?frica, desesperadamente
Hay quien piensa que ?frica tiene una imagen medi¨¢tica infernal, que sus males resultan excesivamente exagerados por el tratamiento que reciben en los medios de comunicaci¨®n y que una parte sustancial de ?frica funciona. No opino lo mismo. Creo que esto ¨²ltimo puede reducirse a alg¨²n pa¨ªs del ?frica franc¨®fona y a otros como Uganda o Mozambique y, parcialmente, a Sur¨¢frica, que, ciertamente, es uno de los Estados m¨¢s importantes del continente. Frecuentemente se cita a Botsuana, vecina de Sur¨¢frica, como un caso relevante (success story) porque crece al 9%, apenas tiene deuda internacional y posee diamantes, aparte de ser uno de los pa¨ªses menos corruptos (ltalia y Jap¨®n lo son m¨¢s). No se menciona tanto, sin embargo, que tiene s¨®lo mill¨®n y medio de habitantes -la mayor¨ªa de ellos pertenecientes a la misma tribu y con el mismo idioma, caso ins¨®lito en los Estados africanos-, que los diamantes (que le ocasionan una estricta dependencia exterior) se acabar¨¢n en 30 a?os y que el pa¨ªs es el m¨¢s afectado por el sida entre todos los del planeta. En concreto, la ONU sostiene que dos tercios de los quincea?eros de la escasa poblaci¨®n botsuana morir¨¢ de esa enfermedad. Hay que imaginar no s¨®lo (lo que ya es mucho) la atroz p¨¦rdida de vidas humanas, sino tambi¨¦n el desmembramiento del tejido econ¨®mico y social.Cierto es que no se puede dar una explicaci¨®n com¨²n que sirva para todos los problemas de ?frica y que ¨¦stos a veces var¨ªan considerablemente de pa¨ªs a pa¨ªs, pero, lamentablemente, los males son bien visibles. Distinto es que se sea m¨¢s o menos pesimista con respecto a las soluciones y el tiempo requeridos para poner coto a los mismos.
En lo que se refiere a la imagen trasladada por los medios a la opini¨®n p¨²blica, opino que lo perverso de la situaci¨¢n consiste en que se sirven de lo que podr¨ªamos denominar tratamiento de choque. Es decir, se ocupan intensivamente de la cat¨¢strofe -bien sea ¨¦sta hambruna/sequ¨ªa (Etiop¨ªa), inundaciones (Mozambique), guerra civil inter¨¦tnica (Ruanda), guerra internacional (Congo), pandemia (sida, incluida la conferencia mundial de julio 2000 en Durban) a flagrantes casos de corrupci¨®n- para no volver a hacerlo durante largo tiempo.
Y, sin embargo, el desastre, el pandemonium, no s¨®lo persiste, sino que se agrava. Por m¨¢s que en algunos pa¨ªses determinadas inversiones extranjeras hayan resultado rentables, unicamente el 1,5% del total de las mundiales van destinadas al ?frica subsahariana, lo mismo que recibe solo Singapur, al tiempo que el comercio mundial con ?frica ha descendido en pocos a?os del 6% al 2%, descenso tambi¨¦n sufrido en el ¨¢rea de la ayuda al desarrollo. Cabe mencionar que 400 millones de africanos aportan un escas¨ªsimo porcentaje del producto interior bruto mundial y que el total de la producci¨®n de la cincuentena de los Estados subsaharianos apenas supera la de B¨¦lgica. Estados que en 1999 crecieron un promedio del 2,5% cuando necesitar¨ªan hacerlo durante 15 a?os al 7% para lograr un entorno adecuado que propicie un desarrollo sostenible. No es, pues, extra?o que 20.000 profesionales -que no solamente est¨¢n sometidos cotidianamente a infernales im¨¢genes medi¨¢ticas, sino que adem¨¢s viven en su propia carne la realidad que ¨¦stas transmiten- abandonen anualmente el continente en busca de mejores horizontes.
Ellos s¨ª tienen claro que ?frica se halla desde hace tiempo en una decadencia hasta ahora imparable, que, en su conjunto, la ha retrotra¨ªdo a la ¨¦poca colonial. Pi¨¦nsese, por ejemplo, en Mozambique, en donde la renta per c¨¢pita, que en 1950 era de unos mil d¨®lares, estaba en 1990 en 850. Las causas y los causantes, los factores de la pavorosa situaci¨®n africana de hoy son diversos. Los hay internos, como la corrupci¨®n, mala gesti¨®n, desorganizaci¨®n social y pol¨ªtica (¨¦sta, en gran parte originada por el desquiciamiento colonial), desenfrenada ansia de poder personal. Pero tambi¨¦n externos. Durante la guerra fr¨ªa, Reagan dedicaba al s¨¢trapa zaire?o Mobutu el ep¨ªteto de "voz del buen sentido y de la buena voluntad", al tiempo que Margaret Thatcher elogiaba el r¨¦gimen racista del apartheid y describ¨ªa al Congreso Nacional Africano de Mandela como "organizaci¨®n terrorista t¨ªpica". Por su parte, las pol¨ªticas impulsadas durante largos a?os por instituciones como el Banco Mundial o el FMI (recientemente criticadas por ellos mismos), apropiadas para econom¨ªas m¨¢s sofisticadas, endeudaron, crearon dependencia y obstaculizaron un desarrollo sostenible. Y qu¨¦ decir del papel de Francia en Ruanda, que pudo haber detenido el genocidio antes de que empezara. O del de Estados Unidos, que, a causa de su mala experiencia en Somalia, bloque¨® en el Consejo de Seguridad de la ONU una fuerza de intervenci¨®n eficaz que impidiera las matanzas.
?C¨®mo es posible que no volvi¨¦ramos a acordarnos de Somalia hasta que se produjo Ruanda? Que olvid¨¢ramos a ¨¦sta hasta que la sequ¨ªa y la guerra destrozaron a Etiop¨ªa y a Eritrea. Que ahora hayamos hablando de ?frica porque se ha celebrado en Durban una importante conferencia sobre el sida. ?Y ma?ana? Aparte de una acci¨®n seria, coordinada y eficaz de los ricos y desarrollados para ayudar a quienes se encuentran crecientemente en v¨ªas de subdesarrollo, hay que hallar una f¨®rmula para que la denominada imagen medi¨¢tica infernal nos recuerde cada d¨ªa la existencia real del averno subsahariano, del cual, por cierto, proceden muchos de los condenados de la Tierra que, en patera y ya casi tambi¨¦n a diario, desembarcan en Andaluc¨ªa o en Canarias.
Emilio Men¨¦ndez del Valle es eurodiputado socialista.
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