que han sido aceptados, m¨¢s que iniciados, por los partidos, pero que han acabado convirti¨¦ndose en un punto de encuentro parecido al que se ha obtenido a trav¨¦s de un di¨¢logo directo, quiz¨¢ m¨¢s costoso, entre rivales pol¨ªticos en otros contextos.
A medida que M¨¦xico ha ido sustituyendo unas elecciones con reglas inciertas y ganador asegurado por otras con reglas seguras y ganador incierto, el proceso se ha ido acelerando. Desde que el r¨¦gimen pri¨ªsta dej¨® de producir resultados econ¨®micos positivos y fue desafiado pol¨ªticamente en los a?os ochenta, la misma concentraci¨®n del poder en que se fundamentaba gener¨® un n¨²mero creciente de insatisfechos que se fueron convirtiendo en disidentes e hizo cada vez m¨¢s dif¨ªcil la integraci¨®n o la contenci¨®n de nuevos movimientos de oposici¨®n. En los ¨²ltimos a?os, las medidas de apertura liberalizadora con intenci¨®n inclusiva se hicieron cada vez m¨¢s arriesgadas para los de dentro, mientras que los desaf¨ªos desde fuera obtuvieron crecientes expectativas de ¨¦xito. En 1997, el PRI perdi¨® por primera vez la mayor¨ªa en la C¨¢mara de los Diputados, as¨ª como la alcald¨ªa de la ciudad de M¨¦xico. Con su abierta y en¨¦rgica campa?a, la candidatura de Vicente Fox ha conseguido precipitar los cambios de chaqueta y el aislamiento del PRI.
La dictablanda del PRI estaba relativamente menos alejada de la l¨ªnea divisoria entre democracia y no-democracia que otros reg¨ªmenes dictatoriales m¨¢s duros y excluyentes. A lo largo de una transici¨®n de casi dos decenios, el r¨¦gimen adopt¨® f¨®rmulas semidemocr¨¢ticas que parec¨ªan capaces de ser algo m¨¢s duraderas que los t¨ªpicos arreglos transitorios en un cambio de r¨¦gimen. Pero la extraordinaria concentraci¨®n del poder real en la presidencia hac¨ªa necesaria la alternancia en el palacio de Los Pinos para que pudiera considerarse que M¨¦xico hubiera cruzado la frontera de la democratizaci¨®n. As¨ª como Adolfo Su¨¢rez dijo en la Espa?a de los setenta que hab¨ªa que "hacer legal lo que era real", en el M¨¦xico oficialmente republicano y pluralista m¨¢s bien se trata ahora de hacer real lo que es legal.
Josep M. Colomer es profesor de investigaci¨®n en ciencia pol¨ªtica en el CSIC y profesor visitante en la FLACSO de M¨¦xico.
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