Retrato del h¨¦roe

Robert Bob Wilson (Waco, Texas, 1944) debut¨® como actor y regidor en 1969 con la obra El rey de Espa?a, algo premonitorio si se quiere ver as¨ª, ya que es Espa?a precisamente una de las primeras plazas europeas que se rindi¨® a su influjo, aunque su primera creaci¨®n propiamente espa?ola fue el discutido y discutible Don Juan perdido, hecho en el teatro Mar¨ªa Guerrero de Madrid en 1992. A esta ciudad volvi¨® en 1999 con The days before..., basada en textos de Umberto Eco. En el per¨ªodo juvenil de Wilson como asistente en el estudio del arquitecto italiano radicado en Arizona Paolo Solari, est¨¢n las claves de su est¨¦tica espacial, su sentido del acto teatral como materia constructiva, fuerte y abstracta. Wilson, a su manera, es un h¨¦roe contempor¨¢neo. No respeta ni tiene fronteras entre g¨¦neros; se siente en ¨¦l, como en todo norteamericano de pro con ese aire chic que esconde la timidez tras un traje oscuro bien cortado, el arrojo algo guindilla capaz de abordar una ¨®pera de Mozart (hist¨®rica ya su Flauta m¨¢gica en La Bastilla hace casi una d¨¦cada) o un texto greco-latino ininteligible al com¨²n de los espectadores. Eso s¨ª, todo a trav¨¦s de su propia fantas¨ªa sin pasado (en su tierra hasta las piedras m¨¢s viejas de un claustro son prestadas: las llev¨® all¨ª, numeradas, un loco con mucho dinero). Robert Wilson, como Warhol y acaso como Diaghilev, por encima de otros talentos espec¨ªficos, tiene el del poder de la buena selecci¨®n de sus colaboradores y el olfato para la oportunidad (estar y estrenar en el escenario preciso y en el momento justo). La efectividad pr¨¢ctico-creativa del team es el secreto y de ah¨ª, en consecuencia y despu¨¦s -bendici¨®n de los recensionistas y hagi¨®grafos interpuestas-, el estilo cristalizado. Porque nos guste o nos abrume m¨¢s o menos, existe el modo teatral RBW.