?HAY ALGUIEN AH? FUERA?
Ha llovido mucho desde 1600, cuando Giordano Bruno, un sacerdote excomulgado, fue quemado en la hoguera por sostener que pod¨ªan existir otros mundos y otras formas de vida fuera de la Tierra. Ahora, en esta ¨¦poca m¨¢s propia de Star Trek, es casi una herej¨ªa no creer en la vida extraterrestre. El 64% de los estadounidenses est¨¢ convencido de que en alg¨²n lugar hay extraterrestres, por no hablar del porcentaje significativo (el 30%) que sospecha que ya nos han visitado.Si realmente existe vida en otro lugar del universo, ?cu¨¢les son las posibilidades que tenemos nosotros, o incluso nuestros hijos, de encontrarlos mientras estemos vivos? La caza del extraterrestre requiere mucha fe. Hay que creer que las condiciones para que se produzca la vida (agua l¨ªquida, temperaturas suaves, protecci¨®n frente a radiaciones letales) no son exclusivas de la Tierra; que si se dan las circunstancias adecuadas, la vida puede surgir f¨¢cilmente; y que, si alcanza un nivel lo suficientemente avanzado para transmitir su presencia, no se autodestruir¨¢ en una guerra nuclear o en una cat¨¢strofe medioambiental antes de que sus mensajes lleguen a la Tierra.
Son demasiadas condiciones como para ser aceptadas por los cient¨ªficos esc¨¦pticos. Como le gustaba decir al f¨ªsico Enrico Fermi, si hay tantos extraterrestres por ah¨ª, ?por qu¨¦ no hemos sabido nada de ellos?
Para algunos viejos cascarrabias, todas estas habladur¨ªas sobre extraterrestres son est¨²pidas. Por ejemplo, el bi¨®logo evolutivo Ernst Mayr considera que las posibilidades de que haya vida en otro planeta son pr¨¢cticamente nulas. Seg¨²n ¨¦l, "las posibilidades de que este fen¨®meno improbable pudiera haber ocurrido varias veces son sumamente peque?as, no importa cu¨¢ntos millones de planetas haya en el universo".
El paleont¨®logo Peter Ward y el astr¨®nomo Donald Brownlee coinciden con ¨¦l. En un provocador libro reci¨¦n publicado, Rare Earth, sostienen que en la mayor¨ªa de lugares fuera de la Tierra, la radiaci¨®n y los niveles de calor son tan elevados, los planetas con condiciones para tener vida tan escasos y los bombardeos c¨®smicos -como el que mat¨® a los dinosaurios hace 65 millones de a?os- tan severos que las ¨²nicas formas de vida que podr¨ªan existir ser¨ªan animales parecidos a las bacterias que vivir¨ªan en las profundidades del suelo. Argumentan que las posibilidades en contra de la existencia de sociedades avanzadas son enormes.
Sorprendentemente, incluso Geoff Marcy, que encabeza la caza cada vez m¨¢s fruct¨ªfera de planetas fuera del sistema solar, considera que puede que estemos solos en el universo. Se?ala que la mayor¨ªa de los 33 planetas reci¨¦n descubiertos -todos ellos, bolsas de gas gigantes como J¨²piter- se mueven de forma tan irregular alrededor de sus estrellas madre que provocar¨ªan estragos en cualquier planeta cercano de menor tama?o que tuviera condiciones para la vida.
Pero ese pesimismo representa un punto de vista minoritario entre los cient¨ªficos, al menos entre aquellos que tienen sus ojos puestos en las estrellas. "En este negocio hay que seguir siendo optimistas", afirma el astr¨®nomo Frank Drake, que inici¨® el proyecto original B¨²squeda de Inteligencia Extraterrestre (SETI, en sus siglas en ingl¨¦s) en 1960 con su Proyecto Ozma. "Observ¨®" varias estrellas similares al sol con su gran antena parab¨®lica orientable, con la esperanza de que tal vez a su alrededor hubiera planetas en ¨®rbita cuyos habitantes enviasen se?ales inteligibles, como el flujo de emisiones de radio y televisi¨®n que hemos lanzado sin darnos cuenta al espacio durante los ¨²ltimos 80 a?os. Por desgracia, Drake no detect¨® ni un solo pitido. Ni nadie lo ha hecho hasta ahora. Incluso despu¨¦s de pasar muchos miles de horas explorando los cielos en un sinf¨ªn de frecuencias con un coste de m¨¢s de 17.000 millones de pesetas en las cuatro ¨²ltimas d¨¦cadas, los astr¨®nomos no han localizado ni una se?al cre¨ªble.
Drake, que ide¨® la ecuaci¨®n definitiva para calcular el posible n¨²mero de civilizaciones avanzadas existentes en la V¨ªa L¨¢ctea, sigue convencido de que seguir¨¢ con vida cuando una de ellas finalmente llame. "S¨®lo estamos en el comienzo de nuestra b¨²squeda", afirma Drake, que calcula que existen unos 10.000 mundos de tecnolog¨ªa avanzada dispersos entre los m¨¢s de 100.000 millones de estrellas de la V¨ªa L¨¢ctea. ?sta es una cifra mucho m¨¢s modesta que la que calcul¨® el difunto Carl Sagan de un mill¨®n de civilizaciones inteligentes tan s¨®lo en nuestra galaxia, una de las cerca de 100.000 millones de galaxias que hay en el universo. Durante a?os el Congreso de EE UU subvencion¨® varios proyectos del SETI, hasta que el sambenito pol¨ªtico de pagar por buscar "hombrecitos verdes", como gustan llamarles los c¨ªnicos, ech¨® por tierra la financiaci¨®n estatal en 1993. Con todo, la NASA sigue buscando vida extraterrestre, aunque s¨®lo sean peque?os microbios verdes, bajo la denominaci¨®n pol¨ªticamente m¨¢s aceptable de astrobiolog¨ªa. En estos momentos, la NASA examina la polvorienta superficie de Marte (donde alguna vez hubo agua) y el probable oc¨¦ano existente bajo el hielo de una de las lunas de J¨²piter, Europa, como lugares en los que pudo haber formas primitivas de vida. Una reciente falsa alarma: el muy cacareado meteorito marciano encontrado en la Ant¨¢rtida, al parecer, no contiene pruebas convincentes de la existencia de microorganismos en el Planeta Rojo, como se afirm¨® en un primer momento. El gran sue?o, establecer contacto con extraterrestres superinteligentes, sigue vivo en las ondas de radio y en las b¨²squedas mediante telescopios que cuentan con el respaldo de organizaciones privadas como el Instituto SETI de Drake y la Sociedad Planetaria. E incluso los cient¨ªficos que dudan del ¨¦xito no quieren parecer aguafiestas. Coinciden respecto a la importancia de proseguir la b¨²squeda, no s¨®lo de microbios en Marte o en la luna Europa, sino tambi¨¦n de esas d¨¦biles se?ales procedentes de alg¨²n mundo remoto. Drake admite que "incluso una respuesta negativa es mejor que no obtener ninguna respuesta". A lo mejor, a usted le gustar¨ªa buscar a ET. Si dispone de un ordenador personal que permanece sin utilizar durante al menos cuatro horas al d¨ªa, puede unirse a m¨¢s de un mill¨®n de personas que se ha bajado SETI@home, un salvapantallas gratuito (disponible en la direcci¨®n setiathome.ssl.berkeley.edu) que utiliza el tiempo muerto del ordenador para ayudar a revisar el mont¨®n de par¨¢sitos recogidos por los radiotelescopios. Aunque fracase, o incluso tenga ¨¦xito, nadie le quemar¨¢ en la hoguera.
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