La verdad amarga frente a la dulce mentira
Gueorgui Soloviov, de 66 a?os, fue oficial submarinista durante 22 a?os, lo que le hizo acreedor de una pensi¨®n de 1.700 rublos (unas 11.000 pesetas al mes). Apenas se enter¨® del naufragio del Kursk, se enfund¨® su antiguo uniforme como homenaje a sus compa?eros atrapados en el fondo del mar. Adem¨¢s, coloc¨® varios iconos en una de las baldas del mueble librer¨ªa de su modesto apartamento de dos habitaciones en M¨²rmansk, justo debajo de una gran foto de su antiguo sumergible. "Si existe Dios, los salvar¨¢", dijo. Hoy sigue siendo ateo. Como si encendiese una vela a Dios y otra al diablo, justo debajo de las hier¨¢ticas figuras religiosas exhibe fotograf¨ªas de Lenin (fundador de la URSS), Stalin (su sucesor), Dzerzhinski (creador de la polic¨ªa pol¨ªtica), Frunze (general rojo de la guerra civil) y Zhukov (mariscal h¨¦roe de la II Guerra Mundial). "Con Stalin", concluye, "esto no habr¨ªa pasado".
Como casi todo el mundo en Rusia, Soloviov piensa que se esper¨® demasiado para aceptar la ayuda internacional, pero, al igual que el propio ministro de Defensa, ?gor Sergu¨¦yev, busca las ra¨ªces de la tragedia en "la destrucci¨®n del pa¨ªs" durante los ¨²ltimos a?os, "incluidas las Fuerzas Armadas, despojadas de medios y que han perdido a sus mejores hombres".
En la catedral de San Nicol¨¢s de M¨²rmansk hay un goteo de gente que acude a encender velas por los marineros del Kursk. Como Tatiana, una encargada de guarder¨ªa de 42 a?os que, entre l¨¢grimas, reprocha a Putin que acuda ahora a la zona, cuando ya todo es in¨²til, en lugar de haberlo hecho desde el primer momento, "cuando su presencia habr¨ªa sido ¨²til". Lo mismo opinan Ana y Augusta, ambas de 23 a?os, que acuden al templo con un beb¨¦, hijo de la primera de ellas.
Pero no todo son reproches. Ra¨ªsa, una traductora de 47 a?os, sostiene que, si el l¨ªder del Kremlin hubiese estado en medio de la operaci¨®n de rescate, los mandos militares "no habr¨ªan hecho otra cosa que rondar nerviosos a su alrededor". Yuri, un profesor de 49 a?os, admite que ha habido fallos, pero no culpa a Putin, "que es un hombre de acci¨®n", sino a la "pandilla de bur¨®cratas que le rodea" y que le aconsejaron mal.
En cuanto al secretismo que ha marcado la crisis, sobre todo al comienzo, Tatiana Petrovna, una jubilada de 56 a?os, asegura: "Mejor una verdad amarga que una mentira dulce". E ?gor, un estudiante de 20 a?os, se?ala: "Habr¨ªa sido mejor que los jefes militares y pol¨ªticos se hubieran callado. El s¨¢bado dijeron que no hab¨ªa esperanza y el domingo todo lo contrario, suscitando innecesarias y dolorosas emociones. La glasnost [transparencia informativa] esta bien, pero siempre que sea verdadera".
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