Los laureles que dieron cobijo a Isabel la Cat¨®lica
La curiosidad de Isabel la Cat¨®lica por ver de cerca la Granada que todav¨ªa no hab¨ªa conquistado cost¨® la vida el 18 de junio de 1491 a 600 moros y a no pocos cristianos. Y, seg¨²n algunos cronistas de la ¨¦poca, la propia reina, su consorte Fernando, sus hijos y sus damas, se salvaron al resguardarse tras unos laureles (Laurus nobilis) que todav¨ªa hoy existen en el municipio granadino de La Zubia.Estos arbustos, conocidos como los Laureles de la Reina, ocupan casi la totalidad del jard¨ªn de una residencia de monjas mercedarias, que antes fue palacio arzobispal. Poco antes de la conquista de Granada, culminada el 2 de enero de 1492, era un "risue?o lugar sobre un recuesto a la izquierda de la ciudad", explica Miguel Lafuente Alc¨¢ntara en su Historia de Granada, publicada en 1846.
Sin embargo, el "risue?o lugar" se transform¨® aquel d¨ªa de junio en un campo de batalla. El capricho de Isabel por ver de cerca las torres de la Alhambra hizo que el marqu¨¦s de C¨¢diz y un numeroso s¨¦quito de se?ores y soldados la acompa?aran hasta La Zubia. La satisfacci¨®n de la reina al contemplar "la perspectiva maravillosa de las torres, los palacios y los jardines de Granada" fue turbada "por los atabales de un ej¨¦rcito moro que avanzaba hacia ellos con banderas desplegadas y paso acelerado", narra Lafuente Alc¨¢ntara.
Los cristianos salieron a su encuentro para defender a la reina. El resultado fue de "600 moros muertos y otros 1.500 cautivos y heridos". De los castellanos, ni se supo. "Es creencia muy admitida", explica Lafuente Alc¨¢ntara, "que la reina y su servidumbre corrieron grave riesgo en la batalla" y salvaron el pellejo al esconderse tras los laureles.
Estos arbolillos, que rara vez superan los 10 metros de altura, tienen un tronco liso, de corteza delgada. Las hojas son duras y correosas, con forma de lanza y desprenden un aroma muy agradable cuando son machacadas. Como se sabe, se utilizan para condimentar guisos. Para los romanos, el laurel era s¨ªmbolo de victoria y lo usaban para coronar a sus emperadores. A los Reyes Cat¨®licos tambi¨¦n los ayud¨® en el campo de batalla.
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