Guiris
F?LIX BAY?NCerca de mi casa hay un supermercado de una importante multinacional que tiene un estante con un r¨®tulo que dice: "Spanish products". No crean que en ¨¦l se pueden encontrar jamones ib¨¦ricos ni magn¨ªficos aceites. Tampoco panderetas ni casta?uelas. El estante est¨¢ en la secci¨®n de bebidas alcoh¨®licas y re¨²ne lo que, a juicio del gerente, debe de interesar a nuestros visitantes. Es una insuperable muestra del kitsch dipsoman¨ªaco.
Hay botellas de recio ponche envuelto, como marca la tradici¨®n, en papel de esta?o y etiquetado con los colores de la bandera espa?ola; botellas de misterioso contenido con forma de guitarra, de bailaora o de torero, y unos botellones que simulan ser chupetes o biberones que guardan c¨®cteles que uno imagina espesos y dulzones y que nadie en su sano juicio beber¨ªa ni aunque fuera para celebrar el final de la mili.
Supongo que estos productos tienen una clientela, porque, si no, no ocupar¨ªan todo un estante del supermercado. Por sus precios -m¨¢s bien bajos- se deduce que la parroquia que se abastece de estos bebedizos no ha de tener mucho presupuesto y que si elige perder el sentido bebiendo pi?a colada en una botella en forma de chupete no es s¨®lo por un arrebato de mal gusto o de infantilismo, sino porque le sale m¨¢s a cuenta que hacerlo con la m¨¢s barata de las ginebras.
Este tipo de oferta no resulta rara en las ciudades costeras. Es una muestra de la vigencia del turismo zarrapastroso que cre¨® monstruos como Torremolinos y Benidorm y que tiene en los ¨²ltimos a?os un nuevo auge gracias al despiste, la codicia o la estupidez de muchos alcaldes y de la pasividad de la Junta de Andaluc¨ªa.
Pero si el turismo zarrapastroso tiene vigencia es debido a que la oferta es igualmente zarrapastrosa. Hay irresponsables que anuncian que la poblaci¨®n de la Costa del Sol aumentar¨¢ en un mill¨®n de habitantes en los pr¨®ximos a?os y a¨²n no existe ni un sistema de saneamiento eficaz para los que ya viven en ella, ni garant¨ªas de que haya agua suficiente para todos. Y, por supuesto, no hay la m¨¢s m¨ªnima oferta cultural estable. En toda la Costa del Sol s¨®lo hay un peque?o teatro en Fuengirola que est¨¢ explotado por un bienintencionado grupo aficionado ingl¨¦s.
El turista que llega a M¨¢laga y busca algo que ver no tiene m¨¢s remedio que viajar a Granada. All¨ª va a parar -hasta amenazar con el colapso de la Alhambra- el pasaje de los cruceros que amarran al puerto malague?o y que no dejan ni un duro en la ciudad. A la espera -larga espera- del Museo Picasso, se anuncia ya la finalizaci¨®n de las obras del conjunto monumental de la Alcazaba, Gibralfaro y el Teatro Romano, que deber¨ªan de haber acabado en 1992. Es evidente que la Junta no se ha tomado el asunto con muchas prisas.
Una manera de desahogar el litoral es aumentando las ofertas alternativas. A veces, los propios turistas dan ideas. Hace unos d¨ªas, escuchaba las quejas de un alem¨¢n sobre la escasa informaci¨®n que se da sobre los restos romanos y el estado lamentable en el que se encuentran.
?Falta de recursos? Depende. ?Cu¨¢ntos cientos de millones se gast¨® la Consejer¨ªa de Turismo durante la anterior legislatura en aquella campa?a dedicada a explicarnos a los andaluces, con sospechosa prodigalidad, algo tan evidente como que hay muchos extranjeros que viven entre nosotros y est¨¢n muy contentos?
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