Pina
El pasado mi¨¦rcoles recib¨ª la llamada de un amigo. Me dijo que Josefina L¨®pez Gay, Pina para sus compa?eros y amigos, hab¨ªa muerto. Le coment¨¦ que hab¨ªa le¨ªdo la noticia. No me prest¨® atenci¨®n. Sigui¨® hablando de Pina y de su trabajo al frente de la secretar¨ªa general de la Joven Guardia Roja. Destacaba su lucha contra el fascismo y su compromiso personal en defensa de los derechos humanos como ¨²nica forma de alcanzar una sociedad justa. No dej¨® de hablar. Escuch¨¦ en silencio, mientras pensaba que quer¨ªa sentir la compa?¨ªa de un amigo en sus momentos de tristeza. Despu¨¦s pens¨¦ que estaba pidiendo que escribiera de Pina, en su nombre y en el de muchos de sus compa?eros. Hoy, querido amigo, cumplo el encargo que, desde tus sentimientos, me hiciste.No s¨¦ si sabes que, el mismo d¨ªa en que muri¨® Pina, un dirigente pol¨ªtico, parece que del Norte, ha llamado patriotas a cuatro personas que han muerto cuando les revent¨® la dinamita que transportaban para otros. Me preocupa que la fiscal¨ªa de este punto cardinal acuse a un pol¨ªtico por hablar, aunque me preocupa m¨¢s lo de patria. Hac¨ªa tiempo que no escuchaba lo de patria. Recordar¨¢s que, en la ¨¦poca del general, en los cuarteles de la Guardia Civil se le¨ªa aquello de "Todo por la patria", y el "Todo" no excluye nada. Musolini dec¨ªa lo mismo, que hab¨ªa que "salvar la patria". Muchos salvadores, muchas patrias y mucha violencia para conseguir que las instituciones sean d¨®ciles y la sociedad guarde silencio ante la injusticia.
Por si fuera poco, el clero est¨¢ revuelto. No se pone de acuerdo. Han metido en el mismo saco de la beatificaci¨®n a Juan XXIII y al que proclam¨® el Syllabus, que es eso de que los papas no se equivocan y, al que se le ocurra pensar libremente y no obedezca, excomuni¨®n en el acto.
La verdad, por lo que me has contado y por lo que ya conoc¨ªa, el compromiso de Pina fue a favor de la universalidad de los derechos humanos, sin aceptar que la violencia, incluida la ideol¨®gica, pudieran servir de pretexto para limitar los derechos de la persona. Un lujo en estos tiempos de infalibilidad pol¨ªtica. M¨¢s en aquellos en los que el "Todo" justificaba la negaci¨®n de la dignidad de la persona. Comprendo su tristeza.EUGENIO SU?REZ PALOMARES
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