El bautismo pol¨ªtico de Karenna
Karenna Schiff Gore respir¨® hondo antes de entrar en la tribuna del Staples Center y hacer su deb¨² como oradora no s¨®lo ante los miles de delegados que abarrotaban el local, sino ante los millones de telespectadores que segu¨ªan en directo la tercera velada de la Convenci¨®n Nacional Dem¨®crata. Karenna estaba nerviosa: ten¨ªa que explicar a los norteamericanos algo que para ella es obvio, que su padre es una persona de buen coraz¨®n y que merece ser el pr¨®ximo presidente de Estados Unidos.Karenna, la primog¨¦nita de los cuatro hijos de Al y Tipper Gore, lo cont¨®, braceando y moviendo la cabeza de modo incesante, como si estuviera contando una historia en un aula escolar. Se le notaba su juventud, 27 a?os, y su inexperiencia. Pero su intervenci¨®n en la Convenci¨®n Dem¨®crata, en la madrugada de ayer, tras la excelente de Joseph Lieberman, fue un soplo de autenticidad beneficioso para la muy encorsetada campa?a de un Gore que no logra desprenderse en p¨²blico de su imagen rob¨®tica.
Sus abuelos, record¨® Karenna, fueron "peque?os granjeros que intentaba plantar grandes sue?os en tierras pedregosas", en Tennessee. De ellos, toda la familia ha heredado un profundo respeto por "la dignidad de la gente trabajadora". Karenna a?adi¨® que "la anticuada cortes¨ªa de su padre es refrescante en el mundo de hoy".
Gore, seg¨²n la evocaci¨®n de Karenna, fue un padre atento con sus hijos, que por la ma?ana hac¨ªa los desayunos -"tan s¨®lo tostadas con mucha mantequilla"- y, al final de una larga jornada de trabajo pol¨ªtico, se ocupaba de ayudarlos en unos deberes que ten¨ªa que hacer sobre los dinosaurios o en la construcci¨®n de un igl¨² en el jard¨ªn tras una nevada. "Nunca se ri¨® de nuestros sue?os infantiles", dijo. Gore, seg¨²n su primog¨¦nita, tambi¨¦n repet¨ªa a sus hijos que "podr¨ªamos ser lo que quisi¨¦ramos en la vida".
Karenna, que hizo pr¨¢cticas de periodismo en EL PA?S y habla un buen castellano, est¨¢ casada con Drew Schiff, un m¨¦dico neoyorquino, y, tuvo su primer hijo, Wyatt, el 4 de julio de 1999. Parece otro signo del destino el que el primer nieto del hombre que aspira a ocupar la Casa Blanca naciera en el d¨ªa en que EE UU celebra su independencia.
Desde hace un a?o, Karenna est¨¢ volcada en la campa?a presidencial de su padre. Se ha ido convirtiendo en una consejera importante, que le recomienda que se desprenda de su imagen de tecn¨®crata de Washington y se muestre ante los estadounidenses como lo hace ante su familia. Ella influy¨® en la decisi¨®n de trasladar el cuartel general de la campa?a desde Washington a Nashville (Tennessee). Y aconsej¨® a su padre que se fuera distanciando de Clinton y sudara la camiseta en el contacto directo con los electores. Tambi¨¦n le ense?a las pocas palabras en castellano que dice en p¨²blico y es un elemento de enlace con los sectores hispanos del Partido Dem¨®crata.
Rompiendo la tradici¨®n que dice que el candidato presidencial s¨®lo comparece ante los delegados en la ¨²ltima jornada, la de ayer, de la convenci¨®n, Gore sali¨® al escenario del Staples Center y abraz¨® a su hija cuando ¨¦sta termin¨® el discurso. Fue la imagen m¨¢s c¨¢lida del c¨®nclave dem¨®crata de Los ?ngeles. Antes, Karenna hab¨ªa mencionado los aspectos del programa pol¨ªtico de su padre que m¨¢s le gustan: el objetivo de garantizar la cobertura m¨¦dica a todos los ni?os de Estados Unidos, la igualdad de salario para las mujeres, la protecci¨®n del medio ambiente y "el derecho de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo".
La memoria familiar recuerda que en 1998, en el primer intento del pol¨ªtico de Tennessee por conquistar la Casa Blanca, Karenna le dijo a Gore: "Pap¨¢, creo que no debes hacerlo". Doce a?os despu¨¦s, en la madrugada de ayer, la hija del pol¨ªtico dem¨®crata pidi¨® a los estadounidenses que env¨ªen a su padre a la Casa Blanca.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.