A (des) prop¨®sito de Terra M¨ªtica (I)
Desde que se alumbr¨® el esbozo de un parque tem¨¢tico para la Comunidad Valenciana, se ha descalificado, como si de agoreros se tratase, a cualesquiera que osaran opinar al respecto de forma m¨ªnimamente disonante respecto a la postura de los impulsores. Vaya por delante que todo lo que sea bueno para la econom¨ªa valenciana no merece sino todo el apoyo y el respaldo posible. Si un parque tem¨¢tico contribuye a un mayor esplendor del turismo valenciano, bienvenido sea. Pero eso no conlleva un cheque en blanco a la prepotencia, traducida en lo que ya resuena a modo de despotismo ilustrado-l¨²dico, que puede no ser comprendido por quienes se atreven a preguntarse las garant¨ªas de comenzar a competir en segmentos de mercado y producto donde hay reconocidos l¨ªderes. ?No es mejor profundizar en sectores en los que partiendo de la tradici¨®n hemos sido capaces de ganar ventaja competitiva ante competidores? D¨®nde estar¨ªa hoy la I+D valenciana si el parque tecnol¨®gico de Paterna hubiese recibido una mil¨¦sima porci¨®n del apoyo prestado a Terra M¨ªtica. Dif¨ªcil de saber, sin duda.El parque tem¨¢tico construido principalmente en el t¨¦rmino municipal de Benidorm, comercialmente conocido como Terra M¨ªtica, cabe inferir que persigue como objetivo la mejora en la calidad de vida de los valencianos, fruto de la inyecci¨®n econ¨®mica que v¨ªa rentas y empleo podr¨¢ generar, por lo que deber¨ªa gozarse de una informaci¨®n transparente. Sin embargo, la nitidez no preside el proyecto desde sus inicios, y aunque no se pretenden repetir argumentos ya conocidos, s¨ª corresponde enumerar, a fin de refrescar la memoria, los jalones de Terra M¨ªtica.
Primero. La concesi¨®n de licencia de obra a un espacio arrasado por un incendio, que deber¨ªa haber estado protegido como medida ejemplarizante y de cautela. Sin olvidar que la decisi¨®n sobre el emplazamiento desaf¨ªa la orograf¨ªa, la climatolog¨ªa y, se quiera o no, los recursos h¨ªdricos, configurando con ello una propuesta que induce susceptibilidades de divergente calado (c¨®mo combatir el calor, c¨®mo "fidelizar" el p¨²blico de invierno, abrir o cerrar determinados meses al a?o...).
Segundo. Una referencia a la opacidad respecto a los estudios de mercado que avalan la obra y cu¨¢l es la cuantificaci¨®n definitiva de p¨²blico objetivo que har¨¢ viable el parque.
Tercero. La composici¨®n del capital impulsor del parque, que ha conseguido crear la suficiente confusi¨®n entre lo que era privado y lo que era p¨²blico. M¨¢xime cuando los diputados en la Cortes Valencianas no obtuvieron respuestas a cuestiones sobre Terra M¨ªtica, porque se trataba de una actividad circunscrita a la iniciativa de una empresa privada. Sus se?or¨ªas no saben a¨²n a qui¨¦n pertenece el parque. Curiosamente, Terra M¨ªtica se encuentra en la p¨¢gina web de la Generalitat Valenciana.
Cuarto. No se ha logrado captar un socio tecnol¨®gico capaz de mantener vivo el parque, merced a la transferencia de tecnolog¨ªa, vital en esta tipolog¨ªa de productos de ocio. As¨ª se esfum¨® la opci¨®n de una empresa como Universal, socio tecnol¨®gico de prestigio especializado en parques de ocio, que ha acabado recalando en Port Aventura.
Quinto. La capacidad de enfrentarse al poder de mercado de Mickey Mouse o de Piol¨ªn con los personajes acu?ados por Terra M¨ªtica, resulta cuanto menos tarea de costes tit¨¢nicos y de resultados a muy largo plazo. Es como enfrentar los chocolates de una nueva empresa, llam¨¦mosla Dulces Terra M¨ªtica, con los tradicionalmente comercializados por Nestl¨¦.
Sexto. Contin¨²a desconcertando la composici¨®n del capital fundacional en torno a Terra M¨ªtica, ya que se han comprometido caudales p¨²blicos, menos privados -te¨®ricos impulsores del proyecto- y ha exigido apoyos financieros de Bancaixa, CAM y de algunas cajas rurales, de cuya rentabilidad y procedencia, con criterios estrictamente financieros, nada se sabe. Obras sociales aparte.
Los puntos mencionados, entre otros, constituyen algunos de los interrogantes que explican cierta incredulidad, si se trata de entender la funcionalidad de tan espectacular obra. Especialmente cuando el debate, aunque a veces se olvide, se encuentra en la conjugaci¨®n de alternativas entre los siempre escasos recursos p¨²blicos; es decir, elegir, por ejemplo, entre sanidad y educaci¨®n u ocio. La sanidad es inaplazable -eliminaci¨®n de las listas de espera- y la educaci¨®n -plazas en la ense?anza p¨²blica y centros dignos- es la puerta de la aut¨¦ntica universalizaci¨®n de la cultura; con cultura el ocio de cart¨®n piedra es sustituible, al contrario no parece tan inmediato el tr¨¢nsito. Sin menosprecio, por supuesto, al cart¨®n piedra que es una de las artes valencianas capaz por si misma de sustentar viajes tem¨¢ticos per se. Pero Terra M¨ªtica no es un desacierto de por s¨ª, pues los h¨¢bitats recomiendan la adecuaci¨®n de los parques tem¨¢ticos o de atracciones, en funci¨®n del ¨¢mbito al que se dirigen.
En concordancia con lo anterior, aunque diametralmente en las ant¨ªpodas, se sit¨²a la reciente contradicci¨®n de anular los tr¨¢mites del Medpark, parque cient¨ªfico programado en la Universidad de Alicante, que ve as¨ª retrasada (?) su puesta en marcha. ?ste no es un parque de ocio, pero constituye una intervenci¨®n de enorme potencial y relevancia para el desarrollo tecnol¨®gico de la industria alicantina.
Con independencia de lo mencionado, lleg¨® el d¨ªa de la apertura de Terra M¨ªtica que, como es l¨®gico en toda novedad, deb¨ªa estar precedido de un periodo de pruebas, cuya duraci¨®n son los t¨¦cnicos del proyecto quienes lo fijan y se responsabilizan de su cumplimiento. Cualquier otra obsesi¨®n sobre fechas conlleva el riesgo de lo que est¨¢ sucediendo, con el da?o en la imagen que confiere que el parque nazca a medio gas, con atracciones cerradas, otras con altibajos y produciendo insatisfacci¨®n en los primeros clientes. Es sabido que cliente insatisfecho equivale a cliente perdido, y la repetici¨®n de la visita es una premisa de supervivencia del parque de Benidorm. Aunque todo ello, debe resaltarse, es perfectamente l¨®gico y explicable, dentro de la precipitaci¨®n que al final aflora, indefectiblemente, en cualquier experimento con pretensiones, si no es posibilista.
Vicente M. Monfort es profesor asociado de la Universidad Jaume I de Castell¨®n. vmonfort@emp.uji.es
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