Presente y futuro del baile
L a mayor ovaci¨®n de la noche fue para Paloma Fantova, una ni?a gaditana de 11 a?os que participa en el espect¨¢culo de Antonio el Pipa. Que no baila como ni?a, sino casi como adulta, con un sentido del baile y una naturalidad que conmueven y convencen. En estas criaturas est¨¢ el futuro del baile, que no vemos nada comprometido mientras sigan saliendo otras como ella. Es cierto que muchas se frustran en la edad esa en que dejan atr¨¢s la infancia, pero las que quedan en el arte maduran y llegan a ser excelentes profesionales. Y me da el p¨¢lpito de que esta chiquilla ser¨¢ una de las elegidas.Antonio el Pipa y Milagros Meng¨ªbar representan las generaciones de la plenitud, las de los 30 y 40 a?os. ?l, cabecera de cartel en todos sus espect¨¢culos, ha tenido el buen sentido de quedarse en un baile que ya no hace casi nadie, el baile de su casa, el baile de Jerez, tan se?orial, tan hermoso, un baile que si Antonio el Pipa y alg¨²n otro no lo rescatan estar¨ªa ya quiz¨¢s anclado en la memoria, y no s¨¦ si por mucho tiempo. El bailaor, siempre vestido con gusto y elegancia, ha tenido la buena idea de volverse a poner el traje flamenco de hombre -pantal¨®n de talle, chaleco y chaquetilla corta-, con lo que su estampa cl¨¢sica de flamenco de ley es algo verdaderamente sugestivo. Y cuando le canta su t¨ªa Juana Fern¨¢ndez -?qu¨¦ sole¨¢, qu¨¦ maravilla!- acaban con el cuadro.
El resto del espect¨¢culo se mantiene en esa l¨ªnea. Milagros Meng¨ªbar, bailaora de la generaci¨®n anterior a la del Pipa, es tambi¨¦n una de las sobrevivientes de aquella raza de bailaoras que levantaban el brazo y eran ya un espect¨¢culo. Milagros, no por edad, pero s¨ª por arte, est¨¢ de tal manera entra?ada con el baile de sus gloriosas antecesoras, que seguramente no sabr¨ªa hacer otra cosa, aunque se lo propusiera. Esta noche hizo un solo baile, por alegr¨ªas y vistiendo bata de cola, y una vez m¨¢s fue la estampa viva del tron¨ªo y la flamencura m¨¢s genuinos. Que mover la bata de cola es muy dif¨ªcil, y ella sabe hacerlo con fastuoso donaire.
Dorantes ofreci¨® su m¨²sica, ¨¦l al piano con un grupo de peque?o formato en el que hay cuerdas, vientos, percusiones y cante. Dorantes, que pertenece a familia gitana de tanta solera flamenca como la de los Perrate, ha puesto de nuevo sobre el tapete la vieja pol¨¦mica de si el flamenco puede prescindir de la guitarra y aferrarse al piano. Me parece, y lo he dicho en m¨¢s de una ocasi¨®n, que es una pol¨¦mica ociosa. No se trata de con qu¨¦ se toca, sino c¨®mo se toca. Porque la m¨²sica est¨¢ en la mente de los artistas, no en los instrumentos. Y que el piano de Dorantes suena flamenco, y que ese flamenco es de gran belleza y calidad, no creo que pueda ponerse en cuesti¨®n. Son sonidos que constantemente vuelven sobre estilos flamencos, como la sole¨¢, las buler¨ªas, y otros.
El cante tuvo un oficiante genuino en Fernando Terremoto hijo. Quien, en efecto, se acerca progresivamente al eco portentoso de su padre, sin embargo, su actuaci¨®n result¨® irregular, algo desairada porque en primera instancia se qued¨® corto del tiempo se?alado y tuvo que salir de nuevo a hacer otro cante. Tampoco ese invento de bailarse ¨¦l mismo las buler¨ªas que canta result¨® afortunado, pues este escenario le obligaba a entrar y salir repetidamente del micr¨®fono, lo que no es aceptable. Y otra vez cuatro horas de espect¨¢culo. Demasiadas, aun cuando el contenido es interesante.
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