Bilbao, contra el 'espacio festivo'
La Aste Nagusia, que naci¨® de forma 'horizontal' en el Arenal, ha asumido la visi¨®n 'vertical' de la Gran V¨ªa
La fiesta -un gen¨¦rico, como el analg¨¦sico-, es propensa a la ret¨®rica. Entre sus excesos, brilla con luz propia una expresi¨®n vacua: el espacio festivo. Todo lo indescriptible reclama un lenguaje tecnol¨®gico: algo as¨ª como un manual de instrucciones de un sacacorchos ¨²ltimo modelo.El asunto, tecnol¨®gico hoy, se entend¨ªa, por lo artesanal, en 1978, cuando Zorion Egileor arroj¨® el guante, o quiz¨¢s habr¨ªa que decir, con propiedad, que lanz¨® un brindis al cielo de las ondas, con el ¨²nico objetivo de que la gente se echara a la calle a ver qu¨¦ pasa (eran otros tiempos). M¨¢s de dos decadas despu¨¦s, Bilbao le ha devuelto la raz¨®n, aunque antes haya dado infinidad de vueltas por el espacio festivo, antes de convertirse en una fiesta vertical (en el sentido geogr¨¢fico de la palabra) frente al dise?o horizontal (algo as¨ª como el esp¨ªritu del Arenal) que predomin¨® en la transici¨®n.
Lo primero que sorprende a un visitante de la Aste Nagusia, es la invasi¨®n festiva frente a la restricci¨®n del espacio festivo. Es decir, la supremac¨ªa de lo artesanal sobre lo tecnol¨®gico. La fiesta de Bilbao es vertical: desde el Sagrado Coraz¨®n hasta el Arenal (un eufemismo bilba¨ªno), uno huele que algo ocurre en la ciudad, algo anormal en un recinto urbano que tiende a la monoton¨ªa de los d¨ªas laborales.
El egregio espacio festivo de los ochenta, gladiador contra la fiesta de pamela y purpurina, ha sucumbido a la realidad social: Bilbao es hoy, casi al completo, un espacio festivo global, que puestos a sublimar el lenguaje tecnol¨®gico -tan socorrido para explicar las relaciones entre la muerte y el conflicto, as¨ª gen¨¦rico, como el analg¨¦sico- da lustre a cualquier discurso que se precie.
La Aste Nagusia ha dado un vuelco. El primer alargamiento de la fiesta lo dieron los hoteles. Imbricados en la fiesta y advertidos del negocio leg¨ªtimo del ocio, extendieron la ciudad, recuperando las zonas malditas del Ensanche, las de la vieja estirpe social de los toros y el teatro.
Resulta curioso, a fecha de hoy, que toros y teatro tuvieran tan mala prensa en el ambiente, ligados, a pesar de su condici¨®n art¨ªstica, a una versi¨®n hipn¨®tica de un hipot¨¦tico Bilbao a?ejo. Hoy son espacios festivos con su entorno natural (terrazas, bares hist¨®ricos, tertulias, reventas y las inevitables se?oras endomingadas que postalizan cualquier acontecimiento).
El teatro y los toros han recuperado para el ambiente zonas de silencio, entre el glamour y la caspa, una suerte de piscinas medioambientales donde enjugar alg¨²n que otro sofoco o donde encontrar alg¨²n que otro desahogo.
Los hoteles han puesto su particular acento. Nada que ver con un hotel de Par¨ªs, fr¨ªo y bello, o de Londres, fr¨ªo y no tan belllo.Las terrazas se han a?adido al prospecto festivo con su personalidad propia, algo as¨ª como la controversia entre el pl¨¢stico y el cristal, entre la algarab¨ªa y el di¨¢logo.
Los fuegos artificiales, el asunto literalmente m¨¢s vertical de la fiesta, han ensanchado Bilbao. Es la ventaja del cielo civil, que se ve desde cualquier parte. Pero, sin duda, el espect¨¢culo de los ohhhhhhhh y el aplasuso ha otorgado condici¨®n festiva a los barrios de Bilbao. La Aste Nagusia alcanza a Bego?a (Parque de Etxebarria) e incluso a Artxanda, terreno m¨¢s proclive al intimismo que al jaleo, trasmutado ahora por obra y gracia de los pirot¨¦cnicos chinos o valencianos.
El alargamiento de las fiestas no ha respetado ni a las txosnas, el t¨®tem de la transgresi¨®n en los 70, y amalgama, hoy, de pretensiones y deseos, m¨¢s que de realidades. Los partidos pol¨ªticos se han ido hace tiempo del Arenal, a mitad de camino entre la chusma y la terraza, pero ofreciendo alguna alternativa al Bilbao mel¨®dico que se desparrama por los costados de la Gran V¨ªa. Es la parte transversal de la fiesta, algo as¨ª como las corrientes internas del espacio abierto que circundan a una ciudad ajetreada.
Bilbao, que recuper¨® su festividad de forma horizontal (el Casco Viejo) ha acabado por asumir una versi¨®n vertical del espacio y por pasar de teconolog¨ªas de dise?o. En el fondo, es una ciudad de servicios.
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